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La tortugas necesitan tanto cuidado como cualquier mascota

La apariencia inexpresiva de la tortuga de tierra hace que muchos crean que la atención y cuidado que necesitan sea exigua y esporádica.

Sin
embargo, conociendo mas sus hábitos, uno puede darse cuenta de que la tortuga
necesita tanto de nuestro esmero como cualquier otra mascota.

El
alojamiento más adecuado es un terrario de dimensiones proporcionales a las de
nuestra mascota. Para los ejemplares pequeños puede ser suficiente una caja
vivario o un acuario viejo, pero cuando crecen se hace necesario un lugar más
espacioso.

Sobre
una tabla rectangular donde pueda desplazarse colocamos unas paredes de no más
de 30 cm. De altura que las resguarden de las corrientes de aire.

A este
sencillo contenedor se le dota de un suelo de gravilla gruesa, rocas
redondeadas, ramas secas que ofrezcan refugio y embellezcan el conjunto, un
recipiente para el agua de bebida o baño y se le instala calefacción e
iluminación.

Las
tortugas, como los demás reptiles, son incapaces de mantener su temperatura
interna constante. Por ello precisan fuentes externas de calor para alcanzar su
temperatura óptima de actividad.

En
el terrario puede consistir en suelos radiantes o iluminación adecuada. La luz
de las lámparas infrarrojas permite el calentamiento de las tortugas sin elevar
la del ambiente a la vez que ilumina el terrario.

La luz solar, además de
calor, permite que sobre la piel de nuestras mascotas se fabrique vitamina D, un
metabolito esencial para la correcta utilización del calcio de la dieta que ha
de reforzar los huesos y el caparazón.

Es
importante por tanto ofrecer a las tortugas la posibilidad de tomar baños de
sol durante un par de horas al día. Además, hay que mantener un cierto grado
de humedad en el terrario pese a que las tortugas terrestres parece que puedan
prescindir de ella al provenir de ambientes cálidos y secos.

En
realidad beben bastante agua y disfrutan de un buen baño refrescante. Para
evitar un ambiente excesivamente seco se coloca en el terrario un recipiente no
muy profundo siempre lleno de agua limpia.

En
un rincón del terrario, y alejado de la fuente de iluminación, se les prepara
un refugio con piedras, ramas, musgo u hojarasca en el que puedan resguardarse
cuando noten excesivo calor o como dormitorio. No conviene plantar vegetales
decorativos ya que, por su régimen alimenticio, muy pronto terminarán con
ellos.

En
nuestras latitudes es muy frecuente que las tortugas hibernen. Para ello, en otoño
buscan un refugio entre la vegetación o las piedras y pasa en estado latente
todo el invierno.

No
comen, no beben ni muestran actividad alguna y su metabolismo se mantiene muy
bajo. Pero con la llegada de la primavera despiertan y reemprenden su actividad
habitual.

Podemos
alimentar a las tortugas terrestres con toda clase de frutas y verduras:
lechuga, tomate, manzana, zanahoria, fresas, cerezas, etc.. También agradecen
algo de carne: hígado de ternera o carne picada, comida para perros, caracoles
e insectos (a ser posible vivos para darles vivacidad).

Ya
hemos dicho que el calcio es muy importante en su dieta, y se puede complementar
con un bloque mineral siempre a su disposición o con preparados específicos.

En
algunos casos, y como sucede con los mamíferos en general, cada individuo tiene
sus preferencias. Una vez conocido los hábitos de nuestra tortuga es importante
balancear su alimentación y estar atentos a las reacciones que constantemente
demuestran.