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Los seis juegos eróticos previos que ellas detestan

Los juegos previos, tan deliciosos como el mismo sexo, son un arte que no todos dominamos. Y la mejor forma de superarnos es reconociendo que no lo sabemos todo. Aprende a evitar esos errores comunes que suelen disgustar a las mujeres

A raíz de su carácter cordial, comprensivo y educado, muchas veces las mujeres deciden ignorar esas pequeñas cosas -ligeramente irritantes- que realizas durante el jugueteo previo.  

De hecho, ellas se mantienen en silencio para guardar las apariencias, y nosotros podríamos pensar que es nuestra vergüenza lo que están preservando, cuando en realidad es la de ellas. La mujer puede ser un poco tímida a la hora de confesar las posiciones y movimientos que prefiere, así que muchas veces prefiere callar y seguir adelante. 

A continuación, te ofrecemos una lista con sugerencias que te ayudarán a evitar aquellas cosas que podrías estar haciendo mal durante el jugueteo previo. No importa si crees que eres el amante más avezado, lee el siguiente artículo y asegúrate de no estar cometiendo estos comunes errores. 

1.      Ser demasiado rudo

Los hombres preferimos, por lo general, que nos toquen en una forma más agresiva, por lo que tocamos a las mujeres como a nosotros nos gustaría que nos toquen. Desgraciadamente, esto no funciona bien, por lo general, porque las mujeres prefieren ser tocadas con suavidad; con cuidado, sería una buena forma de describirlo. Por lo tanto, la próxima vez que estés haciendo algo a tu mujer y dudes si la está pasando bien, trata de hacerlo un poco más suave y ve como responde. 

La regla:

Si estás dudando, en primer lugar, relájate. Es mucho más fácil para ella pedirte que vayas más rápido que pedirte que te seas más suave; tenlo en cuenta. Comienza con un contacto suave y luego sube el nivel de intensidad. Esto funciona a la perfección a la hora del sexo oral, y te permite aprender sin la necesidad de que ella te instruya explícitamente; sus respuestas te dirán si estás yendo por el camino adecuado o no. 

2.      Usar movimientos repetitivos

Cuando alguien frota la misma zona un largo rato, ésta se puede irritar. Las mujeres, a menudo, se las deben ver con hombres que, al escuchar que algo “se siente muy bien”, deciden quedarse allí eternamente. Estos sujetos, asimismo, deciden continuar con este mismo movimiento durante toda la sesión de juegos eróticos, lo que puede hacer las cosas aburridas y rutinarias después de un rato.   

La regla:

Cambiar las posiciones con regularidad es mucho mejor que correr el riesgo de darle una sobredosis de posiciones y caricias repetitivas. La repetición sólo sirve para desensibilizarla y, eventualmente, aburrirse como ostras. Mantenlo interesante, y haz que ella esté siempre sensible, cambiando las áreas de contacto.  

Por ejemplo, comienza besándole la boca y luego muévete a su cuerpo –cuello, pechos, brazos (codos interiores, antebrazos internos, y dedos), estómago, muslos internos y vagina-. En lugar de terminar en su vagina, desciende a sus pies y luego vuelve a subir a su cuello y pechos. 

3.      Perderse en la rutina

Aburrirse en la cama es, normalmente, resultado de la falta de imaginación y, desde ya, de la falta de entrenamiento. Como opuesto a la timidez y a la limitación de hacer sólo lo que creemos correcto (tal vez ser demasiado firmes o repetitivos), el entrenamiento nos da confianza en nosotros mismos para intentar nuevas cosas. 

La regla:

Todo tiene que ver con el método de la prueba y el error. Trata diferentes posiciones y diferentes presiones y luego pregúntale cómo se siente. No te olvides: ella también estará en modo de “entrenamiento”, descubriendo qué es lo que le gusta y qué no.  

Nunca asumas que, sólo porque ella no se ha quejado, estás haciendo un buen trabajo. Posiblemente, ella no quiera pincharte el globo diciendo que no has sido el mejor amante que ha tenido. No creas que sabes todo y que ella no es capaz de decirte cómo hacer las cosas. Sé un buen estudiante y las recompensas serán todas tuyas. 

4.      Ser agresivo durante el sexo oral

Algunos de ustedes, sin dudas, habrán tenido o tendrán compañeras sexuales que no gusten del sexo oral. Puede haber varias causas para esto, pero la más común es que, posiblemente, no se lo hayan practicado en forma correcta. En primer lugar, trata de no tener la boca seca cuando comienzas. Otro error es ser demasiado rudo o morder. Por último, muchos suelen alejarse de los puntos calientes demasiado rápido. 

La regla:

Ten un refresco a mano si pretendes explorar en sus partes bajas. Una bebida dulce es buena porque rápidamente inicia –y sostiene durante buen rato- la segregación de saliva. Esta saliva, será suave y espesa –como una miel-, y te permitirá deslizarte a lo largo de la vulva. El agua cumplirá la misma función, aunque sin igual efectividad.  

Cuidando de no sobrepasarte con la fuerza, comienza con el toque más ligero que puedas mostrar, y mantente así hasta que ella empiece a gemir e intente aproximarse hacia ti. Cuando ella se aproxime, en busca de un contacto mayor, evita caer en la tentación de ejercer mayor presión, y sostén el toque suave del inicio –justo lo contrario a lo que ella quiere 

Esto la volverá loca –en el buen sentido-, pero procura no prolongar demasiado esta actitud o ella podría darte una bofetada. Luego, comienza a incrementar la presión gradualmente. Una lengua cálida, relajada y escurridiza es mágica cuando se hacen las cosas con corrección. Como si tú no lo supieras… 

Por otra parte, recuerda la importancia de nunca jamás morder su vagina; simplemente duele. Morder ligeramente algunas partes de su cuerpo, como la espada o las nalgas, puede ser erótico; pero las partes más sensitivas son, como la palabra lo dice, sensitivas.  

La vagina y los pezones son zonas que no deben ser mordidas, al menos que tu amante te lo pida expresamente. No obstante, cuando decidas pegarle unos mordiscones, procura hacerlo apropiadamente. Esto significa sin clavarle los dientes en busca de sangre y sin dejar marcas, como haría un vampiro. Al menos que ella te pida mordiscos fuertes, mantén la calma y no vayas más allá de una caricia con los dientes. 

Siempre se ha acusado a los hombres de “encaminarse hacia los puntos húmedos” directamente, en lugar de tomarse el tiempo necesario para “encender” a una mujer en forma correcta. Esta acusación, desafortunadamente, está bien fundada. Muchos de nosotros tenemos el mal hábito de ir directo al sur después de unas caricias en los pezones y unos besos en el vientre.  

Las mujeres necesitan más estimulación y juego previo de lo que solemos darle, y si no respetamos este factor biológico podrías encontrarte desesperado y solitario, y lo que es peor, posiblemente no sepas por qué. Tómate el tiempo necesario para aprender a leer a tu mujer. 

5.      Retorcimiento de pezones

Es hora de saberlo: retorcer los pezones de tu mujer, definitivamente, no es sexy. El retorcimiento de pezones es algo que los hombres suelen hacer, a pesar de formar parte de uno de los errores sexuales más graves, y muchos incluso preferiríamos la muerte a renunciar a su práctica.  

Tal vez, se deba a que nadie se tomó la molestia de leerle el manual de las pasiones de las mujeres. Cualquiera sea la razón, el retorcer pezones no resulta erótico ni sexy, y no se siente bien; de hecho, duele. Al menos que te lo pidan específicamente, no lo hagas. Si ella lo quiere fuerte, te pedirá que lo hagas fuerte. 

La regla:

A la hora de trabajar sobre los pezones de una mujer, puedes tirar, succionar, y chuparlos fuertemente. También puedes frotarles con los dedos y los puños, friccionarlos generosamente entre dos dedos, o tocarlos suavemente con tus dientes –el truco para esto es tocar el pezón con tus dientes, luego mover la mandíbula ligeramente -y lentamente- de lado a lado, de modo que los dientes rocen la aureola del pezón.    

6.      Perder el clítoris

Por más que intentes incansablemente desplegar tu magia allí abajo, a veces es fácil sentirse un poco perdido a causa de la aparente ausencia del clítoris. Recuerda que ellas tienen cuatro labios vaginales: dos externos y dos internos. También hay que tener en cuenta que no es el lugar más fácil para trabajar, dado que en la mayoría de las situaciones, no tenemos la mejor iluminación sobre la zona. 

La regla:

La forma más fácil y más efectiva de conocer una vagina es abrir bien los ojos y ocuparla con tu boca y con tus manos. Mira lo que estás haciendo mientras la sientes, de modo que cuando no la puedas ver, tengas el conocimiento para guiarte por el tacto.  

Si no está excitado, el clítoris puede ser difícil de encontrar, y algunas mujeres lo tienen más escondido que otras. Esto deberás imaginarlo, y, si estás inseguro, sería conveniente que le preguntes. Sí, ella estará encantada si simplemente “lo sabes ubicar”, pero si no lo consigues, aprende. Cuando el clítoris está excitado, sobresaldrá como un pequeño capullo duro por debajo de la piel. Si lo tocas generosamente, lograrás sentirlo al tacto. 

En cuanto a los engañosos labios mayores y labios menores, baja a su perineo y realiza un registro de la zona de la misma manera. En cualquier caso, al momento de manipular una vagina, asegúrate de tener siempre los dedos húmedos –incluso cuando ella todavía no esté húmeda, le dará la impresión de que sí lo está, haciéndola excitar con gran efectividad-. 

El amo de sus dominios

Con un poco de práctica y voluntad, cualquiera puede dejar de ser un novato –o un desganado- en la cama. Todos hemos cometido errores atroces y dolorosos durante el jugueteo previo, a raíz de mordidas fuera de lugar, repetición y falta de imaginación, entre otras causas.  

Por lo general, suele ser difícil para el hombre entender por completo el complejo mundo de la sexualidad femenina. Esto es porque el cuerpo femenino necesita distintos tipos de estimulación para lograr una excitación completa, que transforme a la mujer en esa diosa sexual capaz de hacer lo que sólo ella sabe. 

El mejor consejo que se le puede dar a un hombre es el de practicar. Ser un estudiante flexible y dispuesto es terriblemente atractivo. La única forma de no atascarnos es admitir que no sabemos todo –es decir, puedes saber dónde está el clítoris, pero no debes limitarte a ello ni contentarte con tan poco-.  

Por otra parte, este reconocimiento te hará, de algún modo, vulnerable, y ella querrá de ti mucho más. El ego suele interponerse en el camino del mejor sexo, así que procura apartarlo y evita que tu vida sexual sufra por ello.

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