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Revelaciones esotéricas sobre la Venus de Milo

Connotaciones entre sus senos y la carencia de brazos.

Cuando
hablamos de este siglo XX es común relacionarlo con el auge de la técnica, de
la cibernética y para el siglo XXI creemos que nacerán robots.

Por
el contrario, si nos detenemos un poco veremos que este siglo nos deparó la
fascinante sorpresa de presentarnos un panorama de vida interior sobre el cual
estamos dando todavía los primeros pasos.

La
Historia nos reveló planteos nuevos tan apabullantes como aceptar "los
recuerdos del pasado". El esoterismo, con todo su espectro novedoso, rompió
en este siglo el ocultismo a que estaba condenado.

Algunos de estos elementos me permiten publicar este trabajo, donde estoy en
condiciones de revelar lo que se llamó el misterio de la Venus de Milo: la
carencia de sus brazos, que apasionó a tanto historiador, crítico y ensayista.


La realidad es ésta: Cuando el escultor terminó aquel día su tarea, no estoy
en condiciones aún de precisar la fecha, como le era habitual, se acostó con
la modelo.

En un gesto pasional ancestral, le besó el seno izquierdo mientras ella, también
en un gesto pasional ancestral, le echaba todo su busto sobre la cara.

Busto exhuberante como se puede apreciar en cualquiel foto sin necesidad de hacerse una escapada hasta el Louvre.

Quiso
la mala fortuna que mientras él tenía su boca ocupada y la fosa nasal derecha
tapada por el seno izquierdo, ella, en su ímpetu y con el seno derecho, le
tapaba la fosa nasal izquierda.

Así
estuvieron apasionadamente abrazados, y como ella viera que él se estramecía
debajo, tuvo una expresión que hoy podríamos traducir como "lo estoy
matando". Y efectivamente lo estaba matando. Y lo mató.
Así quedó inconclusa la obra de arte.

Obviamente
también quedó inconclusa la sesión amorosa.

Si
bien se dice actualmente que la escultura fue descubierta en 1820, en realidad,
ya en el siglo III a.C. se la conocía como la "VENUS DEL AHOGADO" y
así la menciona Urartes en su "Crónica Escultórica".

Varios
siglos después, el Papa Benevento, llamado así porque le sacaba limosnas hasta
a los escoceses, cuando ordenó la confección de su "Artis Mundi",
conociendo el origen del nombre lo prohibió, haciéndola llamar simplemente
"LA MANCA".


Y aparece aquí el esoterismo. Elemento con el que trabajo en apoyo de la verdad
histórica.
A mediados del siglo pasado, durante una sesión mediúnica realizada en París
por un grupo muy responsable de espiristas, un medium, que en su vida normal tenía
una voz comparable a la del actor Gomez Cou, en trance, tomó una voz como de 
quien estuviera sufriendo un fuerte resfriado, o simplemente, con la naríz
tapada.

Era
el espíritu del artista que explicó lo ocurrido y se lamentó, ante ese grupo,
justamente atónito, que el Gran Hacedor" le impedía reencarnar por cuanto
no le perdonaba haberse dejado morir así, sin defensa, impidiendo producir las
grandes esculturas a que estaba destinado.

El
reconoció que efectivamente, un simple y oportuno mordisco le hubiera salvado
la vida, pero que en ese momento no se animó.
Ya en este siglo XX el "Gran Hacedor" le permitió reencarnarse y
siguiendo la línea de afinidad, fue artista plástico.

Pero
él deshechó la escultura, se dedicó a la pintura y fue uno de los primeros
que pintó mujeres con un seno en una punta de la tela, arriba a la derecha y el
otro en la otra punta, abajo a la izquierda.

En
el medio aparecen ojos, piernas, brazos, torsos y un sol. Como se ve, el hombre
no quería verlas juntas ni en un cuadro.
Sin querer pecar de aforista, a veces pienso (pienso?): Todo misterio deja de
serlo cuando es revelado.

Febrero/1980.

Nota de la Redacción: el autor, Prof. Z.A.R, se llamaba Zaccai, Alfredo
Roberto, nació en 1923 y falleció en 1981.

Lo encontré en el cajón de los recuerdos familiares, pues soy su sobrina y
ahijada, y como soy una convencida que "el mejor homenaje que se le puede
hacer a quien nos hizo felíz, es recordarlo con una sonrisa", quise
compartir con ustedes este relato que siempre que lo leo me arranca una sonrisa.