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Los trabajadores mayores de 40 años deben superar prejuicios laborales

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Se teme que se resistan al cambio, que sean lentos, que se enfermen más fácilmente que los más jóvenes. Pero, ¿será verdad?


Buscar trabajo después de los 40

Los
mayores trabas que impiden a gerentes y
selectores de personal
contratar a
personas mayores de 40 años son mitos y estereotipos incorporados que
atemorizan a los empleadores ante la posibilidad que no se adapten a nuevos
ambientes laborales, no estén a la altura de la tarea a realizar o no rindan lo
que se espera de ellos, pese a que son muy pocos los puestos que objetivamente
no pueden ser ocupados por personas de cualquier edad.

Estos prejuicios no sólo
tienen que ver con cuestiones individuales sino que muchas veces tienen su
origen en el “manual” que manejan los selectores para realizar su trabajo.

Hay que recordar que la discriminación nunca es una cuestión personal sino
social, y que el hecho que pretenda escudarse en alguna construcción teórica
con aspiraciones “científicas” no la
transforma en otra cosa que lo que es, pura y simple discriminación.

Que a su vez puede ser una excusa
para bajar los costos laborales (muchas veces mas supuestos que reales).

Algunos
de los prejuicios más comunes que deben enfrentar son los siguientes:

*
Los trabajadores mayores son resistentes al cambio y lentos para aprender las
cosas nuevas.

*
Son menos dinámicos y tienen excesivos problemas de salud.

* No
tienen muchos años de productividad
permanente antes que se jubilen.

Trabajadores de
mediana edad: los hechos

Es
un concepto erróneo pensar que los trabajadores mayores son resistentes al
cambio, tecnológico. La resistencia para cambiar puede darse en cualquier
persona, particularmente si el cambio no se introduce bien, no se apoya con un
entrenamiento o se percibe como una amenaza. La resistencia al cambio o a nuevos
ambientes de trabajo no es una particularidad de las personas mayores.

En
cuanto a los problemas de salud, los trabajadores mayores no tienen mayores
inconvenientes que los más jóvenes y esto puede probarse en los registros
internos de los trabajos. Por lo tanto, la enfermedad tampoco es exclusiva de
los trabajadores mayores.

Cuando
los trabajadores pasan a sus 50 años, muchos no tienen pensado jubilarse
temprano, en algunos casos planean trabajar unos 20 a 25 años más. Es por ello
que muchos trabajadores a los 50, comienzan una nueva planificación laboral
llena de responsabilidades competentes. Ni que decir cuando el trabajador recién
ronda los cuarenta años.

Aprovechando
las ventajas de contratar a personas mayores

En los Estados Unidos, las empresas
están reconociendo de a poco que la pérdida de obreros experimentados y
capacitados se ha vuelto un problema, dado su baja masiva producida en épocas
anteriores.

Están entendiendo el beneficio que
les trae contratarlos, ya que resultan mano de obra más barata, tienen una mayor
flexibilidad y están dispuestos a trabajar horas extras.

Muchos ya tienen
determinados beneficios, y no necesitan un aporte patronal de cargas sociales
como ocurre en el caso de jefes de familias jóvenes.

Además, los trabajadores mayores
suelen brindar una mayor estabilidad a sus patrones que los más jóvenes, ya que
no buscan un cambio permanente en sus carreras y su utilidad es más previsible.
El rédito de contratarlos para las empresas es una menor inversión financiera
inicial.

En algunos casos, siguen manteniendo
sus jubilaciones además de trabajar, por lo tanto no tienen tanta necesidad de
dinero.

Según
estudios recientes de recursos humanos, se cotizan más altos que otras edades
en cuanto a su experiencia y conducta de trabajo, eso suele manifestarse en los
juicios, en un mayor compromiso de calidad laboral, en su ayuda a revertir las
bajas de producción, asistencia y puntualidad.

Otro
elemento interesante que aportan los trabajadores mayores tiene que ver con su
madurez, y proyección de trabajo.

Sin embargo, también es cierto que,
al igual que en Argentina y el resto de América Latina, gran parte de las
empresas todavía se resisten a contratar esta mano de obra, considerando
innecesaria la experiencia.

Esto puede ser cierto en las pequeñas
compañías que necesitan un entrenamiento temporal muy específico y para las
cuales no es necesario tener un conocimiento previo de la tarea.

Lo curioso en
todo esto es la gran cantidad de avisos que piden trabajadores jóvenes y con
experiencia, una contradicción en sus términos salvo que se aplique una
definición de “experiencia” diferente de la del diccionario.

La
experiencia laboral de los mayores les permite adaptarse a nuevos ambientes
laborales, como también trabajar en forma individual. Pero ya han experimentado
con relaciones interpersonales y saben cómo desenvolverse en una atmósfera de
trabajo.

Otro de los beneficios que trae
contratar a las personas mayores es su fidelidad para con el trabajo, y la
empresa, siempre y cuando se les respeten los descansos necesarios para
relajarse y atender compromisos familiares.

En otras palabras: las personas de
mediana edad en adelante están más dispuestas a “ponerse la camiseta” de la
empresa, y también son menos proclives a dejarse avasallar.

El
día que las empresas comprendan que, como dice el dicho, “lo barato sale
caro”, podrán aprovechar el valor de la experiencia y les irá mejor, tanto a
ellos como a sus trabajadores.

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