Los apellidos españoles, como los de otros países europeos, comenzaron a ser utilizados a partir de los siglos XI y XII. Su evolución y sus características no son diferentes a los de esos otros países. Sin embargo, hay algunas particularidades que conviene resaltar:

1.-
El sistema español de los dos apellidos

2.-
El uso de los apellidos antes del siglo XIX

3.-
Apellidos que proceden de nombres

4.-
Apellidos que proceden de lugares

1.-
El sistema español de los dos apellidos

Es
frecuente que los españoles -y los
hispanoamericanos, cuyos países heredaron
el sistema español de apellidos- tengamos problemas en otros países, donde no
siempre se entiende que nuestro apellido no es solamente el ULTIMO que aparece
en la lista; que no existe entre nosotros el llamado "middle name" ni
que existe nada parecido a un "nombre de soltera" para las mujeres
casadas…

LA
MUJER CASADA:
En el
sistema español, (y esto fue así desde la Alta Edad Media, hace casi mil años),
la mujer, casada o soltera, NUNCA CAMBIA SU APELLIDO POR EL DE SU ESPOSO. Tanto
hombres como mujeres conservan siempre sus propios apellidos.

A veces, para
uso social y en determinados ambientes, aparece la fórmula "de
-apellido-del-esposo". Por ejemplo, una mujer que se llama Margarita LOPEZ
ABREU, casada con Fernando CABRERA PINTO, puede utilizar en actos sociales el
nombre Margarita LOPEZ ABREU ”de CABRERA”, y en caso de enviudar, puede aparecer
en una nota social de prensa como Margarita LOPEZ ABREU ”Viuda de CABRERA”.

Sin
embargo, estas fórmulas no se usan con frecuencia, y, sobre todo, no pueden
aparecer nunca en un documento oficial o legal, censo, acta de Registro Civil,
árbol genealógico, etc…

LOS
NOMBRES:

Delante de los apellidos, como en todos los sistemas de la Cultura Occidental,
se coloca el nombre, que puede consistir en uno o varios nombres.

No existe el
"middle name" del sistema anglosajón. Tradicionalmente, el nombre ha
estado formado por varios de ellos (mis nombres son "Julio Néstor
Juan", aunque cotidianamente se me llame sólo ”Julio”).

Los miembros de la
Realeza o de la aristocracia solían tener (y los de la Realeza aún tienen)
varios nombres. Actualmente la ley limita el número de nombres, y se encuentran
más casos de nombres únicos.

Los añadidos
tales como "Junior", o los ordinales ("2º", "IIIº",
etc…) no se conocen en el sistema español de nombres, a menos que se sea un
monarca reinante.

LOS
DOS APELLIDOS:
Cada persona tiene dos apellidos: el
primer apellido es el primer apellido del padre; el segundo apellido es el
primer apellido de la madre.

Por
ejemplo, si yo me llamo Julio ”RANCEL VILLAMANDOS” (” ” son mis apellidos) y mi
mujer se llama Beatrix ”SERAL ARANDA” (” ” son sus apellidos), nuestro hijo se
llama Mayec ”RANCEL SERAL”, siendo ”Rancel Seral” sus apellidos. Evidentemente,
mis apellidos proceden de mi padre (Julio ”RANCEL MARTIN”) y de mi madre
(Margarita ”VILLAMANDOS CABRERA-PINTO”). Los de mi mujer procedían de sus
padres: Tomás ”SERAL CASAS”, y Gloria ”ARANDA LAGUNA”.

Aunque en
un principio el sistema puede parecer farragoso para alguien no habituado a él,
de hecho a nosotros, los españoles, nos resulta mucho más complicado el que la
esposa se llame como el esposo -a veces nos suena a que se han casado un hermano
con su hermana…

 Además, para realizar investigaciones genealógicas, es mucho
más fácil establecer parentescos cercanos al conservar sus apellidos las
mujeres casadas. Es más sencillo establecer parentescos dada la existencia de
DOS apellidos en vez de uno.

 Por ejemplo, mi hijo se llama Mayec ”RANCEL SERAL”.
Un hermano de mi mujer, Delfín ”SERAL ARANDA”, ha contraído matrimonio con
Marina ”ARESPACOCHAGA MAROTO”. Sus hijos (Manuel, Tomás, José y Marina) tienen
los apellidos ”SERAL ARESPACOCHAGA”. Mi hijo, que es un ”RANCEL SERAL”, comparte
con sus primos hermanos el apellido común.

En el sistema de un solo apellido,
sería sólo Mayec ”RANCEL”, sus primos serían sólo ”SERAL”, y resultaría más
difícil localizar un parentesco, con más razón aún si tenemos en cuenta que
su madre habría perdido sus apellidos (SERAL ….) para tomar los míos. Para
un oído español eso sonaría como arrancar las raíces de las personas.

Recientemente
se ha modificado la legislación en España, de forma que el orden de los
apellidos puede ser cambiado: el primer apellido materno en primer lugar, y el
paterno en segundo lugar. Este cambio puede realizarse por mutuo acuerdo del
padre y de la madre, o por elección del interesado/a al llegar a la mayoría de
edad (18 años).

LOS
APELLIDOS DOBLES o COMPUESTOS:
Algunas
veces, los apellidos españoles son "dobles" o "compuestos".
Por ejemplo, en la familia de mi madre, "CABRERA-PINTO" no son dos
apellidos, como lo fueron en su origen, sino que han llegado a formar uno solo.
En el origen de ello pueden haberse dado diferentes razones:

– El primer
apellido era muy frecuente, mientras que el segundo no lo era tanto (por
ejemplo, "López Abreu"). Eso lleva, con el tiempo, a que sus hijos no
sean conocidos como "López + apellido de la madre", sino como "López-Abreu
+ apellido de la madre".

– La persona que
lleva los dos apellidos adquiere fama, sea por el arte, la política, la guerra,
el deporte, etc… Habrá una tendencia, entre sus descendientes, a mantener los
dos apellidos unidos para perpetuar la memoria de esa persona. Esto también
suele darse con cierta frecuencia entre familias de clase alta.

Para que los
apellidos compuestos tengan validez, debe demostrarse ante un Tribunal de
Justicia que se han venido usando socialmente desde mucho tiempo antes, y que el
entorno social reconoce a esa persona por su apellido doble.

En ese caso, el
Juez pronunciará una resolución que permite el uso oficial -y la transmisión
a los descendientes- del apellido doble como si fuera uno solo.

LOS
PROBLEMAS COTIDIANOS DE LAS DIFERENCIAS DE SISTEMAS…

Aunque soy
español, y aunque mi nombre y apellidos son ”Julio Néstor Juan Rancel
Villamandos”, en estas páginas suelo presentarme como ”Julio N. Rancel”. ¿Por
qué? Sobre todo, porque vivo en Bélgica, donde existe el sistema de un solo
apellido.

Las confusiones que eso provoca pueden ser bastantes molestas y
complicadas de resolver; con frecuencia me he convertido en ”Monsieur
Villamandos”, cuando en España sería ”Señor Rancel”, o ”Señor Rancel
Villamandos”. Impresos y formularios oficiales y comerciales, papeles bancarios,
documentos fiscales, etc. no están preparados para las diferencias de sistemas.

En cuanto a los
modernos medios -ordenadores, Internet-, las incompatibilidades se hacen aún más
difíciles de resolver. Si quiero rellenar un formulario en Internet, tendré
que "adaptar" -y con ello falsear- mi nombre en un 90% de ocasiones
porque -aunque Internet se supone sin fronteraas y abierto al mundo entero, ja,
ja, ja…- me exige machaconamente un ”first name, middle name, last name…”.

Esto no debería
ser así. Al fin y al cabo, hay más de 300 millones de hispanos (gente con el
sistema español de los dos apellidos) en el mundo.

Pero sobre todo, me temo que
con esta filosofía imperante, la informática, al tiempo que nos facilita la
vida, nos la uniformiza y poco a poco matará la diferencia y la variedad que
constituyen el patrimonio de la Humanidad.

2.-
El uso de los apellidos antes del siglo XIX

El sistema
de los dos apellidos y su transmisión (primer apellido del padre + primer
apellido de la madre) es legalmente obligatorio y ha estado en vigor desde hace
más de un siglo.

Hasta la primera mitad del siglo XIX, la transmisión y el uso
de los apellidos siguió las mismas reglas pero se admitían muchas excepciones,
que pueden complicar una investigación genealógica.

Hasta el
siglo XIX se podía dar el caso de hermanos y hermanas que tuvieran apellidos
diferentes, siendo hijos del mismo padre y de la misma madre. Esto era así
porque en esas familias se extendió la costumbre de que cada hijo o hija
escogiera sus apellidos (primero, segundo, y ¡hasta tercero!) de entre los
existentes en las generaciones de sus padres y sus abuelos. Nada impedía que
alguien llevara como primer apellido el segundo apellido de su abuela materna,
seguido del primer apellido del abuelo paterno, por ejemplo.

Las razones para
escoger uno u otro apellido podían ser: la persona en cuestión los tomaba como
homenaje especial a un antepasado concreto; o bien el portador entendía que los
apellidos escogidos eran de mayor prestigio social que los otros existentes; o,
en algunos casos, era una obligación impuesta en un testamento para recibir una
herencia de un abuelo o una abuela, o algún otro pariente.

Así, por
ejemplo, en la genealogía de mi familia se encuentran dos hermanos nacidos en
1698 y en 1715, hijos de los mismos padre y madre, el uno llamado Tomás MENDEZ
de ABREU, el otro llamado Cayetano de ABREU CRESPO. Y hay casos aún más
extremos, donde ninguno de los apellidos coincide.

Con este
sistema, ¿cómo puede elaborarse una genealogía anterior a 1800?

La respuesta es:

– Primero,
esto no se dio en todos los casos. Muchas familias mantuvieron la transmisión
"normal" de los apellidos.

– Segundo,
las actas de bautismo y matrimonio, los testamentos y las
"Ejecutorias" continúan siendo los instrumentos válidos y seguros
para estudiar las genealogías anteriores al siglo XIX.

En las actas figuraban
padre, madre y abuelos por ambas ramas; en los testamentos aparecían
normalmente todos los ascendientes, los cónyuges y todos los hijos habidos en
cada matrimonio.

Las "Ejecutorias", expedientes oficiales donde se
probaba la capacidad para asumir cargos, títulos y honores públicos, recogían
normalmente las actas correspondientes a dos, tres o cuatro generaciones de
antepasados, así como información suplementaria sobre otros parientes.

3.-
Los apellidos patronímicos
(procedentes
de nombres propios)

Los casos
más frecuentes, y que son exclusivos de las genealogías de España y Portugal,
son los apellidos terminados en "EZ" ("ES", en portugués).

Este sistema de apellidos proviene de los Visigodos, el pueblo germánico que,
con la decadencia del Imperio Romano, se estableció en la Península Ibérica y
fundó aquí un Reino. "EZ" significa "hijo de", y equivale
a las terminaciones "-son" de los apellidos de origen nórdico
(Anderson, Johnson), "-vitch" o "-ievna" de los patronímicos
rusos (Nikolaievitch), etc…

Así, el origen
remoto de un "González" está en alguien que fue llamado ”Hijo de
Gonzalo” (Gonzál-ez); "Pérez" en ”Hijo de Pero” -o sea, Pedro-, (Pér-ez);
etc… De esta manera, toda una serie de apellidos hispánicos muy frecuentes
tiene su origen, en la Edad Media, en el nombre propio del padre. Estos son
algunos de los nombres originarios:

– Alvarez: Hijo
de Alvaro

– Díaz, Díez:
Hijo de Diego

– González:
Hijo de Gonzalo

– Gutiérrez:
Hijo de Gutier (Wutier o WWotier)

– Fernández:
Hijo de Fernando

– Henríquez:
Hijo de Enrique (Henrique,, en escritura medieval)

– Hernández:
Hijo de Hernando, que es igual que ”Fernando”. En castellano primitivo, muchas
de nuestras actuales ”H” eran ”F”

– López: Hijo
de Lope

– Márquez: Hijo
de Marco

– Martínez:
Hijo de Martín

– Méndez: Hijo
de Mendo

– Núñez: Hijo
de Nuño

– Pérez: Hijo
de Pero (Pedro)

– Rodríguez:
Hijo de Rodrigo (Roderick))

– Ruiz: Hijo de
Ruy (Roy)

– Sánchez: Hijo
de Sancho

– Suárez: Hijo
de Suero

En algunos
casos, el nombre propio del padre se transformó en apellido incluso sin la
terminación "EZ", y éste es el caso de apellidos tales como García,
Martín, Simón, etc…

Estos
apellidos se crearon en la Edad Media. Por lo tanto, los orígenes de las
numerosas -y diversas- ramas que existen de estos apellidos son diferentes en
cada caso, sin que se pueda decir normalmente con exactitud de qué
"Gonzalo" proceden exactamente unos González, o de qué
"Pedro" descienden unos Pérez.

Las únicas escasas excepciones son
las de los descendientes directos de algunos Reyes o de la Alta Nobleza de
Castilla y León, Aragón o Navarra, de los que existe documentación
suficiente.

4.-
Los apellidos procedentes de un lugar
(toponímicos)

Este es un
caso muy frecuente entre los apellidos españoles. Supongamos que una persona
llamada Fernando, que vivía en la ciudad castellana de Aranda, se trasladó a
la ciudad de Valladolid.

Entre sus conocidos había varios ”Fernandos”, así que
comenzó a ser llamado ”Fernando el de Aranda”, y en poco tiempo, ”Aranda” se
transformó en apellido y se transmitió a sus descendientes.

La
particularidad que hay que tener en cuenta es que, NORMALMENTE, para que se cree
un apellido así, la persona debe salir de su lugar de origen y trasladarse a
otra población. Efectivamente, si este Fernando de nuestro ejemplo hubiese
continuado viviendo en Aranda, sus vecinos difícilmente lo hubiesen llamado ”el
de Aranda”.

Es decir, un apellido de lugar geográfico significa normalmente que
el antepasado con el que nació el apellido familiar procedía originariamente
de dicho lugar, pero la familia propiamente dicha se estableció y procede de un
lugar diferente, que puede ser cercano o muy lejano del primero.

Otra forma
de origen de los apellidos toponímicos es la pertenencia a una familia que era
la propietaria o señora de dicho lugar.

Por ejemplo, los miembros de una
familia que poseía la casa fuerte o señorial del lugar de Frías (Burgos),
recibieron el apellido "de Frías", a veces como único nombre de
familia, a veces compuesto (por ejemplo, González de Frías, Salazar de Frías).

Se dice
con frecuencia que los apellidos españoles de nombres de ciudades y pueblos son
de origen judío. Esto no puede afirmarse de forma generalizada.

Es cierto que
en muchos casos, los judíos convertidos al cristianismo adoptaron como
apellidos el de la ciudad donde vivían (”Toledo”, ”Zamora”, etc…).

Sin
embargo, otras muchas ramas surgieron de esas ciudades por los sistemas
descritos en los párrafos anteriores, sin que eso implique su origen en la
importante minoría judía española de la Edad Media.

Fuente: Notas
sobre genealogía hispana