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La homeopatía y el temor a estar solos

Homeopatía y personalidad abandónica: los que siempre se sienten no queridos

PULSATILLA NIGRICANS 

La profunda necesidad afectiva de los sujetos Pulsatilla, condiciona su peculiar actitud de dependencia del amor de los demás, un amor que consideran como único remedio para su sensación permanente de desamparo. Por esta razón se vuelven posesivos, dependientes y sumisos.

La profunda necesidad afectiva de los sujetos Pulsatilla, condiciona su peculiar actitud de dependencia del amor de los demás, un amor que consideran como único remedio para su sensación permanente de desamparo. Por esta razón se vuelven posesivos, dependientes y sumisos.

 La soledad, a la que temen profundamente, se acentuará toda vez que hagan consciente el riesgo de perder el amor protector. La desesperación que experimenta ante la posible pérdida, sólo es mitigada por la recepción de un consuelo basado en el logro de otro afecto sustitutivo. 

      Como al mismo tiempo se trata de personas inseguras y faltas de auto-confianza, se agrega a lo anterior la peculiaridad de ser asustadizas, ya sea a la oscuridad o a quedarse solas y por ende a ser descuidadas afectivamente. 

      La apariencia de suavidad, dulzura y docilidad que suelen exteriorizar, pretende despertar hacia ellas la conmiseración o lástima protectora en los que las rodean. Se dirigen hacia los demás buscando el amor, la comprensión y el apoyo. 

      Evitan las confrontaciones directas porque las acercan al peligro de disgustar a los demás, y perder así su protección. Padecen de una verdadera resignación por previsión. Suelen desalentarse con facilidad, lo que aumenta su pena silenciosa y su necesidad de apoyo exterior; son lloronas, pero sólo para despertar lástima y atenciones. Mejoran con el consuelo, pues éste les ofrece el re-aseguro que necesitan para confirmar que son queridas y que no están verdaderamente solas. 

      La imagen de fragilidad es una actuación defensiva, porque en el fondo poseen una fortaleza propia de los abandónicos, hecho que confirma la variabilidad del remedio y la lentitud congestiva de su circulación.

       En los casos más extremos se vuelven serviles, aduladoras, condescendientes y exageradamente respetuosas, con la pose propia de los que no piden nada, actitudes que confirman sus mecanismos defensivos orientados a ganarse el acercamiento piadoso o el apoyo por la lástima. 

      Necesitan las caricias, los mimos, como una forma material de alimentar su vacío emotivo, pero suelen olvidar con rapidez el efecto logrado y vuelven a la carga, esperando que con la reiteración de esas demostraciones que les fueron otorgadas, le sean confirmados una y otra vez los sentimientos de los demás hacia ellas, es decir, son extremadamente posesivas, absorbentes y celosas, pero todo lo enmascaran detrás de su postura de dulzura y docilidad. 

      Es sumamente raro que opten por una actitud de defensa activa que les haga dejar de lado su peculiar pasividad. Es común, en cambio, que cuando notan que sus intentos compensatorios comienzan a fallar, se sumerjan en un abismo de melancolía y depresión, desalentándose, martirizándose y volviéndose indiferentes al placer. 

      Esto se observa a través de un comportamiento de aislamiento silencioso, de indolencia y pudiendo permanecer calladas y estáticas por períodos prolongados. 

      Hay que tener en cuenta también su extremada vulnerabilidad ante las pérdidas afectivas, las malas noticias y la cólera reprimida.

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