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Otro cuento sobre Pinocho

En la Constelación de Virgo, había un alfarero que se llamaba Gepeto…

Era un mago bueno que hacía muñecos
con vida y los dejaba en el planeta que circundaba a la estrella Spica mientras
él los observaba para sus estudios mágicos.

Les dejó que viviesen ellos como quisieran y se organizaran entre sí y les dotó
de libre albedrío para ser buenos o ser malos mientras él les observaba y
anotaba lo que hacían para sus estudios.

Así veía que sus muñecos unas veces se peleaban entre sí y cuando eso ocurría
pues intentaba separarlos con sus artes mágicas pero no siempre le hacían caso
y así muchas veces tenía que hacer mas muñecos porque al luchar entre sí y
pelearse se rompían.

Gepeto tenía una hija, de una gran belleza y bondad y no había en toda la
galaxia ningún mago digno de ella. Ella era una hada buena que quería mucho a
los muñecos y a la que llamaban Vehyah que en lenguaje de Spica significa
bella.

A veces les hablaba con sus artes mágicas y cuando su padre no les veía les
ayudaba y les reparaba las heridas para que no se rompiesen, siempre lo hacía a
escondidas porque sabía que a su padre no le gustaba que reparase

los muñecos que se estropeaban porque formaba parte de sus estudios sobre la
vida y la magia.

Gepeto necesitó dinero para pagar otra galaxia que había comprado
recientemente para continuar sus estudios de magia y vendió el planeta Spica
con todos sus muñecos a otro mago vecino.
Los muñecos pronto se dieron cuenta del cambio porque el mago al que los había
vendido les hacía maldad tras maldad, les ponía fieras enormes para que les
devorasen y les hacía pelear entre ellos para disfrutar él viendo
como se rompían unos a otros.

Los muñecos como buenos muñecos no se daban cuenta que eran manejados por el
mago malo y así se volvieron casi todos malos como su dueño en el planeta de
Spica.

La hija de Gepeto había hecho amistad con un muñeco y le prometió volver a
verlos cuando pudiese, era la hija además de bella un hada que siempre cumplía
lo que prometía y así cuando podía entraba en el planeta a
hurtadillas para que no la viese el mago malo y hablaba con los muñecos y si veía
que eran muñecos buenos les curaba sus heridas para que no se rompiesen tal
como hacía antes de que su padre hubiese vendido a los muñecos.

Un día encontró a Pinocho, un muñeco de barro ciego que no podía verla, al
cual le habló y Pinocho que era muy inteligente se dio cuenta poco a poco de
que era el mago malo el que les hacía pelearse unos contra los otros para poder
disfrutar él viéndoles sufrir y romperse y quiso decírselo a todos los demás
muñecos.

Todos se rieron de él y cuando podía llamaba al hada buena que un día le
dijo:
-Pinocho necesito que me ayudes a liberar a mis queridos muñecos de la maldad
del mago malo.

A lo cual Pinocho dijo que hiciese como le había dicho y que contase con su
ayuda, era un muñeco valiente que no temía el  poder del maligno.

Así comenzó la lucha de Pinocho con el mago malo pero el mago malo se dio
cuenta y les dijo a los muñecos más malos de todo el planeta que le encerrasen
para que no pudiese escapar de una gruta de donde nadie salía.

Y así arrojaron a Pinocho a la gruta, tenía la gruta un laberinto sin salida
pero había una pared que se movía y buscando buscando Pinocho encontró la
salida porque el hada le había  dado un espíritu mágico para que le
ayudase y le guiase, era un espíritu de sabiduría y así Pinocho comenzó a
saber cada día mas y mas.

Tanto supo Pinocho que un día al salir de la gruta del maligno se lo dijo todo
a los demás muñecos y les quiso enseñar de cómo evitar que el mago malo les
hiciese daño y se volviesen malos como su dueño, les habló de la hija de
Gepeto, de su bondad y de cómo le hablaba a él y recogió los antiguos
testimonios de cuando a los muñecos antiguos les hablaba la bella dama y de cómo
era ella de bella según los relatos de los muñecos a los cuales en su día la
bella dama curaba las heridas cuando podía.

Les habló muchas veces del hada buena y de que era muy bella y bondadosa pero
todos se reían de él, no le creyeron porque se habían vuelto malvados como su
dueño, así que no le quedó mas remedio que callar y dejó de
interesarse por el resto de los muñecos.

Pinocho se volvió muy bueno y conversaba con el hada y así ambos se enamoraron
pero existía un obstáculo para su amor de hada a muñeco y es que el hada era
la hija del gran mago y el muñeco solo un pobre muñeco de barro que con el
tiempo se rompería de viejo.

El hada buena por su amor a Pinocho le hablaba a su padre de lo bueno que era
Pinocho y de que tenían que hacer algo para rescatarle, pero el  padre
siempre se negaba porque había dado su palabra de gran mago de darle el planeta
a su vecino y siervo y no podía faltar a su promesa.

Así pasaron los años y el hada buena cada día insistían mas en que debían
ayudar a Pinocho, tanto insistió que un día el padre fue a verle y vio que
Pinocho era bueno y con sus artes mágicas le dio otro espíritu para que
cobrase vida como si  fuese un hombre normal, pero era un espíritu que si
no lograba dominarlo le llevaría a estropearse.

Pinocho aceptó recibirlo y así recibió el espíritu mágico que le dio el
padre de la bella muchacha y al principio no podía dominarlo.

El maligno mago se dio cuenta pero sabía que no podía protestar ante su señor
mago y se preocupó de hacerle perrerías y maldades al pobre Pinocho y quiso
hacerle la vida imposible, por eso convenció a unos muñecos malvados que hacían
de jueces para que lo encerrasen en otra gruta infecta de unas setas alucinógenas
donde todos los muñecos terminaban locos y sufrían mucho.

Y así terminó Pinocho en la gruta de los jueces y todos los que los guardaban
que eran casi todos malos  se reían de él y le daban las setas alucinógenas
y así Pinocho sufría y no podía escaparse.

Un día le pusieron un guardián bueno y este dejó de darle las setas malas y
Pinocho recuperó la razón y con el don que le había dado el hada buena, de la
sabiduría encontró el camino con la ayuda de su guardián bueno y se pudo
escapar de la gruta de los jueces.

Los jueces se dieron cuenta y les mandaron a unos monstruos a los que llamaban fiscales que
persiguieron a Pinocho con perros especializados en perseguir muñecos
escapados, a los que llamaban forenses, pero Pinocho logró burlarlos y
escaparse de todas las trampas que le habían puesto los jueces con ese don que
le guiaba y que le había dado el hada buena.

La bella siguió insistiendo en que le ayudasen pero el padre, Gepeto, siempre
se negó a intervenir en el planeta que ya había dado al otro mago y su palabra
era ley, no podía faltar a su palabra ni intervenir, era Pinocho
si quería salvarse el que tenía que luchar con su inteligencia contra el mago.

Así comenzó la lucha contra el maligno, el hada le ayudaba guiándole con el
espíritu mágico y así lograba que Pinocho se escapase de los peligros.

Un día Pinocho se rompió de viejo y por las heridas que le había hecho el
maligno, la bella hada lloraba por su amor a su muñeco amado y de pronto oyó
una voz que la decía:
-Vehyah estoy aquí

Al oír la voz de Pinocho se dio la vuelta y vio a un hombre hermoso, tan
hermoso como ella y se preguntó quien podría ser.

En ese momento entró el mago malo y ese hombre recordando lo que le había
hecho lo expulsó de aquel territorio y le dijo que si volvía a esa constelación
se las tendría que ver con él.

Vehyah se preguntaba que había pasado y en ese momento entró Gepeto, su padre,
que les dijo a ambos que él había diseñado esa historia para que Vehyah no
estuviese sola y encontrase a su compañero.

El Padre un mago sabio supo que el amor de Vehyah podía ser correspondido por
el amor de su otro hijo Pinocho que así lo había creado como un vulgar muñeco
sabiendo que Vehyah al verle se enamoraría de él pues quería a los muñecos.

Y así fue como Gepeto encontró en Pinocho al compañero ideal de Vehyah porque
fue ella la que se enamoró de Pinocho y el padre que lo sabía todo pues por
eso hizo los muñecos y por eso se los vendió a su vecino y siervo,
sabiendo que su vecino era malo y que Vehyah se compadecería de ellos, con sus
artes mágicas Gepeto había diseñado un muñeco especial, diferente a los demás
pero que no lo parecía y cuando Vehyah intercedió en su bondad y amor por
Pinocho el padre que era lo que estaba esperando le dio un espíritu que de muñeco
le convirtió al romperse en hombre como su hija.

Y así tuvo Gepeto a su otro hijo Pinocho y así fue la lucha de Pinocho contra
el maligno porque así lo había diseñado el  padre  para que Vehyah
encontrase a su compañero, el que luego sería su esposo.
Y vivieron felices y no comieron perdices sino ambrosías de los cielos de
Spica.

Esta es la historia verdadera de Pinocho el hijo de Gepeto que vivió como un muñeco
mas hasta que se rompió y de él salió el espíritu de hombre que Gepeto con
su magia había metido en el muñeco de barro al que llamaron
Pinocho.

El resto de muñecos al faltar el mago que les dirigía se enzarzaron sin
control alguno a pelear unos con otros y se destruyeron todos.

Bueno todos no, hubo unos cuantos muñecos como el guardián bueno que Pinocho
al ser hombre rescató de la hecatombe y no se rompieron jamás porque se los
llevó con él a su casa, eran muñecos escogidos que le hicieron caso cuando
solo era un muñeco como ellos.

Quizás de este cuento debiéramos aprender algo y es que muchas veces todo no
es como nos lo cuentan.
Y también que nunca debemos reírnos de los demás, solo si están en apuros y
necesitan nuestra ayuda procurad ayudarles porque ciertas personas y muñecos
cumplen el dicho de "favor con favor se paga" y así quizás en
vuestra vida os encontréis un Pinocho verdadero hijo del padre eterno y que sea
en verdad su hijo que ha sido criado como un hombre mortal para que la bella se
enamore de la bestia como en el cuento y musical.

Y quizás la realidad supere a los cuentos total así nos lo dijo el gran
maestro de la humanidad "dejad que los niños se acerquen a mí porque los
que son como ellos de ellos será el reino de los cielos" y muchas veces
para ir
al cielo se necesita creer en cuentos como el de Pinocho porque me consta que el
que cree en esos cuentos de bellas damas y hadas madrinas que curan a los muñecos
esos pueden ser curados si en verdad se encuentran al hada madrina y son dignos
de que ella les cure.

En el mundo de la imaginación todo es posible y así imaginemos que somos muñecos
y que hay una bella dama que pide al padre porque nosotros no nos matemos unos a
otros y quizás con ese pensamiento, quizás si fuésemos inteligentes de verdad
no lo haríamos y  podríamos ser felices y luego que diga el Padre, 
Gepeto, el que creo el mundo de los muñecos, lo que tenga que decir.

El milagro de Calanda

El joven
Miguel Juan Pellicer natural del pueblo de Calanda, de Zaragoza,  a los 19
años de edad, tuvo un accidente una rueda de carro le pasó sobre su pierna
derecha, fracturándole la tibia en su parte central, fue ingresado en el
Hospital de Gracia donde el licenciado Juan de Estanga (catedrático de la
Universidad de Zaragoza) le amputó la pierna que el practicante Joan Lorenzo
enterró en el cementerio del hospital. El joven tuvo que recurrir a la
mendicidad. El 29 de marzo de 1640, jueves de la Semana de Pasión, sobre las 10
de la

noche se despidió de sus padres y fue a dormir en una yacija en el dormitorio
de sus padres.
Entre las diez y media y once de la noche entran los padres en el aposento a la
luz de un candil y perciben "una fragancia y olor suave no acostumbrado allí"
y vieron que por debajo de la capa que cubría al joven Miguel

aparecían las dos piernas, con gran dificultad lograron despertarle y éste les
contó que había soñado que estaba en la capilla del Pilar untándose la
pierna enferma por lo cual atribuye el milagro a la intercesión de la virgen
del Pilar a la que siempre se había encomendado.

La pierna que tenía el joven Pellicer era la misma que el había tenido hasta
que se la amputó el licenciado Juan de Estanga y se sabe que es la misma porque
tenía las cicatrices como la marca de la fractura de tibia que le
había producido la  rueda del carro; la de un mal grano que tuvo en mitad
de la pierna, rasguños y la en la pantorrilla la señal de una mordedura de
perro, luego el milagro era la misma pierna que le habían amputado y que el
practicante Joan Lorenzo Garcia enterró en el cementerio.

El notario de Mazaleón D. Miguel Andreu, el día 2 de abril, a solo cinco días
de la restitución de la pierna levantó acta notarial, la cual se conserva en
el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza. Posteriormente el
Ayuntamiento de Zaragoza en sesión de 8 de mayo de 1640 acepta pedir jurídicamente
ante el Ordinario de esa ciudad la calificación del milagro y se le achaca a la
madre de Jesús.

La sentencia arzobispal declarando la
restitución de la pierna a Miguel Juan fue pronunciada el 27 de abril de 1641,
a los diez meses de iniciado el proceso.