El cuello es la pequeña parte del
cuerpo que une la cabeza con el resto. Es decir, es el puente entre tus
pensamientos y tu voluntad, tus emociones y tus acciones. Además, soporta todo
el peso de la cabeza, así que hay que prestar atención y alinearse.

Alinearse y prestar atención es
evitar dolor. Como dijo Patanjali, en los Yoga Sutras: evita el dolor que aún no
nació:

1. Recostate en el piso, respira
profundo. Rodillas al pecho, balanceo de lado a lado. Déjate caer de un lado al
otro, sintiendo el apoyo de tu columna en el piso.

Levanta la cabeza estirando
bien tu cuello por detrás. Senti como se apoya tu columna en el piso, y vuelve a
levantar la cabeza tomándote solo una rodilla, estirando la otra pierna.

2. Talones cerca de isquiotibiales,
subiendo la cadera, despegando con atención vértebra por vértebra del piso.
Respira. Sentí como se estira tu cuello, se abre el pecho, se estiran los
hombros y se fortalecen los glúteos y cuádriceps.

3. Levántate siempre de costado. Si
te es más cómodo, siéntate en una silla. Sentí el peso de tu cabeza y
concéntrate en la exhalación. No dejes que tus pensamientos te lleven a otro
lugar.  

Quédate entero donde estas. 

4. Vuelve a acostarte, boca abajo.
Los brazos alineados con los hombros. Siente como se estira tu cuello y decí que
no.

5. Mira un pie por encima del
hombro.

6. Descansa un rato en la postura
del niño. Si no te llega la cabeza al piso, ayúdate con una almohada o con tus
propias manos. Es importante que con cada exhalación sientas que podes soltar el
peso por la cabeza.

7. Levanta la cola con las manos en
el piso por delante de tu cabeza, y los brazos estirados. Para este ejercicio
vas a necesitar un poco de fuerza de hombros. Relájate, exhala y abre bien los
dedos de las manos. 

¡Listo! Cuello nuevo, vida nueva.

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