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Saber escuchar

Cuando no sabemos qué decir y no nos sentimos de utilidad, nos parece que no nos necesitan. En estos casos, una de las cosas más importantes que podemos hacer por nuestros seres queridos es escuchar.

Pese
a que muchas veces pensamos que el hecho de escuchar al otro es algo natural,
escuchar a alguien activamente requiere de mucho trabajo. Escuchar activamente
es una manera especial de responder, en la cual quien pretende ayudar comunica
un entendimiento general de los pensamientos y los sentimientos expresados.
Hace falta tratar de escuchar qué se está diciendo situándose en el punto de
vista de la otra persona.

Imagine
que alguien dice: “Hace casi seis meses que murió mi esposa y mis hijos me
dicen que debería ‘saber superarlo’. Pero no qué es ese ‘lo’ que debo saber
superar. Lo que sí quisiera es que dejen de hacerme ese tipo de comentarios”.

La
respuesta debe expresar respeto y crear confianza en la otra persona,
además de no dar pie a malentendidos. A menudo, alguien que sabe escuchar
parafrasea con sus propias palabras lo que la otra persona acaba de decir.

Una
respuesta puede ser: “Lo que te pasa es que te enoja que tus hijos te estén
empujando a que te muevas en una determinada dirección, y todavía no estás
listo para hacerlo”.

Es importante observar en todo momento a la otra persona
para saber si tus palabras son entendidas correctamente. A menudo esto se
desprende de gestos de comunicación no verbal, por ejemplo un asentimiento leve
o un movimiento molesto de la cabeza de lado a lado que implica desacuerdo.

Consejos
útiles para escuchar a los que lo necesitan

Lo
mejor es ingresar en silencio al mundo privado del otro y dejarlo que sea él
mismo.

NO
estamos escuchando
cuando:

*
Decimos que entendemos una situación aunque nunca la hayamos vivido.
*
Decimos tener una respuesta para el problema sin dejar que la otra persona
termine de expresarlo.
*
Interrumpimos a la otra persona antes de que termine de hablar o le completamos
sus oraciones.
*
Estamos impacientes por tener la palabra nosotros en vez de dejar hablar al
otro.
*
Contamos nuestra experiencia con lujo de detalles, haciendo que la otra persona
sienta que su problema no tiene importancia.
*
Hablamos al mismo tiempo con más de una persona.
*
Rechazamos el agradecimiento de la otra persona afirmando que no hicimos nada
para merecerlo.

ESTAMOS
escuchando cuando:

*
Realmente tratamos de entender lo que dice la otra persona, aunque se exprese
con dificultad e hilvanando frases que parecen no tener demasiado sentido.
*
Entendemos el punto de vista del otro aún cuando vaya en contra de nuestras más
sinceras convicciones.
*
Nos damos cuenta de que el tiempo que le dedicamos a los problemas del otro nos
ha desgastado también a nosotros.
*
Dejamos que el otro tome sus propias decisiones con dignidad, aún cuando pensemos que puede estar equivocado.
*
No le sacamos el problema de las espaldas a la otra persona, pero sí la dejamos
que lo resuelva de la manera que prefiera..
*
No le ofrecemos un consuelo religioso a la otra persona porque nos damos cuenta
que no está lista o no es eso lo que busca.
*
Le damos a la otra persona el espacio suficiente para que se dé cuenta por sí
misma qué es lo que anda mal.
*
Aceptamos la gratitud de la otra persona y le decimos cuánto bien nos hace
saber que la pudimos ayudar cuando lo necesitaba.

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