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¿Machismo o lapsus?

Comentarios al pie de los Andes sobre uno de los más famosos tangos: “Mi Buenos Aires Querido”. Escribe desde Bariloche Juan Isidro González

Tal
como lo sostiene un viejo tango, "una
duda cruel me aqueja".
Y desde hace mucho tiempo. Diría que ha sido
sempiterna. ¿A qué se debe que ahora la traiga a colación, después de más
de seis décadas de producido el "hecho"?

Supongo que a la posibilidad
que me brinda este medio para sobre un tema interesante, fuera de lo común y un
tanto polémico. Un tema que nos haga olvidar, aunque mas no sea por algunos
instantes, los trastornos económicos, políticos y sociales que debemos
afrontar.

 Así
las cosas, es casi seguro que algún lector emitirá una opinión sobre esta
nota, teniendo en cuenta la existencia de tangueros de ley en todo el mundo.
Para el caso de que haya disentimientos, quien lo haga deberá afrontar el
compromiso de refutar una certeza indiscutible,
intuyo.

Como decía Víctor Hugo, "la
verdad es la estrella sin la cual el alma humana no es más que noche".

Es un amigable desafío. Claro, siempre se está a tiempo de guardar silencio,
aunque se trate de un "sacrilegio", como el que voy a encarar.

 En
uno de los más célebres tangos de Carlos Gardel, con letra de Alfredo Le Pera
se popularizó de manera inefable -diría que inmortal- el emotivo clamor de "El Morocho": "MI
BUENOS AIRES QUERIDO…".
El tango comienza con esas cuatro
palabras que también le dan título a la obra.

 Con
uno de esos vocablos surge un severo interrogante. No es grave, pero sí
evidencia una ostensible -y sutil- distorsión idiomática.

Por eso, a pesar del
tiempo transcurrido, entiendo que nada obsta para que se analice si la palabra
fue correctamente aplicada. Yo entiendo que no. Y la prueba irrefutable está
dada en la segunda estrofa, donde Le Pera dice: "Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver CIUDAD porteña de mi
único querer…"

 Buenos
Aires, desde La Gran Aldea, es una ciudad. Ergo, una localidad, población, urbe
o metrópolis. Y el vocablo "ciudad", gramaticalmente analizado, pertenece al género femenino.

Entonces, ¿por qué Le Pera le asignó el género masculino al
adjetivarla incorrectamente como QUERIDO y no QUERIDA? No puedo descartar cierta
connotación machista de don Alfredo, tendencia que existió en la mayoría de
los autores de antaño.

 Carezco
de información sobre si algún estudioso de la música ciudadana, trató de
dilucidar este lapsus en algún medio,
ya sea diario, revista o libro, toda
vez que se ha desmenuzado a fondo la vida y obra de Le Pera como periodista,
escritor, guionista y poeta. Intuyo que lo consideraron un tema tabú y se
llamaron a silencio.

 Jamás
podrá modificarse lo que es inmodificable. Ese anhelo que Le Pera puesto en boca de Gardel está grabado en granito.
Pero sería interesante que algún estudioso emitiera opinión sobre este
episodio tan singular, licencia poética mediante… improcedente, si existió.

Entiendo
que este comentario debería tomarse
como una suerte de "revisionismo histórico". Por
otra
parte, el buen manejo del castellano merece alguna vindicación, aunque deslices
idiomáticos los tiene cualquiera, también los periodistas.

 Y,
como es práctica en el cine, existe un "¿Machismo o Lapsus?" (II).

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