Uritorco, el paraiso de los Ovni   Uritorco, el paraíso de los Ovnis
El cerro Uritorco, en Argentina, se ha transformado en la meca de los amantes de los Ovnis y la contracultura. En esta nota sabrás por qué...
 

 

 

 

Una tarde de grises. Sólo sé una cosa: no estoy sola. Aquí somos, por lo menos, el cerro y yo. Vengo en búsqueda. ¿A buscar qué? Eso está por verse. Quizás haya venido a buscarme a mí.

 
Quiero estar allá arriba, en medio de esa nube. Un sueño posible. No está tan lejos, aunque parezca. No me importa el tiempo que tarde. ¿Qué es el tiempo? Voy a llegar. Me llama. ¿Qué llevo? ¿Qué dejo? Dejo lo que fui. Llevo lo que soy.

Para llegar hasta acá dejé cosas y gané otras, que llevaré para siempre. ¿Si pesa? Ya nada pesa. El pesar es un dolor y ahora siento alegría, emoción, fe. ¿Cómo explicar? Lo que valió no se pierde, queda. Y no pesa. Ya no.

Subo. Cuesta, pero no miro hacia atrás porque podría caer. Sólo quiero estar allá arriba. El camino se bifurca. ¿Sentarme a pensar que hacer? Sigo. Sigo por el que siento que debe ser. No puede ser el incorrecto si es el que elijo. Camino. Corro.

Me detengo a descansar. ¿Está mal un respiro? Necesito respirar. Pero en seguida retomo. Hay piedras. Y debajo de cada piedra un pequeño hermoso mundo. Hay rocas. Las salto. Resbalo. Me levanto. La tierra húmeda en mis dedos... Soy tierra.

Soy piedra. Hecho raíces con mis dedos y siento la vida de todos ellos, de todos esos verdes. El aire frío sobre mi piel. Silencio. Quietud. Una melodía. El silbido del viento armoniza con mis latidos, con el canto de este pájaro y ... El río.

Está cerca, lo oigo. Debo alcanzarlo. EL mismo camino me lleva. Mis piernas pesan. El agua helada las calma. Humedad. Agua hasta mis rodillas. Soy agua. No siento los dedos. ¿Agua sobre mí también? Blanco, todo blanco. Continúo. El camino se pierde entre las rocas. Hay que subir. ¿Vuelvo? Debo seguir. ¿Importa si llego? En el camino, estoy. ¿No es eso lo importante?

Allá está. ¡Es el sauce! Me abrazo a él. Soy árbol. Acá está María. Acá estoy yo. Se detiene el tiempo. El cerro y yo. El cerro, el sauce, María, el río, las rocas, la tierra y yo. Mi corazón late rápido. ¿Es ese un cóndor? ¡Espera! ¡Voy contigo! ¡Quiero volar! Soy cóndor. Soy aire. ¡Libertad!

Camino otra vez. Avanzo. Subo más. Quiero más. A mi izquierda: las rocas. A mi derecha: blanco. Estoy ahí. ¡Estoy en la nube! ¿Se puede subir más? Sí, quiero.

Lágrimas. ¿Acaso tristeza? Emoción indescriptible. ¿Esto es la felicidad? ¿Y ahora qué? No puedo detenerme. Sigo. Una fragancia. ¿Menta? ¿Peperina? ¿Dónde está? Quiero probar. Sólo un poquito para ornamentar la yerba mate en la subida triunfal de la cima.

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