LARA
> Por: SAHARA*
> 21:57 Hs, Jueves, 9 de Noviembre 2006
Aquí le dicen “tila”, son unas como florecitas duras, café rojizo que parecen de madera. De niña las pintaba de colores diferentes y les pegaba alambres como tallos para imitar plantas de rosal y los colocaba en el nacimiento. Una vez, en diciembre, se me ocurrió hacer negocio e hice varias macetitas con “rosales” diminutos, muy en forma ellos, con hojitas y todo. Quedaron tan bonitos que ya ni los quería vender, pero bueno, esa había sido la idea y tuve que desprenderme de mis tesoros. Los compradores fueron los familiares, y por ahí, todavía, en sus nacimientos o “belenes”, se asoma uno que otro de aquellos ejemplares. Siempre que los veo me dan ganas de llorar al recordar mi niñez. En mi familia se acostumbra representar el nacimiento del Niño Dios en Belén, y cada año esa representación es más grande porque se le añaden más muñequitos y detalles a los que ya hay, y nadie se desprende de los muñecos viejos que van ganando con la antigüedad, cierta jerarquía o su derecho de existir. El cuento del rosal de tila ya es conocido por todos. Cuando voy a visitarlos en diciembre les pregunto que dónde quedó mi rosal, y siento mucha emoción cuando lo descubro. Invariablemente comienzan a contar la historia. –¿Y te acuerdas que ya no los querías vender? –Sí, es que me costó mucho trabajo. –Pero mira, qué bien se conserva, y tú eras tan chiquita….. (ay, quiero llorar) Aquí tengo este otro azul, ¡qué ternura!, ¿rosales azules? Jajajaja. Creo que estabas en segundo año de primaria, ¿verdad? Qué tiempos….. Me parece muy bien que usted personalmente se ocupe de su hijo, es que generalmente es la mamá quien lo hace, lo felicito. Sahara.



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