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Secuestros virtuales: el cuento del tío siglo XXI

La estafa comienza con un llamado telefónico. El mensaje, es aquel que muchas familias escuchan en las crónicas periodísticas de Latinoamérica, pero nunca en sus propios teléfonos: “tenemos a su hijo secuestrado”…

Totalmente shockeada, la
persona que ha recibido el llamado solo atina a seguir al píe de la letra las
indicaciones del delincuente, sin reparar en lo extraña que son las mismas, ya
que le solicitan que para poder lograr que sus hijos retornen con vida al hogar,
deben comprar tres o cuatro tarjetas de pulsos telefónicos, para pasarles luego
sus números, nombre de empresas y claves secretas que se encuentran en las
mismas.

 Luego, los delincuentes
afirman que volverán a comunicarse, pero al cabo de rato llega el hijo,
totalmente despreocupado, luego de ver una muy divertida película.


 El nuevo secuestro virtual

 Los oficiales de policía
han denominado a este nuevo tipo de estafa como “secuestro virtual”. Como habrá
podido observar, los autores de las llamadas jamás tuvieron a ningún rehén, sino
que sólo aprovecharon la ausencia temporal de esta persona, para así cargarse
con el módico botín de las claves de algunas tarjetas telefónicas, las cuales,
en su conjunto, no pueden superar los cien dólares.

 Pero mucho más nocivo que
la pérdida económica, son las horas (tres o cuatro) que transcurren entre la
llamada y la toma de conocimiento de que la misma sólo se trató de un
sofisticado “cuento del tío”. Sucede que con la actual ola de secuestros
extorsivos, la posibilidad de sufrir uno de estos dramáticos sucesos es una de
las mayores pesadillas de las familias de Latinoamérica, con lo cual este tipo
de engaños pueden tener un efecto verdaderamente devastador.


 Modus operandi

 Según afirman los
policías, se han podido detectar dos modus operandi en estos tipos de estafa:
llamadas desde las cárceles, o, los más sofisticados, averiguaciones de
información en cine.

 El primero de los casos,
se trata de delincuentes que se encuentran cumpliendo condenas efectivas, que
disponen en sus celdas o patios de teléfonos públicos. Estos reos realizan
llamadas al azar, generalmente con cobro revertido, hasta poder dar con una
situación similar a la que plantean, es decir un hijo que se encuentra ausente
de la casa. Luego, una vez conseguidos las claves de llamadas, utilizan parte de
estos números para hacer nuevos “secuestros virtuales” y venden la otra parte a
otros presos que deseen llamar a sus familiares. 

El segundo de los casos,
mucho más sofisticado, consiste en hacer llenar, en la entrada de los cines, un
cupón que supuestamente se utilizará para un futuro sorteo. Como en esos cupones
se pide nombre, apellido, y número de teléfono, los delincuentes aprovechan la
información y las dos horas que durará la película (sumado a que el celular de
los chicos debe estar apagado en el cine) para actuar con suma eficiencia y
seguridad. El resultado final es nuevamente la obtención de claves por valores
de aproximadamente cien dólares, las cuales son vendidas o regaladas a los
reclusos durante las jornadas de visita o bien utilizados para llamar al
exterior.


 Previniendo el delito

 Como señalamos, este tipo
de secuestros no tiene mayores incidencias en lo económico (los montos
“entregados” difícilmente superen los cien dólares), ni en la vida de los
supuestos secuestrados (que de hecho se encuentran sanos y salvos, e incluso
divirtiéndose, en algún lugar de la ciudad), pero sí en el aspecto emocional del
familiar que recibe la llamada, quien debe atravesar un durísimo transe hasta
conocer la verdad. Por eso, para prevenirse de sufrir estos delitos los
especialistas recomiendan:

 1. Nunca aceptar llamadas
con cobro revertido si no se tiene claro quien es la persona que las efectúa. 

2. No asustarse demasiado
si se requieren las claves de una tarjeta pre-paga de teléfono como parte del
pago. Si considera que puede haber algo de veraz en la llamada puede otorgarlas
para considerarse más aseguro, pero debe saber que muy posiblemente se trate de
un “secuestro virtual” por lo que muy probablemente su familiar se encuentre
totalmente sano y salvo.

 3. En el caso que se den
los números, guardar los mismos para, en primer lugar, solicitar la cancelación
de la clave a la empresa telefónica, y en segundo, para que cuando se haga la
denuncia a la policía se pueda contar con estas pruebas, ya que las empresas
telefónicas podrían rastrear a las personas que realicen llamadas con estas
claves.   

4. Recomendar a los hijos
que no llenen ningún tipo de cuponera o promoción, -ni siquiera si tienen logos
de empresas conocidas-, antes de entrar a cualquier lado, sobre todo si en ese
lugar deberán tener apagados sus teléfonos celulares (cines, teatros, clases de
la universidad, etc.).