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Combatiendo el abuso físico de nuestros mayores

Un padre o familiar mayor que se encuentre bajo la atención de un cuidador, o incluso un familiar, podría estar siendo víctima de un abuso físico. En esta nota, algunas claves para detectarlo, y para actuar en consecuencia

Muchos de los abusos
físicos sufridos por los mayores, podrían llegar a pasar desapercibidos, puesto
que a menudo se asume que las persona más adultas tienen achaques propios de la
vejez, que pueden provocarles un aspecto similar al de una persona golpeada.

 Por eso, es necesario que
la familia, los amigos y los profesionales del cuidado médico, estén muy atentos
sobre la existencia de signos de potencial abuso, en especial en aquellos
asistidos por cuidadores.



 
Algunos signos para detectar el abuso físico



 
Estos diez ejemplos,
podrían ser claros signos de la existencia de un abuso. No son los únicos, pero
muy probablemente alguno de ellos aparezca en un mayor abusado

 1. Desnutrición o deshidratación. Privar a los ancianos
del alimento o el agua como una forma de castigo, es un acto de crueldad que no
es nada atípico. La pérdida repentina de peso, los labios agrietados, las
membranas nasales secas, o cierta incapacidad para producir lágrimas, pueden ser
indicadores de esta situación.

 2. Heridas o llagas abiertas en el cuerpo.
Esto puede indicar una
falta de cuidado apropiado, sobre todo en el caso de personas mayores postradas.
También podrían ser indicios de los resultados de una conducta abusiva de parte
de un cuidador, que ha usado cigarrillos para quemar el anciano, o los ha
pinchado con lápices o algún otro objeto pequeño y fino, o directamente con un
objeto cortante.


 



3. Marcas y moretones.
Estas marcas podrían ser el resultado de
golpes con escobas, cinturones, cuerdas, u otros objetos similares que, se sabe,
han sido utilizados para golpear a las personas mayores.

 



4. Pérdida del cabello en determinadas áreas específicas.

Esto podría ser un signo de que se les ha tirado fuertemente del cabello.

 5. Fracturas de huesos. Si las mismas no puedan ser claramente
explicadas por los cuidadores, y los mayores se muestran reticentes a hablar de
las mismas, esto podrá ser un signo de abuso. 



6. Signos ineludibles.
Como marcas de mordeduras o quemaduras,
impresiones de dedos, rasguños, ojos morados, o narices y/o uñas rotas.

 7. Cuidadores que llevan al anciano frecuentemente hacia salas de emergencia.
Muchas veces, esta necesidad se justificará, pero los cuidadores pueden usar
este “cuidado” como un arma para encubrir su abuso.

 



8. Indicaciones de que la persona mayor está sobre-medicada.

Muchas medicinas tienen efectos de soñolencia o duermen totalmente a los
pacientes. La gente en esta condición, se torna dócil, y nunca se quejas ni
“tiene necesidades”.

 



9. Indicaciones de que la persona mayor está sub-medicada.


La falta de medicación necesaria, es también un tipo del abuso físico, ya que se
está privando a los mayores de su necesario cuidado médico, que les puede evitar
lesiones y otro tipo de problemas. Además, los cuidadores podrían retener las
medicinas como una forma de amenaza, castigo o incluso de chantaje. “Me hace
este cheque a mi nombre o no tendrá sus píldoras de corazón”, podría ser un tipo
de amenaza.


 
10. Torceduras, dislocaciones y heridas sin tratamiento, en varias etapas de la
curación.

También son signos de posibles abusos.

 

La complicidad del silencio

 

Existen un gran número de
razones por las cuales una persona mayora podrían no informar ni hablarle a
otros miembros de su familia con respecto a su abuso. Estos diez ejemplos,
podrían ser algunas de las mismas. No son las únicas, pero muy probablemente
alguno de ellas aparezca en un mayor abusado:

 1. Pueden sentirse
avergonzados del abuso.  

2. Pueden negarse a sí
mismos lo que les está sucediendo, minimizando el abuso y convenciéndose a sí
mismos de que ello “no es realmente malo”.

 3. Pueden preocuparse de
que su informe pueda afectar la convivencia con su pareja.

 4. Pueden sentirse
culpables y creer que ellos son la causa del abuso, probablemente a causa de lo
que el mismo abusador les ha hecho creer.

 5. Pueden haber sido
abusados en otros tiempos de su vida y la situación presente es apenas una
continuación de una larga historia de abusos.  

6. Pueden odiar verse
débiles o vulnerables.

 7. Pueden haber creído en
las disculpas del abusador, quien constantemente les asegura que ello jamás
volverá a suceder. (La víctima suele necesitar, desesperadamente, creerles).

 8. Pueden tener miedo de
que nadie les crea.

 9. Pueden tener miedo de
otros futuros desconocidos que puedan venir a suplantar al abusador. Tal vez
piensen, después de la experiencia, que la situación podría ser aún peor.

 10. Pueden sentir que su
peor pesadilla es finalizar en un geriátrico, por lo que creen que soportar al
abusador podría ser la única forma de seguir en sus casas.

 Más allá de las razones
que una persona mayor elija para no hablar del abuso, nunca se debe pensar que
ellos son culpables del abuso, lo merezcan, lo gocen o sean culpables de no
decirlo. Quizás ellos lo han dicho previamente, y nadie les ha creído. Como
sucede con el abuso hacia los hijos o las parejas, los abusadores son
frecuentemente unos expertos en ocultar las evidencias, por lo que los amigos,
vecinos y otros miembros de la comunidad podrían no creer que las personas que
comenten el abuso, actúen efectivamente de tal manera.


 Cuando el familiar es el victimario

 El concepto popular que
se tiene de los abusadores de personas mayores, a menudo incluye un cuidador
desalmado, que tal vez haga un trabajo que en realidad no quiere realizar. Es
duro imaginarse que un hijo, o un nieto abusen de un anciano, pero de hecho, en
los Estados Unidos, uno de los pocos países que cuentan con estadísticas al
respecto, estos familiares conforman el treinta y seis por ciento de los casos
informados de abusos a mayores (los cuales, según el mismo estudio, conformarían
en total una población estimada de catorce millones de mayores, de los cuales
casi el 70 % serían mujeres y el 30 % hombres). 

En efecto, los abusadores
de gente mayor pueden ser personas que dependan o convivan con el adulto. Esto
puede incluir a la familia, los vecinos, los cuidadores profesional, los amigos,
e incluso extraños. Por eso, el cuidado por parte de un familiar, no garantiza
la automática seguridad del mayor.
 

En definitiva…

 Es muy difícil afirmar si
el abuso de mayores es actualmente más frecuente debido al aumento de ancianos
que necesitan cuidado, a la baja en el nivel de los cuidadores, debido a los
actualmente mayores problemas financieros, emocionales o físicos, o en realidad,
sólo está sucediendo que el público en general está más enterado de este
problema. Sin embargo, sí se sabe que el abuso de personas mayores crece en
proporciones enormes.

 Sin embargo, la
contra-cara de esta situación, es que, según los estudios realizados en los
Estados Unidos, sólo diez por ciento de la gente mayor que necesita ayuda o
cuidado, tiene correctos cuidados médicos, como por ejemplo un geriátrico
habilitado. El restante noventa por ciento, o vive solo o con su pareja mayor.
La solución, entonces no es alejar a los cuidadores de los mayores, sino
realizar una profunda evaluación de los mismos (o de los geriátricos), que
incluya antecedentes, referencias, estudias, acreditaciones públicas, etc., y
luego, un constante control periódico.

 Si usted sabe o es
familiar a una persona mayor que sea dependiente de otro/a para su cuidado,
debería estar muy alerta de esta situación, y tomarse un tiempo para visitarlos
y estar con ellos. Si es posible, y la persona mayor pueda vivir con la familia,
déle unas vacaciones temporales al cuidador, para convivir un tiempo con la
persona mayor, y ver si ésta ha modificado sus actitudes. Aquellos que viven en
geriátricos u hogares de reposo, deberían ser visitados inesperadamente en
diferentes partes del día. 

Haga preguntas, observe
potenciales marcas y esté atento de todos los signos. Si en cualquier momento
sospecha que existe un abuso, lleve inmediatamente al mayor a su casa, e informe
a las autoridades apropiadas. En la mayoría de las ciudades, habrá una división
pública de Servicios para Tercera Edad, que investigarán sus alegaciones y
tomarán las medidas correspondientes, de ser necesario. Saber de un abuso y no
tomar medidas contra el mismo, es lo mismo que ser cómplice de un abusador.