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Cómo superar la depresión: el rol de la palabra

El rol de la psicoterapia para curar la depresión

Depresión no es lo mismo que tristeza. Esta última es un sentimiento pasajero, a menudo es generado por un acontecimiento preciso pero también puede ser un resultado de pensamientos inconscientes sombríos e insospechados. Forma parte del paisaje psíquico cotidiano como la alegría o el entusiasmo. Estamos tristes porque estamos vivos.

En cambio, la depresión es otra cosa: llega para quedarse. Muchas veces, cuando parece que se está yendo, resurge con un golpe seco y se vuelve a acomodar.

Y si bien el entorno de quien la sufre juega un papel preponderante ( su actuación puede influir en un recuperación futura o en una agudización del estado) es el que está deprimido el que tiene la llave para salir adelante: ¿quiere curarse?

Ese es “el” interrogante. Porque para aprender a vivir de otras manera precisará, por un lado, ayuda profesional, pero fundamentalmente una voluntad de hierro y un deseo profundo de cambio.

La verdadera depresión tiende a bloquear la expresión de los sentimientos. Es una tristeza anquilosada en la psiquis y en el cuerpo. Se acompaña de una lentitud física e intelectual, sentimientos de inutilidad e impotencia, agotamiento, disminución de la libido y una autoestima herida.

Completan el cuadro dificultades en la concentración y pérdida de memoria. Abrir un libro se convierte en una tarea penosa, mirar una película desde el principio al fin es casi imposible. El mundo circundante pierde todo interés: el individuo deprimido sólo se interesa en su dolor, se desvaloriza sin cesar, tiene una pésima imagen de sí mismo.

Los especialistas coinciden en que la depresión es resultante de la interacción de múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales. Desde hace unos sesenta años, varios estudios demuestran la vulnerabilidad genética (trasmisión hereditaria), así como la presencia de diferentes disfunciones neurobiológicas en la depresión.

Por ejemplo, los niveles de serotonina y la noradrelina. Pero el aspecto fisiológico no es necesariamente la “causa” de la depresión. “Se trata de un círculo vicioso donde cada factor influencia y agrava al otro: los pensamientos negativos afectan el humor, lo que acarrea un cierto desequilibrio en la química del cerebro”.

Lo más importante es que la persona no se sienta sola y pueda contar con recursos para ponerle palabras a aquello que le pasa.

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