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El árbol de los problemas

Si todos pudiéramos hacer lo mismo…

El
carpintero que había contratado para ayudarme a reparar mi vieja granja,
acababa de finalizar su primer día de trabajo muy duro.

Su
cortadora eléctrica se había dañado y le había hecho perder una hora de su
trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras
lo llevaba a su casa, permaneció en silencio.

Una
vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño
árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.

Al
entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación.

Su
bronceada cara sonreía plenamente.

Abrazó
a sus dos pequeños hijos y le dio un  beso a su esposa.

Posteriormente
me acompañó hasta el auto.

Cuando
pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto
cuando entramos.

"Ese
es mi árbol de los problemas", contestó.

"Sé
que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero hay algo que es seguro:
los problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos.

Así 
que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego.

Luego
a la mañana los recojo otra vez."

"Lo
divertido es…-dijo sonriendo- que cuando salgo a la mañana a recogerlos, ni
remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche
anterior".

Moraleja:

Si
tiene solución, ¿para qué te vas a hacer problema?
Si no tiene solución, ¿para qué te vas a hacer problema??

 Fuente:
Pequeñas historias para grandes momentos, de Walter Salama