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Crónicas de Santa Fe

El teatro en Santa Fe: la “belle epoque”

Pese a que las características del mal de ojo están bien definidas<br /> desde tiempos inmemoriales

 

 

Hace
más de sesenta años llegaba a
Santa Fe una de las tantas compañías teatrales
que quincenal o mensualmente hacían pie en nuestra ciudad.

Santa
Fe en esta época dorada del teatro era poco más que una aldea grande y un poco
menos que una ciudad. Es verdad que el tranvía eléctrico atravesaba ya sus
calles, espantando todavía a los caballos, y que desde principios de siglo lucía
el flamante Teatro Municipal.

Es verdad que parte de sus calles estaban
adoquinadas, que su iluminación era suficiente, y que al norte, un bulevar,
tipo europeo, ostentaba sus hermosos árboles importados.

Sin
embargo, todavía el centro político y social se desenvolvía en el sur, con
todo el arrastre de la colonia y el encanto del otro siglo.

Por las noches, de
fiesta o domingueras, paseaban por la Plaza Mayor, jóvenes y muchachas en la
tradicional “vuelta de la noria”, mientras los viejos mateos esperaban en la
esquina de la Merced la llegada de algún inesperado pasajero.

Toda
esta calma provinciana se interrumpía de pronto ante el anuncio de las
numerosas compañías que llegaban casi quincenalmente a nuestra ciudad, con
todo el bullicio de sus farándulas.

Jamás
el teatro alcanzó un apogeo tan extraordinario como en aquella época, a la que
bien se ha llamado la “belle époque”. Tan sólo “La Escena”, una de las
tantas revistas teatrales, publica en dos años más de 100 obras de autores
argentinos, en parte representadas en Santa Fe.

Por
ese entonces cobra gran auge en Santa Fe el género filodramático. Además de
los teatros profesionales, surgen numerosos conjuntos locales que interpretan
con todo fervor tanto obras clásicas como nacionales.

Generalmente
estas funciones son a beneficio de sindicatos o entidades llamadas de
Resistencia, nucleadas en su mayoría en la Federación Obrera Regional
Argentina (FORA).

Al
final de los espectáculos, un miembro se refería a algún tema social, originándose
así interesantes debates entre los asistentes, que iban desde la literatura
hasta los más crudos temas anarcosindicalistas.

Lejos
están los tiempos de aquella “belle époque” del Sana Fe de 1900, del
Centenario, y de la posguerra. Años en que la ciudad guardaba todavía el
encanto de un pasado cercano, con casas de adobe, amontonadas en el sur, y una
serie de cosas que se refugiaban en todo ese pequeño mundo, con acentos de
tarjeta postal.

Pequeña
ciudad que supo encontrar en el teatro la sana diversión, que de cuando en
cuando interrumpía su quietud, para alborotar a los vecino con el deslumbre de
las candilejas.

Fuente:
“De antiguas crónicas”