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Los apegos y la vida más allá de la muerte

Sólo espero que cuando llegue el día en que esté del otro lado no quedarme atorada por culpa de mis apegos

Desde pequeños transitamos por la vida llenos de apegos. Cuando somos bebés, nos apegamos a nuestra madre. Lloramos para llamar su atención aunque no tengamos ni hambre, ni dolor, ni molestia física, sólo por el gusto de que nos abrace y nos mime.  

Hay quienes nunca aprenden a soltar a su madre  y a independizarse de ella. Aún cuando establecen una relación con una pareja, no pueden darle el lugar que le corresponde sobreponen a la madre y ahí empiezan muchos conflictos matrimoniales.  

La figura materna está sobre todo el mundo. Luego, la madre apegada al hijo o hija no desea soltarlos y ¡cuidado con la “lagartona” o “el vago” que desee arrebatarle a su primogénito!

En la infancia nos apegamos a nuestros juguetes y  si somos caprichosos o egoístas no deseamos compartirlos con nadie. De hecho al kinder nos llevan con el osito o el biberón para que no lloremos. 

Durante la adolescencia nuestros apegos son la ropa, la privacidad de nuestra habitación, nuestros discos, Nuestros, nuestros, nuestros….. 

En la juventud nos aferramos a el novio o la novia. Cuidado con que alguien nos critique a nuestro tesorito o nos diga que no nos conviene porque esto es una razón suficiente para huir del hogar o terminar con una amistad.  

Nos apegamos en cuerpo y alma a nuestra relación a tal grado que sentimos que nos falta el aire si nuestra pareja no viene a vernos. 

En la madurez nuestros apegos son nuestro esposo o esposa, nuestra casa, nuestros autos, nuestros hijos, nuestros padres, hasta las adicciones al cigarro, al alcohol a la coca cola, etc.  

No comprendemos que las personas no son de nuestra propiedad, que la libertad es parte del amor, porque desde bebés nos amamantaron con la idea equivocada de que los sujetos son pronombres posesivos. 

¿Por qué  todo este comentario de los apegos, en esta sección del mundo extraordinario?

Porque desafortunadamente muchas personas al morir se los llevan del otro lado. Y luego andan deambulando por casas arrastrando sus cadenas que los atan al mundo de los vivos. Sabios los tibetanos que ayudan al moribundo y posteriormente al muerto a trascender en su siguiente etapa evolutiva. 

A fin de hacer más ameno este  comentario y se den cuenta de lo importante que es terminar con EL APEGO en vida, les voy a relatar una experiencia que tuve al lado de una amiga psíquica, llamada Cristina a quien acompañé una noche a hacer una limpia.

Un amigo, de nombre Agustín, me comentó de un negocio ubicado en una antigua casona que requería una visita de Cristina porque estaban sucediendo cosas extrañas en el lugar. Hicimos la cita con el dueño a través  de Agustín.

Llegamos a la hora en que el negocio da por terminadas las labores cotidianas para evitar que algún cliente se sintiera incómodo o se asustara ante los hechos. Nos presentamos con los dueños Paloma e Ismael quienes nos comentaron sus vivencias.

Ismael dijo que en varias ocasiones se sentía observado y esto le incomodaba mucho.

Cristina le indicó a Ismael que principalmente sentía la presencia en su oficina y que por esa razón no toleraba trabajar ahí y menos de noche. Ismael asintió.

Cristina comenzó a recorrer la casa y expresó ver a un hombre bien vestido, adinerado soberbio, nada conformista, acostumbrado a los retos y muy  ambicioso. En otro espacio que alguna vez fue  una habitación vio a una anciana muy enferma con gran sufrimiento y tristeza en su vida, postrada en cama por tiempo largo, aferrada al lugar.

Precisamente en ese lugar, Ismael comentó que la niña de la señora de la limpieza decía ver a la abuelita quien le pedía su muñeca. Así mismo nos confirmó que  la ex-dueña de la antigua casona había padecido de cáncer hasta su muerte. 

Cristina le explicó a Paloma e Ismael  que había otros personajes en la casa pero los más importantes eran esos dos. Les señaló los lugares que debían proteger porque fungían como portales dimensionales por los que entraban y salían las presencias. Estos lugares estaban decorados con grandes espejos.  

Conocedores del feng shui no recomiendan el uso de espejos, solamente en ciertos lugares y colocados cuidando la armonía del lugar. 

Cristina les dio un diagnóstico  y les indicó donde debía de trabajar. Era necesario regresar para proceder a la “limpia del negocio”. Ismael se comprometió a comprar el incienso y Cristina llevaría el agua bendita. 

Igual que en la primera ocasión la siguiente vez regresamos a las 8 de la noche. Se procedió a abrir todas las puertas de la casa que eran muchas. Alacenas, gavetas, aparadores, cajoncitos abundaban por toda la casa. Una vez abiertas todas y cada una de las puertas  

Cristina comenzó a limpiar lugar por lugar y nosotros la seguíamos a una prudente distancia. En algunos rincones se detuvo a rezar.  Al llegar a la oficina principal nos dijo que la esperáramos afuera.  

Estábamos ahí parados en espera de Cristina cuando escuchamos al fondo del pasillo donde nos encontrábamos un sonido extraño, justo en ese sitio Cristina había indicado que había una presencia muy fuerte. 

Revisó y limpió todos los rincones de la casa y cuando terminó nos sentamos a charlar sobre lo que había visto, percibido y escuchado. Algo muy significativo fue que al comenzar a dar detalles dijo que la anciana le había mostrado un cuadro con el vidrio roto a través del cual ella podía liberarse.  

Cuando Cristina dijo eso, de inmediato Paloma se paró y dijo que sí había en el negocio un cuadro con esas características. Fue a traerlo y al mostrárselo a Cristina, ésta lo reconoció como parte de su visión. Lo extraño de todo fue, que el cuadro lo encontró Paloma en el suelo, cuando  al principio de la limpia  se hallaba colgado en su lugar. ¿Quién lo bajó?

¡Gajes del oficio!

Finalmente Cristina les habló de la dificultad para enviar a la luz al caballero. De hecho señaló haber tenido que implorarle que se fuera porque ya no pertenecía a esta dimensión. Estaba tan aferrado a la casa y a su orgullo que Cristina se tuvo que hincar para ayudarlo a partir.

Al terminar les dio indicaciones de colocar ciertos elementos de ornato y de protección, como cruces de palma en los portales, una fuente en un jardín y un rehilete al frente del negocio para propiciar el bienestar del mismo. 

Transcurrieron unas dos semanas cuando una amiga llamó a Cristina a su casa para que hiciera una limpia. Al entrar en lo que es su habitación, ella volvió a percibir mucho sufrimiento y tristeza como en el caso de la anciana.  

Su sorpresa fue grande cuando al salir del trance y ver de nuevo la recámara reconoció el mobiliario como parte de la antigua casona de Ismael y Paloma, porque tenía el mismo peculiar diseño de cajoncitos, puertitas, cajones más grandes, etc.  

Al preguntarle a su amiga donde había adquirido esa recámara, ella le dijo que había pertenecido a una familia adinerada de la ciudad y le dio los mismos apellidos que Cristina de inmediato reconoció. Entonces comprendió que era la misma anciana aferrada aún a la recámara en la que estuvo postrada tantos años a causa de su terrible enfermedad. 

En otros casos los espíritus le  han preguntado incluso por ciertos muebles u objetos de mucha estimación para ellos cuando vivían en este plano. Ha habido quien le pide que ese objeto sea entregado a determinada persona. 

En varias sesiones, he escuchado cuando les dice a las presencias que ya no están en este plano y que esos objetos ya no existen que se vayan a descansar. Algunas veces no comprenden, porque le insisten que desean saber sobre el paradero de tal o cual cosa. Al comunicarles a sus parientes lo que solicita el fallecido, éstos de inmediato reconocen el objeto de su preocupación. 

Todo esto para mí ha sido un gran aprendizaje y sólo espero que cuando llegue el día en que esté del otro lado no quedarme atorada por culpa de mis apegos. De manera que he empezado a trabajar con ello cotidianamente a través de la concientización y meditación.  

Le recomiendo que usted también lo haga.. 

Por Victoria Avalon            
Columnista en periódicos de Guadalajara, México

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