Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

La salud, un premio a la vida

A veces no sabemos medir, ni reconocer cuan importante es el tener, conservar, y disfrutar la salud

Solo apreciarla sabemos, cuando por diversas
circunstancias ella nos falta, al igual que a un amigo o
 un ser querido, y es allí, cuando
comprobamos su verdadera dimensión.


La salud junto a la vida
es breve, y llegó el tiempo de crecer, y de ver a nuestro alrededor, porque
nadie nos había contado que la salud  es una burbuja infranqueable que nos
preserva del dolor. 

Nadie nos había contado que del otro lado del camino, ella
se puede perder. Nadie nos había contado que con el paso del tiempo, se nos va
deteriorando, y es ahí cuando la queremos, y pretendemos  recuperar.

Llegó el
tiempo de crecer, y tuvimos que crecer ,  porque cuando se siente que la salud
ya no es una realidad, duele,  porque  al igual que las hostias son el pan
nuestro de cada día, es difícil mantener la candidez, la inocencia, la niñez.


¿Acaso el vital aprendizaje no podría ser más sencillo, más cómodo,
menos trágico? tal vez sí, pero  lo que verdaderamente nos hace continuar pese a
todo, es sabernos que es  el mismísimo destino quién nos dirá hasta cuando la
conservaremos, y tendremos que aprender del error que nos lleva a la desdicha, y
del saber que por muchas lágrimas que encarcelemos en la noche, mañana amanecerá
otro mañana. 

Saber que la luna seguirá sonriendo insolente, y complaciente tras
la puesta del sol de cada día, el mismo que nos seguirá iluminando en el diario
despertar. Saber que, por encima de todo  la salud está aquí, a mi lado,
susurrándome al oído bellas palabras, mirándome como quien mira por  primera vez
un rostro, un ser amado, o una pintura, porque ella está , y es importante
saberlo.

Pero entre caída y caída, descubriremos que merece la pena
conservarla, por las pequeñas y grandes maravillas que se alzan ante nuestros
ojos ,la salud es al igual que un beso, una caricia, el primer día de 
primavera, o de un momento especial. 

Y así, entre desencantos e impurezas, y
alguna que otra alegría, maduramos, conscientes o no de que los recuerdos
dolorosos dejarán de doler cuando se observen desde la perspectiva que otorga el
suficiente paso del tiempo, pero  conscientes  de que la vida merece ser vivida
y la salud conservada de la manera más grata, porque es la única oportunidad que
esta nos da para gozarla.


Si quieres aprender a
escribir, inscríbete ahora gratis 
en nuestro Taller Literario haciendo clic
aquí