Es un pregunta interesante,
primero por esa idea que tenemos de que si eres jefe tienes que ser un tirano,
algo que por supuesto te genera mucha incomodad y que quieres evitar a toda
costa; con lo cual tiendes hacia el otro extremo, ser blanda e intentar ser
amiga de tus empleados, con no muy buenos resultados.
En mi
trayectoria profesional he tenido varios
supervisores, cada uno con sus
características y algunos muy buenos.
Esto es lo que los hacía buenos jefes
según mi experiencia:
- No
confundían la
autoridad
con el autoritarismo. Eran firmes, exigentes, te
decían lo que hacer y para cuando, pero sin órdenes ni descalificaciones de
ningún tipo. Al contrario, amablemente y con una sonrisa en la boca.
Eso no
quita que no tuvieran sus malos días, como todos, o que no se enfadaran de vez
en cuando; pero SIEMPRE con respeto y sin faltar.
- Eran
muy motivadores, siempre animándote, creyendo en ti, dándote ese voto de
confianza, ese “tú puedes” que te hace llegar muy lejos.
Recuerdo claramente la
primera vez que tuve que cargar un gel de agarosa (perdonad la jerga científica)
con muestras importantes, estaba temblando de tal manera que pensaba que
destrozaría el gel entero y no quería estropearle el experimento a la persona
que me supervisaba.
Cualquiera habría dicho “Trae ya lo hago yo”, pero él me
dijo “¿Por qué lo vas a estropear? Lo vas a hacer muy bien, no te preocupes” y
me dejó continuar (por si os pica la curiosidad lo hice bien; no muuy bien, pero
no estropee nada ; ).
Eso me dio tal confianza que le perdí el miedo a todo tipo
de geles (incluídos los de poliacrilamida) y además, las veces que he tenido que
enseñar a un estudiante novato cómo hacerlo he procurado seguir su ejemplo.
- Querían
lo mejor para mi. El que yo considero que ha sido el mejor supervisor
científico me dijo “lo que yo quiero es que llegues donde yo estoy o más lejos,
y te voy a ayudar en todo lo que pueda”.
Imagínate el apoyo que sientes, no hay
competencia absurda, no hay aquí mando yo y tu no vas a llegar tan alto en tu
vida porque eres un inútil miserable.
- Sabían
escuchar. No se obcecaban con su forma de ver las cosas ni se cerraban a
aprender. Escuchaban con atención ideas y sugerencias y hacían las críticas
constructivas que hicieran falta o te aplaudían la iniciativa.
- Me
daban libertad. Personalmente no hay nada que me agobie más que tener a
alguien encima continuamente, por eso apreciaba muchísimo que me dieran libertad
y me dejaran un poco a mi aire.
El poder hacer las cosas cuándo y cómo quisiera
siempre y cuando lo hiciera. Por supuesto eso tiene sus desventajas, estás tan
involucrada en tu proyecto que trabajas fines de semana y todo lo que haga
falta.
Si estás en una situación con gente a tu cargo,
quizá mi experiencia te pueda servir para saber cómo tratar a tu equipo. Pero
una cosa está clara, no es fácil y te van a criticar siempre.
Si ya te critican
sin tener gente a tu cargo, imagínate cuando asciendes. Es ley de vida y hay que
aceptarlo.
En mi opinión, lo que importa es que al final del día o de tu carrera
sientas que lo has hecho lo mejor que has podido, que has sido íntegra,
respetuosa, amable y que les ha ayudado en todo lo que has podido.
Luego entra
en juego el tema de las distintas personalidades, las relaciones entre ellos y
la manera de motivarlos para que hagan un buen trabajo. Cada persona es un mundo
y tiene distintos motivantes (dinero, estatus, responsabilidad), pero eso ya es
harina de otro costal…
Por Aida Baida Gil
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