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¿Cuánta luz necesita una planta de interior?

Casi todas las plantas de interior soportan bajas intensidades de iluminación, pero no todo da igual: sepa cómo hacer para que sus plantas se vean mejor.

En general
las plantas totalmente verdes de una especie pueden soportar mejor la condición
de luz escasa que las variegadas o con coloraciones. También muchas plantas,
para llegar a florecer, precisan niveles elevados de iluminación.

A
menudo las conveniencias decorativas priman sobre las prioridades de las
plantas y, aunque nos pese, debemos aprender a aceptar que la planta se
convierta en un elemento decorativo caduco, aunque de más duración que un ramo
de flores.

La
combinación de agua y luz juega un papel importantísimo en la supervivencia de
las plantas en nuestras casas. Menos luz significa siempre menos agua. Lo más
frecuente es que las plantas reciban poca luz y durante pocas horas.

En estas
condiciones la planta abre sus estomas sólo parcialmente; la función
clorofílica y la transpiración quedan reducidas a mínimos. Si regamos la planta en exceso la escasa
transpiración tardará demasiado tiempo en evacuar el agua del substrato, por lo
que lo más probable es que las raíces se pudran. El ahogamiento de las raíces
es la causa más frecuente de mortalidad de las plantas de interior.

No
hay que regar con el calendario (cada semana, etc.) sino cuando la planta lo
necesite; más en verano y menos en invierno. Basta introducir el dedo en el
substrato para averiguar si ha llegado la hora de volver a regar.

Luz
y salud de las plantas

La
luz es una clave en el cultivo de las especies de interior (y de cualquier
planta).
Los
vegetales necesitan la luz para poder hacer la fotosíntesis, unos necesitan una
luz más intensa y otros viven con muy poquita.

Sin luz no hay fotosíntesis, que
es el proceso por el cual las plantas fabrican su propio alimento, los azúcares
(hidratos de carbono) que consumen todas las células de sus tejidos.

Cuando
una planta no dispone de la luz que necesita, eso se manifiesta en su salud.

La
escasez de luz puede provocar:

*
Un aspecto pálido y débil.
*
Pocas o ninguna flor.
*
Que se caigan las hojas.
*
Un debilitamiento general, e incluso, un poco más adelante, la muerte.

Hay
especies que necesitan una luz abundante y otras viven perfectamente con poca
luz. Éstas últimas, las podremos cultivar en sitios de la casa poco iluminados.


En general, la mayoría de las plantas de interior, prefieren sitios de la casa
con buena luz, pero sin sol directo sobre ellas. Cuidado con las que se coloquen
cerca de ventanas, hay que saber si les perjudicarán los rayos solares o no.


Aunque también puedes protegerlas con persianas y cortinas los momentos del día
en los que el sol es más fuerte.

Las
plantas que necesiten más luz se pueden poner en las habitaciones orientadas al
sur. En las que dan al norte, vendrán mejor las que toleran menos intensidad
luminosa.

En
la cantidad de luz que hay en una habitación también influyen los colores de
las paredes y de los muebles (paredes blancas y muebles de tonos claros, hay
más luz). También si hay espejos y cristales. Y por supuesto el número y tamaño
de ventanas.

Si
la luz llega muy focalizada a la planta, gírala de vez en cuando; es bueno
porque así le dará la luz por igual a toda ella y se desarrollará más
equilibradamente.

Usando
luz artificial

Las
lámparas aportan a las plantas una luz complementaria a la luz natural que
suele ser útil. Para complementar la luz natural podemos usar una de las
siguientes opciones:

*
Lámparas incandescentes: Son las bombillas tradicionales. Producen luz (roja e
infrarroja) por fenómenos de incandescencia del filamento, calentado por el paso
de la corriente eléctrica. Desprenden mucho calor y consumen gran cantidad de
electricidad, por lo que su rendimiento es muy bajo. Además pueden quemar las
plantas si se sitúan demasiado cerca.


Es el sistema más barato, pero nada recomendable. Si no tienes otra opción, al
menos procura utilizar focos, que son algo más efectivos, debido a que
concentran haces de luz mediante reflectores.

*
Lámparas de vapor de mercurio (MV): Producen luz (blanca, azul y verde) por el
paso de la corriente eléctrica a través de gases calientes de mercurio a alta
presión.


Se utilizan durante el periodo de crecimiento de las plantas por su alta emisión
en la zona azul del espectro, pero son pobres en la zona roja por lo que no se
favorecerá la floración. Son muy eficientes en el consumo de electricidad.

* Lámparas mixtas (incandescentes y de vapor
de mercurio): Combinación de una lámpara de vapor de mercurio a alta presión con
una lámpara incandescente.


De esta manera se consiguen las radiaciones rojas necesarias para la
estimulación de la floración de las plantas de interior. El problema es el
elevado costo de uso, al reducirse mucho el rendimiento luminoso respecto de las
lámparas de vapor de mercurio.

*
Fluorescentes: En realidad son lámparas de vapor de mercurio, pero a baja
presión. Producen luz (principalmente azul y roja, aunque depende mucho del
modelo) mediante fenómenos de fluorescencia del gas sometido a un arco voltaico.


Son muy adecuadas para el crecimiento, para los vástagos y para enraizar
esquejes, por lo que se recomiendan especialmente durante las primeras etapas de
las plantas. Son bastante económicas, tienen un elevado rendimiento luminoso y
no emiten demasiado calor. El principal problema es que ocupan mucho espacio.

* Lámparas de halogenuros metálicos (MH): Son
lámparas de vapor de mercurio a las que se ha añadido en el tubo de descarga
yoduros metálicos, que consiguen mejorar considerablemente la capacidad para
reproducir el color.

Producen una luz blanca, ligeramente azulada, muy
apropiada para la germinación, el enraizamiento de esquejes y el crecimiento
vegetativo. Son más baratas que las lámparas de mercurio, pero tienen menor
rendimiento (gastan más electricidad para producir la misma luz).

* Lámparas de vapor de sodio a alta presión
(HPS): Producen luz (amarilla y anarajanda) por la descarga eléctrica en un tubo
con vapor de sodio a alta presión. Sin duda son las mejores, puesto que emiten
más luz y menos calor.


Proporcionan todos lo espectros de luz necesarios para el crecimiento y la
floración de las plantas de interior. Si te lo puedes permitir tus plantas lo
notarán, además compensarás un poco el gasto, puesto que son muy eficientes en
el consumo de electricidad.

En
cualquier caso, el mejor sistema de iluminación artificial se consigue
combinando distintos tipos de lámparas según la etapa de crecimiento de las
plantas cultivadas: fluorescentes o lámparas de halogenuros metálicos durante
las primeras fases y lámparas de vapor de sodio a alta presión para la
floración.

También
hay que tener en cuenta la disposición de las lámparas. Deben situarse justo
encima de las plantas, a una distancia en la que se pueda aprovechar al máximo
la luz sin dañarlas. Esta distancia varía según la época, la planta, el tipo de
lámpara y su intensidad.

En general, en las plantas cultivadas por sus flores
deben estar a unos 20-30 cm, pero en la mayoría de las plantas de follaje deben
colocarse a una distancia aproximada de 30-40 cm.

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