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Donde los afectos no juegan. Negocios en Familia

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El crecimiento de una empresa familiar exige a la incorporación de ejecutivos externos. ¿Cómo evitar la crisis?


Nada peor que un intruso en la cómoda armonía familiar, dicen los parientes.
Porque discutir cómo marcha el negocio o la mejor táctica de venta, acompañando
el debate con los ravioles del domingo, suele ser la placentera práctica de
muchas familias propietarias de
empresas.


El hijo mayor se ocupa del marketing,
el padre gerencia las sucursales del interior y el abuelo, fundador de la
dinastía, aconseja desde su sillón los pasos a seguir.

Pero en algún momento los
negocios crecen y se descontrolan un poco. Alguien propone contratar a uno o dos
ejecutivos profesionales. Un gesto temeroso se dibuja en los miembros del clan.

Llegó el intruso.

Combinando a Freud y Peter Drucker, los consultores de empresas deben asistir
asiduamente a traumatizados empresarios, que han decidido incorporar a sus
organizaciones familiares un staff profesional.

Estela Pereyra, directora de E.
P. y A. Consultores en Recursos Humanos, es una de las especialistas en esta
problemática que involucra tanto a las
PyME como a las grandes compañías, ya que
, según sus cálculos 70% de las empresas existentes son familiares.

Sabemos que en toda relación de parentesco existen sentimientos encontrados
-dice- que van desde la admiración y el amor hasta el desprecio y el odio.

Muchas veces existen sentimientos opuestos, como por ejemplo el querer realmente
a un hermano y sin embargo sentir una rivalidad tan grande a nivel laboral, que
podemos percibir fastidio cuando un negocio realizado por él tuvo éxito.

– ¿Cuándo entra en crisis la estructura
empresario-familiar?
A medida que la empresa va creciendo o logrando un lugar en el mercado, va
requiriendo capacidades de sus dirigentes que ya no pueden darle los familiares,
y llegan a la conclusión de que es necesario ingresar capacidades de afuera.

– ¿ Existen actitudes de boicot hacia el ejecutivo que ingresa?
Si en la mente de alguno de los integrantes de la organización se ha instalado
la desconfianza, si ven a esa persona como a un rival o intruso, si le esconden
información, si entre ellos hacen comentarios destinados al fracaso de su
gestión, sin duda el resultado será el fracaso.

– ¿ Entonces?
Cada uno de los familiares-gerentes debe actuar en forma positiva, apoyando las
ideas, esperando los mejores resultados (ya que si se beneficia la empresa se
beneficiarán todos), favoreciendo la comunicación, informando hasta los mínimos
detalles, delegando funciones, reconociendo cuándo una gestión tuvo el resultado
esperado.

Observé muchas veces que el nuevo staff no obtiene los resultados
esperados, por falta de confianza de los familiares.

– Parece una actitud autodestructiva…
Piense en los siguiente: cuando gana un partido político y presenta un plan
económico, sabemos que si es exitoso nos beneficiaremos todos.

Sin embargo, el
partido de oposición (que por lo general representa casi el 50% del electorado)
dice estar de acuerdo con el plan, pero en realidad no desea que triunfe. Es
decir, todo tiene que ver con la sinceridad. Si no vamos a depositar toda
nuestra confianza en este nuevo colaborador, ni siquiera hay que buscarlo porque
está condenado a no obtener resultados antes de comenzar.

– ¿La gestión de staff profesional termina siendo exitosa?
Nos rodean muchas empresas familiares que han alcanzado un primerísimo lugar en
el mercado, que también en algún momento se encontraron en esta situación y no
solamente lograron superar el impacto sino que se beneficiaron con él, y
continuaron repitiendo exitosamente el ingreso del staff no familiar.

– ¿Hay alguna clave para seleccionar a los ejecutivos no familiares?

Es un tema muy amplio, pero en forma muy resumida debe comprenderse que el nuevo
integrante no representa una amenaza.


Hay que lograr que se adapte a los
objetivos, pero cuando éstos no están claros el nuevo gerente encuentra
dificultades para definir qué métodos aplicar… y aunque cuesta creerlo, en la
mayoría de las empresas falta claridad en los objetivos. También debe
seleccionarse con mucho cuidado al candidato.

Es preferible que no sea amigo
para evitar que se integre con conceptos prefijados. Por último, debe
depositarse en él toda la confianza para que logre los resultados planeados.

Fuente:
EP&A