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Menos miedos, más vida

Crea una nueva manera de vivir tu vejez, riendo, bailando, invitando a los demás a unirse a la alegría y rechazando las actitudes negativas que abruman y limitan…

Entre los
adultos mayores hay muchos miedos: al cambio, a la pobreza, a la enfermedad, a
la senilidad, a la soledad, a la muerte. 

Es algo enseñado y programado en
nosotros, una forma habitual de pensar; el pensamiento negativo es predominante
entre muchas personas durante sus años de vejez, y en consecuencia, viven
descontentos; muchos estamos entrando en la categoría de adulto mayor y podemos
crearnos una nueva manera de vivir y cambiar las reglas, en lugar de limitarnos
a solamente envejecer, renunciar y morir, sino haciendo una aportación a la
vida; ya se tiene el tiempo, el conocimiento y la sabiduría necesarias para
colaborar en el mundo con amor. 

Es necesario cambiar la estructura de la
sociedad para gozar de una etapa de la vida en plenitud, siendo todo lo que se
puede ser, teniendo una finalidad que fortalezca las relaciones actuales,
olvidando resentimientos, culpas y liberando problemas, siendo amable y
afectuoso consigo mismo, mientras se sigue el camino.
 

Hay que eliminar la creencia de que
envejecer es enfermar, no se tiene que vivir en la forma aprendida, se puede
crear una nueva manera de vivir la vejez, riendo, bailando, etc. invitando a
los demás a unirse a la alegría y rechazando actitudes negativas que abruman y
limitan, recordando que cada edad tiene sus experiencias especiales y propias.
      

A quienes prefieren morir a envejecer, se
la pasan mal en la etapa que pudieran hacer la mejor de todas, se sienten
aniquilados, depresivos, sin la juventud ni belleza, sin amor… eso es
imponerse una carga que envejece más rápido y arremete a la vida misma. 

Hay que
evitar la creencia de que ciertas enfermedades son “normales” al envejecer, lo
que complica el apoyo de los profesionales de la salud; como sociedad se debe
trascender en esas limitaciones que no permiten la ayuda para la mejoría.
 

Hay que comprender que todo
comportamiento se genera para satisfacer una necesidad, y cuando se comprende
esa necesidad, es más fácil el apoyo. 

El comportamiento compulsivo-obsesivo
satisface la necesidad de sentirse al mando, lo que equivale a tener miedo, que
comienza en la infancia y se recrudece en la vejez, al sentirse vulnerables
como niños. 

Hay que entender del adulto mayor qué desea, qué le hace sentir
seguridad, que le hace tener miedo y ser vulnerable para ofrecerle un apoyo
comprensivo y amoroso.
     

Fomentar el sentir que se disfruta cada
año que pasa, que la riqueza de conocimientos aumenta, que estos son los años
más preciados, que se puede estar en salud con vitalidad, entusiasmo y
plenitud, que se está en paz con la edad, que hay apertura para experimentar
todo lo bueno que tiene la vida, que se hacen aportaciones a la sociedad de
formas agradables y productivas, que tienen apoyo, confianza y amor, que no hay
limitaciones.
 

Esta etapa no llega de pronto, sin
obsesionarse, hay que prepararse y prever lo que se hará cuando llegue ese
momento, sin ser rigoristas por si algo no sale como se planeó, organizando los
recursos que calibren la fuerza y energía, para tener un atardecer de vida
pleno que no termine en noche cerrada, sino en amanecer alegre y tranquilo.
 

Al llegar a los 50 años es conveniente
hacer un alto en el camino, para reflexionar, para preparar una madurez plena,
jubilosa y no depresiva; es hora de iniciar un cambio para descubrir o
desarrollar nuevos intereses, nuevas ocupaciones, nuevas facetas de la personalidad;
hay que pensar y planear, preparar y analizar, abrir horizontes que cubran el
tiempo libre para construir un nuevo capital: el que se invierte en uno mismo.
 

Aprovechando
el tiempo libre

Ocio – según un sociólogo francés – es
“el conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera
completamente voluntaria, sea para descansar, sea para divertirse, sea para
desarrollar su información o su formación desinteresada, su participación
social y voluntaria, tras haberse librado de sus obligaciones profesionales,
familiares y sociales”. 

El tiempo libre es el que se dispone para hacer lo que
se quiere cuando se quiere; es el descanso, la diversión y el desarrollo de la
personalidad.
     

Descanso no es librarse de la fatiga, es
hacer algo diferente; diversión es realizar actividades atractivas que no se
pudieron hacer antes… por falta de tiempo. Como desarrollo de la
personalidad, es un enriquecimiento de la sensibilidad con actitudes activas en
terrenos libremente elegidos; es decir, la ampliación de una cultura que da
nuevos puntos de apoyo que proporcionan una vida interior más rica y más libre.
 

Los tres objetivos: descanso, diversión
y desarrollo de la personalidad, se pueden conseguir en conjunto; en la mujer,
todavía se descubre que tiene menos horas de ocio que el hombre, porque las
tareas caseras se prolongan más años; las mujeres escuchan más la radio y leen
menos libros y periódicos; en las relaciones sociales las que están aisladas de
amistades (masculinas y femeninas) y se relacionan más con familiares y
vecinos; la mujer es más propensa a salir de su localidad para descanso y
diversión.
 

En cuanto a la salud, no se trata de
vivir unos años más, se debe pasar esta etapa en las mejores condiciones
posibles; la longevidad es una combinación de factores endógenos y exógenos; la
herencia, la nutrición, la propia constitución, el medio ambiente social y
familiar, etc.
 

No existe una fórmula segura, por eso
hay que cuidar de sí mismo, adecuarse a las exigencias de la edad; no depende
de tomar ciertos alimentos, aunque una buena y adecuada alimentación es factor
decisivo, porque las necesidades orgánicas son diferentes en cada etapa de la
vida; en general se recomienda que la dieta sea poco abundante, atractiva en su
presentación, de fácil masticación, de fácil digestión, pobre en grasas de
origen animal, rica en proteínas de buena calidad (pescado, leche, etc.) y
buena cantidad de productos lácteos 
(descremados) No se aconseja realizar cambios bruscos, las reducciones
son paulatinas.
 

Los testimonios de los últimos años,
indican el alargamiento de la vida humana, por lo que la etapa creativa puede
encontrar su plenitud en cualquier momento de la vida de la persona: Miguel
Ángel empezó a pintar el “Juicio Final” de la Capilla Sixtina cuando tenía ya
60 años; el Papa León XIII forma a los 91 años la encíclica “Gravis de
communi”; Tiziano pintaba un “Descendimiento de la Cruz” a los 99 años;
Toscanini a los 90 años dirigía orquestas; Edison rebasaba los 70 años cuando
todavía trabajaba en motores de explosión y eléctricos; lista interminable a la
que ahora se agrega a John H. Gleen, Jr. Quién tenía 77 años cuando fue al
espacio por segunda ocasión; y el Papa Juan Pablo II, quien sigue trabajando,
viajando y ejerciendo su ministerio en varios países y varios idiomas.
 

El proceso de envejecimiento es una
realidad biológica que se manifiesta según cada persona, el conjunto de
síntomas acusa una disminución de facultades que pueden afectar a la vida
psíquica del individuo; la experiencia enseña que no todos los adultos mayores
presentan daño fisiológico y en adultos medianos sí puede haber aceleración del
proceso de envejecimiento, y en otras personas apenas podrá aparecer.

Se
depende más de la realidad existencial del medio social en que se ha
desenvuelto y se desenvuelve la vida de cada persona, así como de las
implicaciones familiares.

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