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El verano: ¿infierno o paraíso de las dietas?

Para algunos, el verano es la más esperada y hermosas de las estaciones, pero para otros, es un tiempo de sufrimiento, que debe ser pasado lo más rápido posible ¿Está usted entre este último grupo? Si es así, mejor lea esta nota

El verano es sin dudas una de las estaciones más extrañas cuando de realizar una dieta se trata, y de hecho puede llegar a ser tanto el mayor amigo de algunos como el peor enemigo de otros.

 Para algunas personas, esta temporada es muy buena para ayudar a realizar una dieta, ya que el clima cálido provoca una gran sed que lleva a beber más agua y a comer comida fría y sana, como frutas y verduras.

Además, debido al clima, es más probable que se salga a caminar o a dirigirse a una pileta de natación, actividades que son aun más motivadoras de realizar cuando se ve a todas las chicas jóvenes exhibiendo sus cuerpos. El calor y la humedad intensa del verano, en definitiva, pueden ayudarles a llevar las más duras de las dietas.

 Pero, para otros, el verano puede ser terrible, especialmente para aquellas con poca voluntad, o que están algo excedidas de peso. ¿Por qué? Por que estas personas sienten que están obligadas a exhibir un cuerpo que no desean, pero además, en tiempos tan cálidos y húmedos, suelen no tener nada de ganas de moverse, aunque sí de tomarse un buen el helado o ingerir una buena dosis de sándwiches, muy altos en grasas.

¿Un problema de la estación o de las personas?

 Realmente, nadie puede afirmar con total seguridad si el verano ayuda a engordar o adelgazar, pero, con todo, tenemos nuestra propia opinión al respecto sobre esta estación, que sigue siendo la temporada preferida por la mayoría de las personas.

 Alguna gente señala que el calor y la humedad del verano afecta de una gran manera su concentración mental. Sienten la tentación de ingerir algún trago frío, aunque alto en calorías, como el helado, y de no hacer nada de ejercicio, en una cuenta regresiva hasta el comienzo del invierno.

Pero… ¿Qué sucede en realidad con estas personas? En primer lugar, no se exigen ni se demandan a sí mismos. Piensan que no son capaces de ejercitarse en el mismo nivel que lo harían en tiempos más fresco, (particularmente cuando se habla de caminar o correr en el exterior), pero tampoco se preocupan mucho en hacer la prueba.

 Además, descubren que su mal humor a causa del clima, solo puede ser apaciguado por una sola cosa: los helados. Lo que no saben, o parecen no querer saber, es que existen varios tipos de bebidas frías, tal vez menos sabrosas pero sí mucho más sanas y de bajas calorías, como la leche descremada bien fría (ej. en licuado de banana), yogur congelado, barras de jugos de fruta, o tés fríos o congelados. Cuatro onzas de jugo de fruta bien frío con hierbas frías o té negro, bien batidas, podrían ser otra gran alternativa, en este mismo sentido.  

Finalmente, no ven más allá de sus paradigmas habituales. Por ejemplo, podrían tratar de llevar sus actividades principales para la mañana bien temprano y al anochecer tarde, cuando el tiempo es más soportable, tratando de levantarse una hora más temprano durante los días de mucho calor, para organizar el día con la mejor de las temperaturas, un buen refresco, y el silencio propio de este momento. 

Por eso, creemos estar seguros de esto: ¡No hay excusas para no disfrutar el verano en plenitud!

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