Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

¿Vale la pena penar?

Si el amor no da alegría y fuerza, ¿para qué amar?

Si fundirse en el otro y sentirnos dueños del mundo al son de un mismo latido, no nos hace titanes frente a la adversidad, dioses del Olimpo en los sentidos y visitantes fugaces de nuestro propio paraíso interior, me pregunto qué sentido tiene penar por aquél que siempre pide, se ausenta, se proclama justo pero es reacio a sus propios cambios.

Lástima. Quizás, sin darse cuenta, al privarnos del placer de su alegría y la fuerza que da ganas de seguir adelante juntos…nos aleja. 

Duele cuando creemos que somos dos con nuestra mirada puesta hacia una idéntica decisión: ser felices. 

Duele cuando creemos que nos complementamos y, en realidad, hay sólo uno que complace necesidades ajenas. 

Tal vez porque se espera siempre lo mejor cuando se ama, tenemos la infinita  torpeza de esperar que un milagro ocurra algún día. No importa cuánto cueste. Se regatea el dolor oculto por miedo a la realidad. 

Porque nos congela el ánimo reconocernos egoístas. Comprobar que el disfraz de acompañante cansa y no vale la pena “penar” sin acompañamiento, sin “compañerismo”.  

El otro sigue aferrado a su encierro. Mientras tanto, nuestro corazón anhelante siente que se está asfixiando de congoja y que no sirve porque necesita vivir alegre y tranquilo.  

Aprendí que si tenemos alas, hay que aprender a volar. No sé bien cómo se hace pero ése es mi intento cotidiano por conquistar mi plenitud. 

Aprendí que si decido estar sana, no voy a enfermarme. Que mi mayor fortuna es merecerme sentirme feliz.  

Que el tiempo todo lo cura, y el amor, ya con sólo sentirlo, es una bendición eterna. 

Autora: Cristel Demkow 

Y si quieres superar tus temores y mejorar tu calidad de vida, te sugerimos inscribirte ahora en nuestro curso gratis de Superación Personal, haciendo clic aquí.