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De la recepción

¿Por qué nuestros autores no tienen el mismo reconocimiento en su propio país que en el exterior?

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El itinerario de la recepción en la
literatura
chilena remite a un
abismo, su propio “decalage“. La
instancia escritural, tradicional y absoluta, ha desaparecido, dando lugar a un
nuevo campo de multiplicidad textual muy compleja.

Una
verdadera transformación opera en la malla de expresiones escritúrales vinculándose
estas entre la presencia de la oralidad y lo canónico de la escritura. Comunión
que cruza eras completas de desplazamientos, tensionando la crítica,
presente o ausente en este país.

Urge
entonces la difusión, para no entrar
en la indiferencia o la inercia mental ante los textos. Tal situación no debe
continuar, esta atmósfera pedestre, estudiantil casi, al son de una búsqueda
de algo complaciente o entretenido.

En
palabras mayores, la literatura estaría perfumada por un ligero aroma de
repetición de un pasado siempre mejor. O de un futuro que no dice nada. A esto,
no le hace ningún asco la sociedad de espectáculo en que vivimos. Estamos
condenados a rendirle tributo. A reconocer su seudo-cultura.

El
drama de esta pasividad suele no resolverse en Chile, debido a la intensa
velocidad impuesta por esta nueva sociedad de diversión. Como si todo lo
rutilante fuera signo de prestigio, incluso una cultura “ amable “ como la
sugerida en sus momentos por la post- modernidad criolla.

La
recepción / versus indiferencia se
une debido a múltiples propósitos
.
La tremenda explosión del campo visual, que crea lenguajes literarios, se
confronta con el papel.

Allí
entonces quedan substratos suspendidos, nunca antes contemplados. Un shock de
velocidad podría estimular nuevos campos de expresión, a medida que tales
mecanismos avanzan, hay menos motivación, más indiferencia.

¿
Y la recepción ?
Dilema
que la moda aprovecha de soslayar en los textos. Dicho fenómeno ha sucedido
casi siempre antes de llegar al lector, pero ahora es agudo. El asediante
bombardeo de los medios visuales con
su obstinada niña bonita, la imagen, puede negar rápidamente la literatura.
Toda exhibición de lo visual entra en ese barrido.

Habrá
que abrir nuevos archivos, hablas, y trances inscritos en las nuevas propuestas,
masculino, / femenino, andrógino.
Solo para intentar generar un espacio de ligera sombra con la veracidad que quizás
ya no sea necesaria.

Lo
transreal y lo fáctico llamarían a
develar aquellos códigos que la literatura suspende en sus invisibles rincones y estratos para nacer
.
En Chile, siempre se repiten términos
de una modalidad, el de un solo género, mientras tanto en otros lugares del
planeta se estaría haciendo lo contrario.

Siempre
nosotros, atrás.

Pirámide cultural la nuestra. No se trata de encontrar una solución a un insoslayable de la
literatura en cuestión. Lo desconocido aún queda por aparecer, mientras tanto
nos queda una tendencia a guardar, en un habla esclerosada.

Los
buenos autores son recepcionados fuera de Chile, aquí se muestra un indicador de esta falla.
Lo
que está lejos no causa problemas. Las buenas escritoras deben hacerse el
harakiri.

Se
piensa que se han perdido valores. No se ha perdido nada. Faltaría un gran
sacudimiento. El poder resulta ser un buen amigo. Ordena pensamientos
aseguradores. Incluso es un buen advenedizo en la sintaxis de un país
adormilado. El mercado lo despierta con su sociedad de espectáculo para todo público.

Algunos
añoran un imaginario bucólico, un “Locus Amoenus”,
para nuestra literatura que aún no despierta. Especialmente en poesía como
medio de salvación.

Los
críticos hacen esfuerzos por consagrar su trabajo, buscando en la urna de las
editoriales, alimento. Mientras el escenario de las librerías despliega vanamente libros y
más libros, dando lugar a un exceso de tolerancia sin debate. En su seno, la
recepción entonces resultará desacralizadora.

Recepcionar
sería como pensar. Esto es mal visto.
Es
digno de marginalidad. A los textos reflexionados se les tilda de, sufridos, porque no hay ningún interés por nada en definitivo.

Los autores y los lectores viven en repliegues, en un ir y venir empañado de cierto
individualismo que da estatus, que no hay que perder. Da a pensar
que la multitud terminará en un universo dorado que termina por añorar desde
tanta indiferencia.

La
restricción de los medios es severa. Literatura de marco dorado para niños
adultos. Sin embargo la literatura es un cuerpo independiente. Está posada en
el lenguaje. Dista de ser manipulada. Entonces la recepción se dirá nula. Y
nula también será la visión actual y momentánea. Más el empobrecimiento del
lector igualmente entretenido con lo que nunca se podrá ver.

O
lo que el mismo esperó ver y no verá jamás. La
censura por lo tanto no será necesaria en este país, ya está instaurada en
nuestra mentalidad.
Aunque la imagen banalice el cotidiano, algo
deberá suceder.

Un
corpus en movimiento como es la literatura obedece a una velocidad, elegida por
sí mismo. La literatura es concreción que no se puede, ni se debe apostar como
un juego de naipes.