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Claves para entender a nuestro gato

Aquellas personas que tienen gatos saben que -más allá de que no tengan la misma capacidad de utilizar el lenguaje que poseen los seres humanos- ellos también se comunican, a su manera. Claves para entenderlos.

Que
el ser humano es un animal especialmente avanzado no es algo que se pueda
discutir. Es la realidad y ni al más fiero defensor de la humanidad como algo
especial se le podría ocurrir discutirlo. Porque todas sus características físicas
y biológicas son exactamente iguales a la de todos los otros animales que
existen en estado salvaje en la naturaleza.

Pero
tampoco se puede discutir de ninguna forma que el ser humano se ha logrado
diferenciar de los otros animales, basándose principalmente en su inteligencia
y en su capacidad de no solo adaptarse, sino también adaptar su entorno a sus
necesidades. Y, además, ha logrado domesticar a otros animales, ya sea para
ponerlos a trabajar en granjas y otros lugares parecidos, o para tenerlos con
él, como mascotas.

Y
la otra gran capacidad que tiene el ser humano y con la que no cuenta el resto
de los animales es su capacidad de expresar sus deseos y necesidades a través
de un lenguaje vocal. Lamentablemente, el resto de los animales no hablan y
esto hace que comprenderlos pueda no ser fácil.

Pero
esto, obviamente, no quiere decir que el resto de los animales no tenga ningún
tipo de necesidad o medio de expresar lo que siente o lo que necesita o quiere.
En realidad, todos los animales de compañía encuentran una forma de hacerle
saber a sus dueños cual es su situación. 

En este aspecto, se puede decir que
tienen un lenguaje; el cual, por supuesto, ya que sus características
fisiológicas no permiten que sea de otra forma, no es un lenguaje vocal, basado
en la palabra, sino que es un lenguaje que se basa en la gestualidad y en la
aplicación de determinados movimientos y determinadas actitudes a ciertas
circunstancias y necesidades especificas.

Esto
se refiere a la mayor parte de los animales 
de compañía y, por supuesto, incluye también a los felinos. Pero lo
cierto es que estos tienen ciertas capacidades para comunicarse con sus dueños
que son distintas o superiores a la de los demás animales. En particular, nos
referimos a que los gatos, de cierta forma, hablan. 

Conversando con el
dueño
 

Bueno,
la ultima frase puede ser un poco exagerada. No solo eso, sino que puede haber
forzado a algún lector a salir corriendo a buscar el número de teléfono de un
buen psicólogo. Pero les aseguro que no es necesario.

En
realidad, no es exactamente que los felinos hablan, sino que poseen un rango de
habilidades vocales que les permiten utilizar distintos tipos de maullido para
comunicar distintas cosas.

Si
tenemos un gato, pensemos un poco, haciendo memoria, y notaremos que es muy
probable que le hayamos escuchado muchísimás “inflexiones” en su maullido, que
no siempre realiza el mismo tipo de sonidos, y que estos cambian en su tono,
volumen, intensidad, etc. 

Pero que no solo cambian, sino que realmente el
espectro es amplio y se repite cuando hay un determinado tipo de situación que
también se esta repitiendo. Esto es una demostración de que hay una forma de
comunicación que esta sucediendo y que esta en nosotros hacer un esfuerzo para
ser capaces de entenderlo.

No
queremos decir de ninguna forma que el gato tenga la capacidad  de comunicar, discutir, opinar, cuestionar,
preguntar e intercambiar que posee el ser humano. Estamos hablando de algo
mucho más rudimentario, más primitivo si se quiere, pero que aun así cumple con
su función con mucha efectividad y es mucho más avanzado que las capacidades de
comunicación de otros animales de compañía.

Ahora
que sabemos esto, tal vez no nos parezca tan gracioso cuando algún amante de
los gatos, orgullosamente, nos dice que es capaz de conversar con sus gatos. No
nos esta mintiendo. Está, es cierto, exagerando, ya que no son verdaderas
conversaciones con todos los tipos de intercambio que una conversación
presupone, pero si esta diciéndonos una verdad básica y es que se puede tener
comunicación certera con el felino. 

Si la persona afirma que el gato le
pregunta como le fue en el trabajo, le cuenta de los problemas que tiene con el
perro del vecino o se pone a hacer largos soliloquios sobre el concepto del
alma para Platón, entonces sí, probablemente, sea una buena idea llamar a un
instituto psiquiátrico (y hacerlo muy lentamente, para no correr ningún riesgo
de alterar a nuestro interlocutor). 

Pero si lo único que nos dice es que su
gato es capaz de comunicarle como se siente, que necesita y hasta que es lo que
desea, entonces no estamos en la presencia de un loco, sino de una persona que
es capaz de escuchar e interpretar a su mascota. 

¿Cómo
interpretar?
 

Ya
hemos dicho que, de cierta forma, todos esos maullidos, gruñidos y trinos pueden
interpretarse como un modelo de lenguaje primitivo y que sirve para comunicar,
de forma bastante más certera de lo que sería esperable, diversas situaciones y
estados del animal. Pero lo que realmente es interesante es ser capaz de
realizar esta interpretación, de aprender a escuchar lo que se nos esta
diciendo, para actuar en consecuencia.

Como
podemos imaginarnos de lo que veníamos diciendo, no hay demasiado misterio en
cual es la forma de interpretar esta comunicación. Pasa simplemente por,
exactamente en la misma forma que sucede con cualquier ser humano, saber
entender el código que nos proponen los felinos, escuchar las variaciones y
comprender a que se deben y como se articulan. 

Es, salvando las distancias,
como escuchar hablar a una persona, salvo que en este caso el código es mucho
más limitado y más complicado de entender, ya que no hay unidades mínimas reconocibles como son las letras, sino que hay que prestar atención a una serie
de características no objetivas, como ser los tonos, el volumen, etc. 

El lenguaje del felino 

Hagamos
una aclaración: el repertorio de posibilidades de comunicación con las que
cuenta el gato es muy superior al de la otra mascota por excelencia, el perro.
Esto se debe a la forma en que se articula su relación con los demás
especimenes de su especie y con el ser humano. 

Se puede decir que el gato tiene
dos lenguajes: uno que utiliza para mostrar cual es su lugar en relación con
los otros gatos (un lenguaje que refleja, a medida que pasa el tiempo, los
diferentes momentos de la vida del gato, pasando de un recién nacido indefenso
y que debe ser cuidado a un adulto independiente, en lucha con los demás por la
supremacía, por demostrar quien es el líder) y su relación con el ser humano,
donde se mantiene durante toda la vida como un ser un tanto dependiente, en
constante compañía de su madre / dueño. 

Por supuesto, siempre se dice (y es
verdad) que los gatos son seres independientes que hacen su vida. Pero aun así
se mantienen dependientes de su dueño cuando están junto a él. Esto es lógico,
ya que su dueño es quien les provee de todo lo que necesitan.

En
la realidad, se puede ver que el lenguaje que se utiliza para relacionarse con
los seres humanos no es más que una progresión de los sonidos que los gatos
utilizan desde pequeños y que contienen mensajes muy simples como pedir
alimentos, atención o cualquier cosa que necesiten. Estos son mensajes muy
simples que no deberíamos tener grandes problemas en comprender.
 

Lenguaje
corporal
 

A
todo este lenguaje vocal del que estamos hablando hay que agregarle, como en
todos los animales, una importantísima porción de lenguaje corporal que ayuda a
completar o hacer más urgentes o notorios ciertos mensajes. Es más, es
posiblemente tan importante como el lenguaje sonoro, teniendo una variedad de
significados y de posibilidades igual o aun más amplia.

El
problema que el lenguaje corporal es que el ser humano, por una serie de
condicionamientos sociales y de su relación con el resto de los integrantes de
su especie, no esta acostumbrado a tener que interpretar movimientos y
posturas. 

Nuestra comunicación pasa principalmente por el lenguaje verbal, por
los códigos auditivos fácilmente distinguibles e interpretables. Por lo tanto
nos resulta demasiado complicado entender cuantos mensajes pueden estar
incluidos en la forma en que un animal camina o como posiciona su cola.

Y
hablando de la cola, esta es la mayor herramienta de la que dispone el gato
para mostrar su posición con respecto a cualquier asunto. De la forma en que
pone la cola se pueden inferir muchísimos significados y es la mejor forma de
entender que es lo que le esta pasando. 

El rango de lo que la cola puede
mostrar va desde la molestia, el dolor o el miedo al placer, la alegría o la
tranquilidad. Saber entender lo que cada posición significa es una forma más
que útil de acercarnos a una interpretación completa de lo que el gato quiere
decir o que le esta pasando. 

Un ejemplo claro es la cola parada, señal de
alerta, que sumada a un lomo arqueado y pelos en punta significa que esta
preparado para atacar, que se siente amenazado. 

Las
orejas y el pelo son, también, y en su propia forma, igual de importantes para
el gato a la hora de “hablar”. 

Las razas 

Si
nuestro gato no “habla” en lo más mínimo o si, por el contrario, parece un orador
profesional, una de las grandes razones para que esto sea así es su raza. Si,
así es, dependiendo del tipo de raza hay gatos que tienen un mayor o un menor
rango de sonidos que pueden utilizar para comunicarse.

Por
ejemplo, podemos nombrar a los gatos siameses como una de las razas con mayor
número de posibilidades de sonidos y tonos para expresar lo que les pasa. 

Son
también de lo que tienen una mayor tendencia a “hablar”; mientras que en el
otro extremo se puede situar a los gatos persas y a los de pelo largo, que
disponen de una variedad un poco menor pero, principalmente, no les gusta
hablar tanto como a los otros.

Por
supuesto, todo depende del gato particular y de su crianza. Pero la raza es un
factor importante igualmente. 

¡Atención! 

Igualmente,
más allá de todo el lenguaje corporal del que dispongan, no hay nada tan
efectivo para un gato que busca comunicar algo como el lenguaje vocal. Aún si
su amo no lo esta viendo, este le entenderá. 

Y debemos tratar de aprender como
interpretar los mensajes que plagan sus maullidos, justamente para poder
satisfacer sus necesidades, sin tener que luchar con las complicaciones de algo
que se termina pareciendo a un “Dígalo con mímica”. 

Es necesaria menos atención
de esta forma, que es algo que sino se nos exigirá en demasía. Podemos estar
haciendo cualquier cosa y cuando escuchemos el maullido sabremos que es lo que
nuestra mascota desea y seremos capaces de cumplir con nuestro deber como
dueños.