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¿Cansado de sentirte víctima?

Pautas para el crecimiento interior dejando atrás los miedos que no te conducen a ningún lado

El
miedo puede privar a un alma
de lo que la hace feliz que es dar y recibir amor, servir. Así lo entendía san
Francisco cuando explica el noveno mandamiento Señala NO CONSENTIRÁS
PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS. 

 Los pensamientos impuros no
son en ese caso los miedos introyectados por el autoritarismo despotico,  sino
mas bien el miedo a perder gloria y fama de un discípulo de Francisco. La
autoridad moral de Francisco desarticula toda voluntad omnímoda que quiera
imponerse irrespetuosamente. 

El miedo sano a no salirse
del el camino de Dios fue exacerbado por el fraile sin advertir que su tristeza
y ese miedo le estaban señalando otro camino. La confirmación de que se supera
la prueba es cuando la alegría se recupera y se comparte con toda la comunidad y
no molesta que uno elija distinto

La propuesta franciscana da
máximas desde la alegría no hay envidia, no hay condenaciones no hay bajada de
línea compulsiva es obvio que Francisco es portador de una experiencia de Dios
muy singular.

Las personas que comienzan a
escucharse a si mismas usualmente se encuentran con esas emociones dolorosas que
yacen justo debajo de la superficie de la conciencia: enojo, vergüenza, culpa,
soledad, depresión, tristeza, concusión…

Esto es normal, asustarse.
Los sentimientos son estados temporales que se encargan de si mismos cuando uno
encuentra maneras apropiadas de expresarlos. Los eventos desestabilizadores si
se trabaja el miedo son un despertar nuevo para la conciencia.

Las cosas aun las mas
traumáticas como un diagnostico malo nuestro o la muerte de un ser querido
llevan siempre a las mas grandes transformaciones para que nuestros espíritus se
hagan simples y se llenen de aquel amor que develen nuestra verdadera identidad
espiritual.

Las viejas heridas, un
divorcio, un despido, una fabrica que no se pudo recuperar, la muerte de un ser
querido, una enfermedad, una discusión dolorosa… cuando son entendidos
apropiadamente, pueden proporcionar materia prima para el crecimiento interno y
grupal.

El movimiento, el descanso
suficiente y una alimentación apropiada ayudan a mantener la autoestima y
facilitan una sana integración social. Además, un cuerpo sano tiene menos
probabilidades de aferrarse a las emociones enterradas.

Para sanar el miedo se debe reemplazar la actitud de victima por la de
sobreviviente. Tener alguien a quien inculpar es la mejor manera de quedarse
atorado.

Es importante tener conciencia de aquello que alguien nos ha hecho y como nos
sentimos al respecto, pero también es importante adueñarnos del hecho de que
tenemos opciones, y que siempre podemos elegir que postura tomar.

La actitud de victima crea una “fuga de responsabilidad” que drena energía y
menoscaba nuestra responsabilidad en la vida que vivimos en el presente. Se debe
permitir que las construcciones personales se vuelvan hipotesis. Las
“construcciones personales” son conclusiones, convicciones, creencias, cualquier
cosa conceptual que usamos para darle sentido a nuestro mundo.

Cuando son rígidas, se vuelven filtros dogmáticos sobre los ojos de la
conciencia, de tal modo que bloquean nuestra apertura hacia nuevas experiencias,
nuevos puntos de vista, nuevos significados. Permitir que las construcciones
sean “lo que pienso, valoro o creo en este momento” no es falta de entereza.

Mas bien, es un
reconocimiento maduro de que las formas de ser y las construcciones mentales
siempre son hipótesis funcionales armadas por un ser imperfecto que puede
abrirse a nuevos aprendizajes. Saberse original cuando hubo una historia de
negar lo diferente y imponer miedo es incomodo y en no pocos casos puede llevar
a grandes cruces.

Sentirse cómodo con ser
diferente no es lo común en la cultura de la masificación- El hecho de que
millones de personas crean en una mentira no lo convierte en verdad. Abraham
Maslow solía discutir la “patología de la normalidad”.

El hecho de que uno se explore a si mismo mas que otros, que vista de manera
diferente, que no considere entretenida la charla inútil, que no siga los
caprichos de las modas informativas, que se aburra con la televisión o que no
respete la “opinión publica” podría significar que uno vive, no por debajo de la
pauta de la normalidad, sino por arriba de ella.

También puede significar que
uno pertenece a la perenne comunidad de quienes valientemente están intentando
ser individuos personales.
 

Ver la propia sombra en las
relaciones. Somos, surgimos en el “espejo de la relación”. Observemos como uno
es con la pareja, prestar atención a las fantasías, los verdaderos sentimientos,
la charla interna…
 

Las relaciones son
oportunidades maravillosas para averiguar mas acerca quien somos Es enriquecedor
hacerse amigo de la propia sombra y del resto de nuestro “reparto de
personajes”.

Como Jung descubrió, lo que
no podemos integrar a nuestro yo despierto tiende a congregarse dentro de
“complejos” autónomos, lo cual significa que los aspectos negados de nosotros
mismos se manifiestan en sueños y fantasías como mini personalidades.
 

Una de las mas prominentes
es la sombra, un deposito de aquellos aspectos de nosotros mismos que
consideramos negativos, desagradables o inferiores. En los sueños, la sombra es
del mismo sexo que el sonador, y a menudo se presenta primero como un atacante,
un criminal, un lunático o alguna otra figura extraña o insólita.

El adueñarnos de lo que no nos gusta de nosotros mismos -nuestras inseguridades,
miedos, enojo, nuestros impulsos menos aceptables- convierte a la sombra en una
figura mas benévola.

El ego se asocia para seguir
entumecido y soñoliento con vampiros emocionales infelices, envidiosos y
abrumados por la rutina, que no intentan denostar todo lo que pueda modificar el
clima de desencanto y miedo.

La personalidad cínica, dice
no tener miedo pero en realidad no puede ni mirar lo que tanto teme. Pueden dar
la espalda cuando deseamos hablar de lo que causa el desconcierto espiritual.
Son las compañías mas toxicas para los que quieren salir del miedo, han
renunciado a crecer y a veces es sabio evitarlas.

Se pueden desactivar si se
apunta en ellas a su luz, no a su vicio, y si uno no  se engancha con ellos
desde su sombra. Pasar tiempo con personas que apoyan la búsqueda de crecer en
humanidad.

Esto incluye buscar personas
con quienes podamos compartir nuestras dudas y expresar nuestros sentimientos de
manera segura.
 

Hay que buscar estos amigos
con ojos de tigre hambriento: quienes se esfuerzan seriamente en explorarse a si
mismos son pocos, y es casi imposible hacer sin su apoyo este tipo de trabajo
social emocional y espiritual Francisco otorgo a muchos esta compañía. 

A los que sentimos vocación
por una fraternidad así sabemos que del miedo se sana en las iglesias cuando se
es y se tiene amigos así y se cultivan relaciones así. La mejor manera de
superar los miedos es afrontándolos y aceptando su presencia.

Las heridas pueden secarse
si se las expone al sol de la amistad. Son simplemente una emoción que nos puede
paralizar de por vida, o que nos puede impulsar a vivir plenamente.
 

Existe una dimensión
positiva del miedo que nos alerta de todo aquello a lo que no conviene
sobreadaptarse. Es un sano miedo que previene de tristezas posteriores pero
también estos casos es bueno saber que también  la tristeza no es mala para
recorrerla y en el caso de Francisco dejo que en su discípulo aflorara y esto
siempre sana. Incluso la tristeza despierta el poder del alma desmundanizándonos.

Como señala Renny Yagosesky: 

No ignores
la tristeza

Ábrele
espacio para que respire

La tristeza
es un hueco en el amor.

Una fuga
transitoria de energía.

Un camino
hacia uno mismo.

La revisión
profunda de algún espacio roto. 

Pues toda
emoción es necesaria y conveniente

La tristeza
te ayuda a detenerte temporalmente.

A alejarte
de todo lo mundano.

Te deja en
la puerta de un nuevo comienzo.

Reconócela.

No la
confines a un espacio muerto.

No la
encierres bajo llave

No permitas
que se entierre

No la
disfraces con mentiras lindas. 

Escucha su
mudez, siente su calma

Ella no
pretende avergonzarte.

No todos los
días son soleados.

Todo tiene
un lado débil. 

Permítele
que hable en su dialecto.

Que te
conduzca hasta el final de la bajada.

Y cuando
vuelva la otra fase de la luna.

El rayo de
luz traspasará el prisma

y volverá
a encenderse de colores tu alegría.

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