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Disculpándonos

Pedir disculpas nunca es fácil, pero una relación de pareja sólo se puede mantener cuando somos capaces de hacerlo en los momentos debidos.

Las
parejas con una relación perfecta no existen. En un momento u otro, algo pasa y
una pelea surge. Por más que la otra persona sea el amor de nuestra vida y la
ideal para nosotros, en algún momento contestaremos mal, nos pasaremos de
vivos, querremos ser graciosos cuando no debemos, hablaremos de más, nos
molestaremos por algo o nos sentiremos ofendidos por alguna situación.

Luego
de eso, las escenas salidas de cualquier telenovela pueden ser poco para
describir lo que puede pasar en nuestras casas: largos silencios, llantos,
gritos, portazos y gente que se queda encerrada afuera, respuestas apresuradas
que solo complican más la situación, la puerta cerrada y la comunicación
cortada unilateralmente o, peor aún, de los dos lados.

Y
luego, para terminar de volver las cosas peor, ya no hay forma de mejorar la
situación porque, para ser sinceros, no sabemos qué podemos hacer, ni cómo
decir lo que sentimos.

Pedir
disculpas a nuestra pareja es una de las cosas más complicadas que sea
necesario aprender en la relación de pareja. Además, si la pelea es algo
habitual, decir “lo lamento” puede sonar falso y, francamente, bastante
patético, ante la certeza de que la pelea, pese a terminar por el momento, se
repetirá con toda probabilidad más adelante.

Tan solo decir “perdón”, entonces, no es suficiente, ya que debemos demostrar
que realmente sentimos lo que estamos diciendo, que no es sólo una manera de
escapar a la situación extrema y molesta en que nos hemos metido.

Entonces, lo que es necesario tener en cuenta es que no es sólo cuestión de
terminar con la pelea del momento, sino de realmente llegar al fondo del asunto
y resolver el conflicto de forma exitosa, para que no se repita. Además,
debemos aprender de la experiencia para, el día de mañana, y ante una situación
similar, poder manejarlo de la mejor forma posible.

He
aquí, entonces, algunos consejos que seguramente serán de mucha ayuda para
hacer nuestros pedidos de disculpa mucho más efectivos y útiles para una sana y
satisfactoria relación.
 

La critica no es
destructiva
 

Las
peleas tienen una razón de ser, no son simples caprichos, y razones valederas
suelen subyacer debajo de los conflictos del momento. Además, muchas veces no
se ataca a estas razones más profundas.

Para
entender los motivos de una pelea, es necesario saber escuchar a nuestra
pareja, sin sentirnos ofendidos cada vez que diga algo sobre nosotros que no
nos gusta. Entendamos que nosotros también deseamos expresar nuestras
opiniones, y que las mismas pueden ser también molestas para ella.

Saber
aceptar las criticas muestra que las partes culpables del conflicto son dos, y
que uno solo no tiene la culpa de todo. Seamos entonces comprensivos de lo que
puedan ver mal en nosotros las otras personas, así como de lo que pueden ver
bien; demos también nuestras opiniones y logremos sacar lo mejor de los dos en
este proceso. 

Tranquilidad 

Curiosamente,
la forma que elige el ser humano para discutir sus problemas suele ser la
pelea, una vorágine de adrenalina y emociones destapadas que es lo menos
indicado para emitir opiniones o tratar de entender a los demás.

Muchas
veces, cuando las palabras vuelan y la sangre se agolpa en nuestras sienes,
podemos decir cosas que realmente no sentimos, y que no aportan nada al buen
final de la discusión. En estos casos, cuando nos damos cuenta de que podemos
estar a punto de decir algo que no queremos o que no es real o apropiado, lo
mejor es retirarnos momentáneamente de la discusión, recapacitar, enfriarnos,
dejar a nuestra mente tomar el control por sobre las reacciones emocionales.

Para
esto, es necesario tener un lugar en el que se puedan separar y calmarse. Lo
idea es hacer alguna actividad física en ese momento, ya sea salir a correr,
patinar, andar en bicicleta, o simplemente algo adentro de la casa (lavar los
platos, tocar un instrumento, lo que sea que encontremos relajante y nos
permita controlar nuevamente nuestras emociones).
Dirigir nuestras energías hacia algo constructivo y que nos dé tiempo de
recapacitar es sin lugar a dudas lo mejor que podemos hacer cuando la pelea
amenaza con escapar del control y producir daños duraderos.

Van
a ver que, cuando empiecen a conversar nuevamente, tendrán una nueva
perspectiva de las cosas, se habrán movido aunque sea levemente de cualquier
postura que los tuviese atrapados y que impidiesen el avance hacia una
resolución pacifica del conflicto.

El pasado esta muerto 

Es
clave para resolver la situación olvidarse del pasado. Si queremos mejorar el
futuro, debemos aprender de él, pero no invocarlo en la forma de resentimientos
vacíos que no aportan nada. No importa lo que se haya dicho en anteriores
discusiones, ni siquiera si contradice lo que se está diciendo ahora. La verdad
es que la gente cambia, y lo que se dijo una vez puede ser distinto ahora que
la situación también ha evolucionado (o involucionado).

Un
pacto de no recordar lo dicho en pasadas discusiones puede ser una ayuda
inestimable a la hora de llegar a un final feliz. Ni uno debe recordar lo que
ella dijo, ni ella lo que uno dijo. El pasado está muerto.

Lo único
que realmente importa es lo que está pasando en el presente. El pasado solo
puede agregar más problemas, más resentimientos que tal vez no hayan sanado
correctamente. Y como la discusión se refiere a algo que ha pasado ahora, no
aporta nada la memoria.

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