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Mi amor murió de S.I.D.A.

Querido amigo: Hola. Me llamo Manuel y tu no me conoces. El otro día vi tu pagina web y me gusto mucho, vi una sección donde podía uno contar su vida o una historia. Pues bien te voy a contar la mía, aunque a nadie le interesa creo que por lo menos tu me escucharas y eso me hace sentir bien.


Yo nací en Cuenca, por desavenencias con mi familia
me vine a trabajar a Madrid, a buscarme la vida. Al principio fue duro, pues
como no tenia dinero y no encontré trabajo tuve que dormir donde podía y vivir
gracias a la caridad de la gente, de entre esa gente conocí a un señor, que me
echo una mano, buscándome trabajo, en una fabrica de envases de plástico de un
familiar suyo.

Fue así como poco a poco logre levantar cabeza, alquile un piso
y me sentía útil en la vida. No salía mucho pues apenas tenia amigos y los
pocos que tenia no confiaba mucho en ellos, pero bueno fui tirando como pude.

Un día en la parada del autobús que me llevaba al trabajo; vi una chica tenia
sobre 20 años fue como un flechazo, aunque no me atreví ni ha decirle ni hola.

Pasaban los días y cada vez que la veía me sentía muy feliz, aunque solo
fuera verla. Ella vestía unos pantalones vaqueros ajustados, y una blusa floja,
el pelo largo y rizado, en sus pies unos deportivos altos.

Sus ojos eran
especiales; al mirarlos te perdías en la inmensidad del mar, me cautivaban.
Un día lluvioso y gris a la vuelta del trabajo allí estaba ella bajando del
autobús, le ofrecí mi paraguas para cobijarnos de la lluvia y así poco a poco
comenzamos a hablar, se llamaba Cristina, Cris para los amigos. Fuimos aun bar a
tomar algo y charlamos largo y tendido.

Ese mismo fin de semana quedamos para ir al cine, como amigos. Pasaban las
semanas y los encuentros eran muchos. Un día que fuimos al cine a ver una película,
de dos personas deficientes mentales, no recuerdo el titulo.

En una de esas
escenas de emoción y pena, ella empezó a derramar unas lagrimas que bajaban
por sus mejillas como olas suaves que acarician la arena de la playa, la mire
con mis ojos brillantes por mis lagrimas también.

 Ella apoyo su cabeza en mi
hombro y rodeo con su brazo mi cintura. Después vino un beso y al salir del
cine nuestras manos unidas por el amor, encadenaban nuestros corazones.
Así fue como empezamos a salir juntos, todo resultaba maravilloso.


Avanzamos juntos hacia el amor, pero sin llegar a ir mas allá.
Venia a mi piso los fines de semana, veíamos la tele o algún vídeo, hacíamos
la cena y acurrucados en el sofá nos quedamos dormidos.

Una de esas noches en
las que venia a cenar a mi casa y después de haber bebido un poco, ella salía
del salón y en el pasillo la abrace, besándola intensamente abrazados,
nuestras manos buscaban la piel entre las ropas, poco a poco nos fuimos
desnudando y acariciando, sonaba una

música eran los celtas cortos y su canción "la senda del tiempo".
Poco a poco fuimos hacia la habitación, acariciaba su cuerpo suave y
pausadamente, desnudos los dos, intente hacerla mía unir nuestros cuerpos por
dentro y ella de forma tranquila se negó, a lo que seguimos con las caricias.
Mi lengua recorría su cuello acabando en sus labios.

Después nos dormimos.
Un día me cito en un bar, dijo que tenia que contarme algo importante,
relacionado con su negativa ha hacer el amor aquella noche. La vi triste, allí
sentada en una mesa del bar.

Me miro a los ojos y me dijo: Manuel tengo que contarte algo que puede romper
nuestra relación, hace 4 años fui violada y aunque no quede embarazada al ser
examinada por los médicos descubrieron que me había pegado el SIDA y tenia los
anticuerpos del SIDA. Ahora me están tratando y aunque no he desarrollado la
enfermedad, puede desarrollarse cualquier día.

Por todo esto si quieres dejar de verme, lo comprenderé, tal vez te lo tenia
que haber dicho antes y no dejar que nuestra relación siguiera adelante, pero
te quiero y eres para mí mi vida y mi amor, por ti me siento viva y con ganas
de luchar y vivir.

Me dejo de piedra, por unos instantes mi mente estaba echa un lío, veía como
se derrumbaban mis sueños de amor y mi vida caía por una pendiente hacia el
abismo. Entonces fue cuando baje al lo mas profundo de mi corazón y pude ver el
gran amor que sentía por ella.

La mire a los ojos y le dije: Cris, antes de conocerte, mi vida no tenia
sentido, era como una maquina que simplemente dejaba pasar el tiempo, ese
precioso tiempo que todos tenemos derecho a vivir intensamente.

Apareciste tú y
te quiero desde los mas profundo de mi corazón y con toda mi alma, y por nada
del mundo, nadie ni nada va a cambiar eso. Eres el mar donde yo navego con mi
barca. Lucharemos
contra todo e intentaremos ser lo más felices posibles el resto de nuestros días.

Salimos del bar abrazados y felices.
La vida seguía para nosotros, hicimos el amor, eso si siempre tomando las
medidas oportunas.

Pasaron dos años y por formalizar nuestra relación, nos casamos por lo civil
un domingo de mayo, que día más feliz, ella iba radiante, cual princesa de un
cuento de hadas. Solo faltaron mis padres, pues desde que marche de casa no volví
verlos.

Aunque vinieron los suyos, procedían de una familia acomodada, pero
aunque no eran ricos vivían desahogadamente, me cayeron muy bien, gente abierta
y capaz de escuchar a todo el mundo.

Ella me dijo cuando la conocí que le gustaba vivir y valerse por ella misma en
la vida sin tener que depender de sus padres, a pesar de que se llevaba bien con
ellos prefería ser independiente con todo lo que eso conlleva.

Pasaron dos años y decidimos tener un hijo, después de ver los inconvenientes
de su enfermedad, mirar los riesgos y consultarlo con el médico que la estaba
llevando. Ese medico se encargo de todo e hizo lo posible para que todo saliera
bien.

Y el 6 de febrero del 98,nacio nuestra hija a la cual pusimos el nombre de
Azucena, nació bien y no contrajo los anticuerpos del SIDA.

Eramos una pareja feliz y mas con la llegada de nuestra preciosa hija.
Yo procuraba ayudar en casa todo lo que podía. Todo era tan maravilloso y
especial.

Cuando mi hija cumplió los dos años, Cris se empezó a poner mal; perdió peso
y se sentía débil, la enfermedad que sufría empezó a desarrollarse de forma
exagerada, hasta tal punto que ya no podía hacer nada de la casa.

Fui a visitar a la asistenta familiar y conseguí que nos pusiera una chica para
ayudarnos, aunque sus padres venían de vez en cuando a echarnos una mano (bueno
venían casi a diario) los veía muy tristes aunque lo disimulaban bien.

Yo seguía en la fabrica, me habían hecho fijo y me ascendieron de puesto, me
sentía bien pero notaba que algo en mi interior se moría poco a poco, veía
que Cris se iba poco a poco. Lloré muchas noches a escondidas maldiciendo al
hijo de puta que infectó a Cris.

Quéduro resulta perder al ser que amas, ver que poco a poco se va pagando la
luz y tu no puedes hacer nada por aliviar su dolor.

Azucena preguntaba: ¿qué le pasa a mama? Yo le decía que estaba mala, ella
era demasiado pequeña para comprender eso.

Cris se puso tan mal que tuvimos que ingresarla en el hospital, yo estaba a su
lado casi todo el día, ya que en el trabajo al decirle lo que pasaba me dijeron
que cogiera todos los días que necesitara para estar en el hospital.

Una de esas noches que estaba en el hospital, a ella ya le habían puesto una
mascarilla con oxigeno, pues respiraba con dificultad.

Esa noche fue larga, ella
me miro a los ojos como diciéndome que era la última noche, y así fue la cogí
entre mi pecho y le rogué que no me abandonara, pero mirándome a los ojos
exhaló su ultimo suspiro y se fue al lugar de nunca jamás.

Solo yo sé lo que llore aquella noche, ni las dos enfermeras que había allí
podían consolarme, gritaba e imploraba ¿por qué, dios mío, por qué?.
El entierro fue discreto solo la familia y unos pocos amigos de verdad.

Ahora estoy aquí, Azucena esta apunto de cumplir los cuatro años, sigo
trabando en el mismo sitio y a Azucena la crían sus abuelos, ya que Cris antes
de morir me lo pidió, la quieren mucho, yo voy todos los días a verla y los
fines de semana los pasamos todos juntos, solo falta ella, ese vacío siempre
estará presente, como lo está en mi corazón.

Bueno Mario eso es todo lo que tenia que contarte, solo me falta decirte una
cosa muy importante: Todo esto que te he contado es mentira, ni siquiera yo
mismo existo, ya que solo soy fruto de tu imaginación, querías escribir algo y
me has creado a mí, un personaje de ficción, deseo que a tus lectores
incondicionales les haya gustado esta triste historia que has creado con tu
imaginación, ha sido un placer haber vivido aunque solo fuera un instante.

Gracias de todo corazón Mario, por haberme dado la oportunidad de ser un
personaje de tu imaginación, aquí estaré preparado para la próxima historia.

Escrito y sacado de la imaginación de alguien que quiere ser escritor.