-".
. . y le dije a Reymunda: che Reymunda, voy a dir hasta la estación. -Güeno,
me contesto, andá hacen falta algunas cosas.

Tomé
una de las maneas que estaban sobre un poste del corral y me juí a buscarlo al
tobianito que estaba puallí. Lo
truje; ensiyé y salí al trotecito pa la estación.

Me
abajé en lo de Allete; no lo até al animal: mansito por demás. Dentré; estaba Chilo tocando la cordeón; linda cordeón, de
doble hilera.

Estuve
espiando un rato. -¿Qué va a tomar? – me dijo Ustaquio. -No tomo nada – le
contesté. -Tome algo, aparcero, que yo pago – volvió a decirme. -Güeno -le
respondí- voy a tomar una "brava".

Tomé
unos traguitos: era juerte. Sali pa
juera, estaba quietito el tobiano. Volví; le dije a Jacinto que me despachara
unas cosas: compré yerba, azúcar, fariña … ¿qué más compré? (y después
de meditar un rato) i ah! … media arroba de gayeta y dos riales de dulce.

Seguimos
tomando y escuchando la cordeón; linda cordeón, nuevita era. Pegué otra espiada, así pa juera: estaba quietito el animal.

Güeno, le dije a Ustaquio, me voy a dir que se está haciendo tarde. Acomodé las cosas; hice de la bolsa que llevaba una maleta;
puse lazúcar en un lao, y la yerba en el otro, no sea cosa, dije, que se
mestureen, y enderesé pa las casas, al trotecito; clarita la noche: había
luna.

Cuando
volvi ya era tarde, estaban todos durmiendo; desensillé; llevé las cosas pa
dentro y lo iba a soltar ahí nomás al tobiano, pero dije, mejor es que lo eche
en el potrerito de la avena pa que coma bien esta noche. Monté ansí, en pelo y de un galopito me juí hasta’yí.

Lo
solté y lo espanté un poco pa que se juera pa dentro; me tardé en el portón,
que estaba trabajoso pa cerrarlo, y cuando levanté el freno pa venirme, ¡hermanito!
… vide asi al laito mío, como un perro grandote negro y lanudo que hacia un
ruido con las orejas lo mesmo que perdiz cuando vuela, pero más juerte.

Enseguida
me di cuenta que era el lobisón y eché mano al cuchillo.

La
pelea con el lobisón