Andalucía multifacética    

Tal es la fascinación de Andalucía para los viajeros de todos los tiempos que sus rasgos culturales absolutamente únicos se confunden, para muchos extranjeros, con los del resto del país

Andalucía multifacética


 

  


Aquí se gestó el mito de la España romántica, la de las gitanas, estilo Carmen, la de los "tablaos", la del cante jondo y la guitarra, la de la más preciada tradición de la tauromaquia.

Al recorrer las ciudades andaluzas todavía es posible reencontrar lo más genuino de ese espíritu alegre y trágico a la vez, que alumbró la mejor producción de Federico García Lorca, el más universal de los poetas andaluces.

Esta riquísima tradición cultural cultivada por sus artistas a través de las generaciones; su famosa Costa del Sol, tanto como la Costa de la Luz, cercana a Cádiz, y las no menos famosas ciudades monumentos de Sevilla, Córdoba y Granada, son algunas de las razones que explican porqué Andalucía es uno de los destinos preferidos en la península Ibérica.  

Romana, árabe y cristiana

Vértice geográfico entre África y Europa, Andalucía estuvo signada desde los más remotos siglos para ser punto de confluencia de las más variadas culturas. Fue la puerta por donde avanzó la romanización de la península Ibérica; después, la exquisita cultura árabe.

Al consolidarse el nuevo orden castellano, sus puertos fueron los escenarios donde se inició la aventura americana; también el termómetro de todo cuanto ocurría del otro lado del Atlántico. Por eso, no es casual que se agitara con los primeros soplos de libertad provenientes de las colonias, ni que fuera el foco de resistencia más activo a la invasión napoleónica, ni que las Cortes de Cádiz proclamaran la primera constitución de España.

A Roma debe sus primeras obras públicas, la fundación de varias ciudades, el adiestramiento en técnicas agrícolas y una lengua común, el latín. Desde aquí avanza la irreversible romanización del mundo ibérico y aquí nacen los primeros dos emperadores no romanos del imperio: Trajano y Adriano.

En tanto que la herencia de los ocho siglos de cultura árabe –iniciada en el 756 d.C. con la creación del Emirato Independiente de Al-Andalus- sobrevive en la arquitectura deslumbrante de sus ciudades, en magníficas obras de ingeniería para riego, en el exquisito gusto para ornamentar jardines y huertos, en el trazado de sus pequeños pueblos rurales, íntegramente blancos, simétricamente suspendidos en las laderas de las sierras y en armonía total con su entorno.

Luego están los castillos, los monasterios y los alcázares sembrados por el cristianismo durante la guerra por la Reconquista. Y los palacios renacentistas, platerescos, barrocos como para dar testimonio de que nada le fue ajeno.

Y por fuera de tanto pasado ilustre, un racimo de playas como para escoger, algunos de los mejores campos de golf de la península y una gastronomía deliciosa que hace honor a sus mezclas culturales.

Cómo ir

El tren es el medio ideal. Desde Madrid y Barcelona hay servicios diarios a Córdoba, Granada, Sevilla y Málaga, las principales ciudades andaluzas. El AVE –tren de Alta Velocidad Español- recorre la distancia entre Madrid y Sevilla en apenas unas dos horas.

Otra opción es alquilar un auto. De cualquiera de las dos maneras se asegura disfrutar del paisaje que a lo largo del trayecto regala a la vista el placer de sus contrastes. Si lo que le importa es ahorrar tiempo, siempre tiene el recurso del avión hacia cualquiera de las principales ciudades y luego un excelente servicio de micros interurbanos para llevarlo al punto que elija.

   

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