Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Grafología infantil, la etapa escolar y los límites

En todos los niveles de enseñanza se plantea el interrogante de por qué nuestros alumnos escriben de una manera ilegible, que dificulta la corrección y en definitiva el fin último de la escritura, que es la comunicación

Grafología y caligrafía

Es evidente que el problema no se plantea en la etapa universitaria, sino que viene arrastrándose desde los inicios del aprendizaje escritural.

No es cuestión de promover la copia absoluta de un modelo caligráfico, pero sí es imprescindible este mismo en la etapa precaligráfica, en donde el niño necesita un modelo a seguir.

La personalización de los rasgos escriturales llegará con la madurez psicomotriz del alumno, y en ella se verá reflejado tanto el nivel escritural adquirido, como la evolución de su personalidad en desarrollo.

Maillo y otros autores (“Didáctica de la lengua en EGB.”) hablan ya en 1971 de la Caligrafía como algo a extinguir o terminado:

“La necesidad de poseer una bella escritura ha pasado a la historia; los viejos documentos, primorosamente caligrafiados, con sus letras de artesanía y sus adornos elegantes, producto de la maestría y de la paciencia infinita del escribano, han pasado a ser piezas de museo”.

Si bien es cierto que el ritmo de vida actual no condice con la dedicación y la paciencia que requería el ejercicio de la caligrafía, no hay que perder de vista que la escritura es y seguirá siendo una convención social, una herramienta más de la comunicación.

Cuando ya no puede cumplir este fin, carece de sentido. Incluso el mismo autor de un escrito tiene dificultades para leer su propia escritura.

Las pautas sociales y las normas no deberían ahogar la individualidad, pero ésta tampoco exceder los límites de la norma. Es la forma en que nos movemos libremente pero dentro de un marco socialmente aceptable.

No es cuestión de caer en los extremos. Ni interminables ejercicios de caligrafía sin sentido, ni la expresión subjetiva de formas que nada tienen que ver con la estructura mínima que sostenga la finalidad de la comunicación.

Por supuesto que la educación no es la única responsable de este problema.

La escritura no sólo refleja el nivel cultural de una persona, sino también su capacidad de adaptación al ambiente, su afectividad y los mecanismos defensivos que pone en juego.

No es de sorprender que la desvalorización de todo lo que represente la autoridad, la trasgresión a la norma, la dificultad de mantener un orden interno y externo y los conflictos vinculares se vean reflejados en estos escritos poco menos que caóticos e inteligibles.

El tema es que no sólo ellos mismos no entienden lo que escriben, sino que muchas veces sacan provecho de esto.

“Si dejo algo confuso, tengo la posibilidad de acomodarlo como me convenga”…y eso no es exactamente un buen hábito.

Para colmo, se suele asociar esto al uso de la computadora, cuando en realidad sólo puede afectarles a quienes SOLO escriben en ella y pierden el hábito del manuscrito, aunque sin llegar a la ilegibilidad, sí pueden perder la fluidez.

Un alumno de cualquier nivel escribe en su cuaderno o carpeta varias horas al menos cinco días por semana.

Esto es claramente un problema de la educación, sumado a un problema social que tiene que ver con el respeto a las normas y al otro (que tiene que entender lo que quiero comunicar) y una manera de no hacerse cargo de lo que digo ni de lo que hago… ES PARA PENSAR.

Lamentablemente, se le resta importancia a este fenómeno social que se está gestando entre nuestros jóvenes y adolescentes.

Los adultos, como ejemplo que somos para ellos, todavía no encontramos el equilibrio entre el autoritarismo y la falta de límites, entre acatar la autoridad manteniendo nuestra autocrítica y criticarla o transgredirla constantemente.

De la maestra rígida e indiscutible, pasamos a cuestionar hasta la tarea que nuestros hijos tienen como responsabilidad y como parte de su aprendizaje.

En lugar de ser las paredes acolchadas en donde ellos puedan golpearse en el camino de la internalización de los límites, somos tan flexibles que deberán chocarse contra las paredes de concreto de la vida real.

La letra de nuestros jóvenes nos está hablando. Nos está diciendo que hay una brecha en la comunicación, en la educación y en el reconocimiento de las normas sociales como forma de adaptación y convivencia.

La educación es el campo de acción donde los Grafólogos podemos aportar nuestro conocimiento, revirtiendo el problema, y desde luego, previniéndolo a futuro.

Por Marigel Indart – Gabriela Tiscornia
Grafólogos Públicos
www.grafologicamente.com.ar 

Si quieres saber lo que la escritura dice de ti -y de los demás- inscríbete ahora en nuestro Curso gratis de Grafología, haciendo clic aquí.
Y si quieres saber cómo puede la grafología ayudar a tu hijo, te invitamos a nuestro curso gratis de Grafología Infantil.