Tiene su raíz en el amor, en la posibilidad de establecer lazos afectivos y sentimentales: una unión que se establece por un encuentro en común, interés por algún objeto, situación, sentimiento o ideal

¿Por qué esta necesidad de entablar relaciones amistosas?

El hombre, esencialmente, "forma alianzas o grupos con otros individuos", que se desarrollan desde la época de niño , producto de la reacción de actitudes hostiles y de rivalidad, mediante identificaciones con los otros.

La ligazón afectiva, se basa en un dar y recibir, en el reconocimiento, reciprocidad y en aceptar las diferencias. La colaboración, el intercambio, cierran el paso a la agresividad y a la desconfianza.  

Podemos decir que un amigo, se constituye en una especie "de refugio", de lugar donde alojar las penurias, los secretos y las confidencias. El vínculo no se basa en la posesión o exigencia hacia el otro, sino en la libertad y apoyo mutuo.

En ocasiones, cuando se producen distanciamientos, podemos observar que algunos de estos códigos se han quebrantado, por ejemplo, cuando un secreto o "pacto de palabra" ha sido develado, se ha roto esa complicidad y esa confianza depositada en el otro. 

Así como existe la posibilidad de elegir una amistad y darle inicio, también se le puede dar cierre, un corte cuando aparecen otros intereses en juego, o se ha violado una legalidad, en la que se basaba el vínculo.

La palabra hace de mediadora, limitando la agresión propia y natural de los seres humanos. Sin interdicción, aparecen la desconfianza, la disputa por la verdad, un ida y vuelta interminable, donde la única salida, es recurrir nuevamente a la palabra, poner letra a los hechos y a lo no dicho.

Diferentes momentos de la amistad

Desde la infancia, se va forjando el camino para entablar relaciones amistosas, primero el pequeño se relaciona con su familia, para iniciar luego su socialización fuera de su hogar, aprendiendo a compartir, a confiar, a establecer lazos afectivos con los niños de su edad y también a aceptar sus diferencias, teniendo gran importancia en este momento, el valor que la amistad, como relación afectiva entre pares, tenga en el seno familiar.

A partir de la escolaridad, cuando el niño va afianzando con mayor firmeza su personalidad, le irá otorgando un valor más genuino a la amistad. 

Es al finalizar la adolescencia, con la estructuración definitiva de la vida sexual, cuando el sujeto es capaz de iniciar y mantener relaciones de amistad con el mismo sexo y con el otro, pudiendo separar a las personas con quienes puede lograr un acercamiento erótico y con quienes puede establecer lazos de amistad.  

Al inicio de la pubertad, podemos observar "los amigovios", relaciones que son fundadas y que reposan en las identificaciones mutuas; donde prima el encuentro con alguien que se lo nombra y se lo reconoce como semejante: compartiendo afinidades, gustos, amigos, etc.; donde se mezclan y se afirman, entre sí, el uno con el otro, en esas primeras experiencias con el "otro sexo".

En el adulto, el vínculo de amistad, está basado en algún rasgo en común entre las personas, pero al mismo tiempo, mantiene mayor separación e independencia con el semejante.  

La época actual

Finalmente, podemos preguntarnos, cual es el valor de la amistad en nuestra época, donde observamos: el tiempo transformado en prisa, restando de esta forma momentos para el encuentro.

Relaciones basadas en la superficialidad e intereses, familias donde prima la desunión y el desalojo del sujeto, quedando afuera la solidaridad y cooperación y el esfuerzo necesario para el establecimiento de lazos duraderos.  

Aceptar las pequeñas diferencias y otorgar el pleno valor a la libertad, darán sentido a lo que llamamos "amistad".  

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