Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Carta de un padre a su hijo

Para
todos aquellos que tienen la dicha de tener  aun a sus padres con vida y a los que no, que esto nos sirva para
comprender a las personas mayores y entender que algún día nosotros también
seremos…¡¡viejos!!
Esperando la disfruten y lo pongamos por practica. Que Dios los bendiga.

Mi viejo

El día que este viejo ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.

Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide cómo atarme mis zapatos tenme
paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de
sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles e veces el
mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y, sin querer, haga mis necesidades, no te avergüences
y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas.
Piensa cuantas veces cuando niño(a) te ayude y estuve pacientemente a tu lado
esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello.
Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para
hacerte más agradable tu aseo.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya
no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para
no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y como
enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que
estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde,
y si no puedo hacerlo no té impacientes; tal vez no era importante lo que
hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese
momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no
debo. También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni
gusto para sentir.

Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar, dame tu mano tierna
para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles
piernitas.
Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido
recorrer. Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré
construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame
como lo hice cuando empezaste a vivir. De la misma manera como te he acompañado
en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia,
que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

A t e n t a m e n t e,
Tu padre

Enviado por Blanca. ¡Muchas gracias!





Y si quieres superar tus
temores y mejorar tu calidad de vida, te sugerimos inscribirte ahora en nuestro curso
gratis de Superación Personal
, haciendo clic
aquí
.