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Confiar en los adolescentes ¿es posible?

Los adolescentes están en una etapa especial de sus vidas y muchas veces nos cuesta confiar en ellos o nos sentimos desilusionados frente a sus actitudes. Es importante poner límites y revisar nuestras propias expectativas.

Modere sus expectativas

“Confiar” es creer que alguien o alguien cumplirá nuestras expectativas.

Una razonable confianza está entonces basada en expectativas realistas. “Confianza ciega” es la creencia de que alguien o algo cumplirá sus expectativas, en la ausencia de cualquier evidencia o a pesar de la significativa evidencia del contrario.
 

Un ejemplo de “confianza ciega” podría ser la creencia en que alguien dejará de beber basada únicamente en sus muestras de remordimiento después de sus repetidas borracheras. En este sentido, confianza es “ceguera” ante las realidades del comportamiento y las limitaciones de la otra persona.

Cuando los padres descubren que su hijo pre-adolescente o adolescente ha hecho algo que ellos no aprueban y/o ha mentido acerca de lo que ha hecho, el resultado de la experiencia de los padres es generalmente el resultado de sus propias expectativas poco realistas.

Usted no podría confiar en un niño que es dejado solo durante horas en el mismo cuarto con su hermano recién nacido. Usted no podría confiar en su hijo de 10 años detrás del volante de un auto. No importa cuánto necesite e intente hacer dieta, no puede confiar en usted mismo cerca del chocolate.

Y usted no puede confiar en que su hijo púber o adolescente maneje su comportamiento con sus posibilidades actuales, o que siempre le diga la verdad sobre eso.

“Yo tenía confianza en su madurez y juicio”, suelen decir los padres cuando sale a la luz que estaban equivocados.

No se puede tener confianza plena en la madurez y el juicio de una persona de 13 años, y no porque tengan algún defecto, sino porque la madurez y el juicio se adquieren, no son automáticos.

A los 13 años, la experiencia generalmente ha sido muy limitada como para haber adquirido el debido juicio en varias áreas, sin mencionar que aún las experiencias que se han tenido están aún siendo distorsionadas por el caos de emociones y hormonas que tiene dentro.

Depositar confianza global en la madurez y el juicio de una persona de 13 años es un ejemplo de “confianza ciega”, que lleva a ambos -padres e hijos- a desilusionarse.

No se sienta culpable si no le tiene confianza

Tiene sentido confiar en la habilidad de su hijo de 13 años para madurar, confiar en que eventualmente adquirirá buen juicio. Usted expresa esa confianza dándole una creciente libertad para hacer elecciones en áreas en las que usted piensa que tiene habilidad para proceder. Y también debe saber que se puede equivocar, y aprender a hacerse cargo de las consecuencias de sus errores.

No le dé libertad de elección en áreas en las que usted cree que todavía no está listo, si usted no tiene algún control o autoridad sobre esas áreas o si las consecuencias de su proceder podrían ser serias.

Cuando usted pone la regla de que su hija de 14 años no se encierre con su novio en su dormitorio, ella probablemente la acusará de que usted “no confía en ella”.

¡Pero por supuesto usted no confía en su capacidad de manejar su comportamiento en esa situación! La madre no necesita sentirse culpable al admitir que no confía en la habilidad de su hija para manejar las poderosas sensaciones que los padres, más que la hija, saben que una situación con un novio puede provocar.

Usted debe tratar de poner en claro a su hija de 14 años que no son sus intenciones o su bondad lo que está en duda: es sólo su capacidad para controlar su comportamiento bajo la influencia de sentimientos cuyo poder ella no ha comprendido completamente todavía.

Y si la madre no se siente culpable diciéndole a su hija que por supuesto ella no confía en su hija en esa situación, si la madre no se siente culpable de tomar este tipo de determinación, entonces la adolescente sentirá en menor medida que su madre piensa que ella es mala o deficiente como persona. Es ayudar a los chicos a empezar a medir sus propias capacidades y limitaciones.

Qué hacer cuando las reglas no se cumplen

¿Pero qué hace usted y, -esto es igualmente importante- cómo se muestra como una madre con sentimientos cuando su adolescente ha roto las reglas realistas de comportamiento que usted le ha puesto y además le ha mentido sobre eso?

Cuando usted descubre que su adolescente, quien ha tenido el privilegio de manejar el auto, ha violado a sus espaldas las reglas tratadas sobre el cuándo, dónde y cómo puede usar el auto, la consecuencia apropiada es eliminarle los privilegios sobre el manejo por un tiempo.

No es apropiado decirle que no se confiará en él nunca más porque no confesará la trasgresión. Esperar que él nunca exceda los límites o nunca mienta acerca de ello es poco realista.

Necesitamos plantearle consecuencias para cuando su comportamiento exceda los límites. Y no debemos condonar las mentiras, o proteger a nuestros hijos de la natural consecuencia de mentir, que es que los demás duden de lo que él dice.

Pero no es razonable perder la fe en la bondad esencial de nuestros hijos o nuestra confianza en su capacidad de crecer moral y éticamente sólo porque algunas veces nos mientan o en otras oportunidades no cumplan con nuestras expectativas.
 
Una vez más, entonces, necesitaremos revisar nuestras expectativas.

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