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Historia de la Colombofilia

Miles de personas en la Argentina renuevan su pasión por las palomas, dedicando su tiempo libre, y a veces un poco más, a un pasatiempo que como muchos otros nació de una costumbre antigua y derivada de una actividad de primera necesidad.

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Las
competiciones colombófilas surgieron como consecuencia del empleo considerable
que se hizo de las palomas mensajeras antes de conocerse el telégrafo y la
radio. En Bagdag funcionaba ya en el 1100 un servicio postal de palomas
mensajeras.

La
agencia REUTER las utilizó todavía en 1849 para salvar el bache existente en
el sistema telegráfico europeo entre Berlín y Bruselas. Durante la I y II
Guerras Mundiales la casi totalidad de los ejércitos las utilizaron para
transmitir mensajes.

La
primera competición colombófila importante tuvo lugar en Bélgica en el año
1818, en que se compitió sobre una distancia algo superior a 150 Km. La
habilidad de la paloma como mensajera o voladora se debe a su instinto hogareño,
que la impulsa siempre a retornar a su palomar, aunque haya transcurrido largo
tiempo (incluso varios años), cubriendo grandes distancias.

Por
ejemplo, una paloma de la Marina de los Estados Unidos voló desde Maine a Texas
recorriendo una distancia de 4000 km.

En
casi todos los países los colombófilos forman parte de clubes e inscriben
estas palomas en alguna asociación colombófila nacional y en la Federación
Internacional. Para ello, a cada paloma se le coloca una anilla de propiedad en
la que figura el país, el año y el número de paloma, con lo que queda
identificada a nivel internacional.

En
las competiciones las palomas se encestan en los clubes o asociaciones, se
transportan al punto de salida en jaulas y se anota el momento exacto de la
suelta. Normalmente tardan solo unos minutos en orientarse haciendo círculos
cada vez mas amplios hasta que parten en la dirección de sus palomares.

Para
registrar el momento exacto de la llegada al palomar se utilizan normalmente
anillas elásticas numeradas que se retiran de la paloma una vez está dentro
del palomar y que se introducen en relojes controladores precintados
anteriormente en los clubes registrando la hora de llegada.

Actualmente
se impone la electrónica y se utilizan anillas con un chip. La entrada se
registra mediante un scanner situado en la entrada del palomar y que esta
conectado a un reloj electrónico que posteriormente transmite sus datos a un
ordenador para hacer las clasificaciones. Una vez conocido el tiempo invertido y
la distancia exacta entre punto de suelta y el palomar se calcula la velocidad
media.

Dado
que todas las palomas vuelven a su palomar de origen, los concursos se viven de
manera individual y cada colombófilo espera a sus palomas en su palomar.

En
el colombódromo se inscriben pichones con poca edad y que nunca han salido del
palomar donde nacieron, de modo que tienen el instinto de volver al lugar donde
crecen.

De
este modo todas las palomas reciben los mismos cuidados, tienen los mismos
entrenamientos y por lo tanto las mismas oportunidades de ganar el concurso,
eliminando así las diferencias producidas por la situación geográfica del
palomar, permitiendo competir entre palomares muy distantes con las mismas
condiciones de vuelo.

Además,
el gran aliciente del colombódromo es la posibilidad de que todos los criadores
inscritos puedan disfrutar del día de la competición intercambiando opiniones
mientras esperan a que lleguen sus palomas.