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Un paseo por Colonia, magia e historia hecha eternidad

Descubra cuál es el encanto de esta mística ciudad.

Colonia
del Sacramento, en Uruguay, se parece a un cuadro de otro tiempo, de uno
suspendido, envolvente y atemporal: con la pureza de
su arquitectura colonial, sus faroles, sus antiguas casas con patios y jazmines
y sus calles empedradas, y sus paredes que derrochan historia. La
ciudad fue declarada por la UNESCO
Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Toda
su construcción posee una belleza superlativa, inclusive sus
barrios periféricos,
tranquilos y arbolados, en donde se respira una pacífica atmósfera
provinciana, pero es indiscutidamente el Casco Histórico el punto donde se
encuentran los máximos atractivos turísticos, empezando por la imponente
fortificación construida a manos de los portugueses, con una muralla levantada
en 1745 y delicadamente preservada, lo que constituye uno de los símbolos de la
antigua Colonia del Sacramento.

Uno
de los lugares interesantes para visitar es el
Museo Municipal, que funciona en
la "Casa del almirante Brown", una casona de dos plantas que mira al
epicentro del Casco Histórico: la Plaza Mayor.

Allí entre puntas de flecha y
otros objetos de confección indígena, puede uno deleitarse con una curiosa
colección de afiches (algunos pintados sobre seda) y documentos gráficos de la
corta pero bulliciosa vida que tuvo la Plaza de Toros del Real de San Carlos,
visitado por las más importantes "espadas" españolas y mexicanas a
partir de su inauguración, el 9 de enero de 1910.

Pero el museo tiene además
otras riquezas: nos muestra la loza y vajilla del Hotel Real de San Carlos, un
carcomido timón del barco, los muebles coloniales, las arpas, pianolas, cítaras,
fonógrafos y una enorme maqueta de lo que era la Colonia del siglo XVIII,
dibujada calle por calle y casa por casa.

Otro
inmemorable edificio a visitar es el Museo Portugués, una autóctona casa
portuguesa con añadidos españoles en donde sobresalen los cielorrasos de
madera a cuatro aguas y los pisos originales de ladrillo.

Uno de los favoritos del museo es el escudo de Portugal que antiguamente
estaba en el Portón del Campo, en la parte sur de la muralla, y el que fue
quitado por el Virrey Ceballos cuando tomó Colonia en el año 1774.

El
pictórico escudo fue llevado por Ceballos como trofeo a Buenos Aires, donde
estuvo hasta el año 1996, cuando fue devuelto al Uruguay. También se
encuentran escopetas de pedernal, espadas, oxidados arcabuses y balas de cañón
grandes como bochas.

La
Sala de los Navegantes Portugueses, en el sótano de la
casa constituye un atrapante lugar: con astrolabios, cuadrantes, réplicas de
carabelas y mapas de principios del siglo XVI, “imperdibles", como el que
muestra una Patagonia ("Tierra de Gigantes") casi imaginaria o el que
da cuenta del mito "Da Ilha do Brasil", donde ese país aparece como
una isla pegada al continente, habitada por tribus de entusiastas antropófagos.

Otro
atractivo para visitar en la ciudad, es el Museo Español, en donde se exponen
óleos de Jorge Páez Vilaró, que grafican paso a
paso, con un estilo fundamentalmente didáctico, la historia del descubrimiento
y conquista de América, con especial hincapié en la llegada de Solís al Río
de la Plata, que el
pintor bautizó "Mar
Dulce".

Conmociona el relato detallado que hace de su muerte a flechazos y
golpes de mazas y bolas de piedra y su posterior destino gastronómico.

De
un carácter menos drástico, el Museo del Azulejo, ubicado sobre la calle
costanera, frente al "río color de León", exhibe una colección de
suntuosas piezas, específicamente 440.

Otra de sus joyas son los azulejos más
valorizados: los de Pas de Calais, los catalanes, los valencianos y los
napolitanos. Además se aprecian los primeros de origen uruguayo, hechos en
Maldonado en el año 1840, y posteriormente donados al Museo por el artista
Jorge Paez Vilaró.

También
posee Colonia un seductor centro de entretenimiento para conocer: el Casino,
localizado en el Hotel El Mirador, el más grande y completo albergue de la
ciudad, con canchas de paddle, tenis, piscinas y centro de convenciones, ubicado
a cuatro cuadras del puerto.

Más
allá de sus museos, más allá de la historia y de los relatos que la
envuelven, Colonia del Sacramento es primeramente un lugar mágico, romántico,
con rincones inolvidables como la famosa Calle de los Suspiros, y con su rústico
empedrado desparejo sin veredas, sólo con su duende y su farol.