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Verdades para comenzar a adelgazar

Cuando empezamos una dieta hay ciertas cuestiones que, pese a tener una gran importancia, parecen ser tabúes, realidades que algunos pretenden que pueden ser negadas tan sólo por no ser nombradas. Son verdades que no son gratas, pero que debemos saber.

Aceptémoslo
directamente, para no vivir engañados: a nadie le gusta la dificultad. Quien
diga lo contrario está, en general, mintiendo.

Por
supuesto, en ciertos aspectos de la vida la dificultad es necesaria y
muchísimas cosas no tendría sentido hacerlas si fuesen simples. ¿A alguien le
interesaría escalar el Everest si no fuese difícil, algo que pocos pueden hacer
y, por añadidura, peligroso? No, a nadie.

Pero
la necesidad de dificultad para hacer las cosas interesantes es algo que no se
nos presenta en la vida cotidiana, no es algo con lo que necesitemos convivir,
sino que es una situación particular de determinadas actividades. En el resto,
en general, lo que más queremos es que sean sencillas, especialmente cuando son
actividades que realmente no tenemos deseos de hacer, sino que nos son forzadas
para poder lograr algo (ya sea, como en este caso, la pérdida de peso o, por
ejemplo, cobrar a fin de mes).

Por
lo tanto, en general, todas aquellas personas que empiezan una dieta lo único
que desean es que les digan que van a perder peso velozmente, sin ningún tipo
de problemas, que no van a tener que hacer sacrificios, que todo va a ser
sencillo y mágico. Lamentablemente, esto en general no es así. Mejor dicho,
nunca es así, sino que hay muchos factores que hay que tener en cuenta y que
hacen que una dieta no sea un paseo por el campo.

En
general, los buenos médicos lo primero que harán será ponernos sobre aviso de
esto, nos comentarán todas aquellas complicaciones que podemos pasar, así como
todo el trabajo que trae comenzar una dieta para perder peso. Nos darán toda la
información, no nos ocultarán nada sólo para que nos sintamos mejor. Por
supuesto, también nos dirán los puntos favorables y nos explicarán que todo el
sacrificio vale la pena porque al final obtendremos lo que estamos buscando.

Por
otro lado, debemos desconfiar de aquellos que nos prometen dietas fáciles,
rápidas, donde no tenemos que hacer ningún tipo de esfuerzo ni sacrificio, que
nos hablan de perder peso de formas que parecen casi mágicas y en ningún
momento se acuerdan de comentarnos los puntos negativos. Nunca debemos
olvidarnos de que los puntos negativos existen y son innegables.

Igual,
no entendamos mal, cuando hablamos de puntos negativos no nos referimos a
graves problemas de salud, sino a todo el trabajo que una dieta implica (en
ejercitación, cuidado en la alimentación, inversión de tiempo y dinero, etc.) y
de todos los sacrificios que -queramos o no- deberemos hacer, a menos que
estemos dispuesto a trabajar nuestro físico para, cuando el tiempo pase, no
haber logrado absolutamente nada.

A
lo que apuntamos con esta nota es justamente a comentar y explicar un poco, de
forma breve, algunas de las situaciones más importantes que debemos saber antes
de empezar una dieta, con respecto al hecho de realizar un proceso para perder
peso. Son una serie de verdades que a nadie le gusta escuchar, porque no nos
hablan de éxito fácil y seguro, ni nos dan una mirada optimista y que nos
promete que perder peso será como coser y cantar; pero que por otro lado es
vital que las conozcamos, porque saberlas de antemano nos ahorrará en el
momento de enfrentarnos con ellas muchas desilusiones. Es mejor saber con qué
nos enfrentamos antes de comenzar la dieta que después, cuando estemos
convencidos de estar haciendo las cosas bien y de que todo marcha sobre ruedas
para luego darnos cuenta de que, en realidad, no está resultando.

Entonces,
para evitar que nos engañen y, aun más importante tal vez, que nos engañemos a
nosotros mismos, repasemos esta pequeña lista de las cosas con las que nos
vamos a tener que enfrentar cuando queramos perder peso. 

Olvidémonos de los
modelos 

Mucha
gente que sufre de exceso de peso comienza una dieta para verse mejor, y tienen
la idea totalmente errónea de que cuando terminen con su dieta se van a ver
como los modelos más populares del momento, sean estos quienes sean. Este es un
error muy común, y uno de los que puede producir desilusiones más fuertes
cuando el tiempo y el trabajo demuestre que no podemos llegar, de ninguna
forma, a lucir como la cantante que queremos imitar o como ese deportista que
siempre va a tener muchos más músculos. La búsqueda de un modelo de cuerpo
determinado es algo que debemos sacarnos de la cabeza.

La
verdad es que cada persona tiene el cuerpo que la naturaleza decidió darle, no
hay forma de cambiar esto y debemos aprender a aceptarlo. Nuestro cuerpo es
nuestro cuerpo y no podemos convertirlo en el de Jennifer López o David
Beckham. No hay forma de hacerlo, tan simple como eso. Ese cuerpo que tenemos
es el único que podemos tener y lo mejor es que aprendamos a vivir con él, a
convivir de forma confortable con nuestra propia apariencia.

Esto
no quiere decir, de ninguna forma, que no podamos vernos mejor de lo que nos
vemos; de que no podamos, inclusive, llegar a vernos absolutamente increíble y
perfectos. Sólo quiere decir que hay determinadas cosas respecto a la
conformación de nuestro cuerpo que no podremos cambiar de ninguna forma (al
menos, sin cirugías estéticas muy costosas y potencialmente peligrosas), como
por ejemplo el largo de nuestras piernas, el tamaño de nuestras manos y pies,
la forma de nuestro torso y cabeza, estatura, etc. Con este tipo de cosas
deberemos aprender a vivir.

Hay
que trabajar con lo que tenemos, no basarnos en lo que no podemos tener.
Debemos concentrarnos en estar bien en nuestro propio estilo, en estar en
forma, con la tonicidad muscular adecuada, sin esos kilos de más que teníamos
antes de empezar la dieta. Debemos trabajar en estar saludables. Una persona
saludable siempre se ve mejor que una con problemas de salud. La figura
perfecta es aquella que es la perfecta para nuestro tipo de cuerpo y para
nuestras características físicas.

Olvidemos
los deseos de lucir como otra persona. Si logramos estar bien, vernos confiados
y seguros, saludables y fuertes, seremos atractivos para los demás, aún si no
cumplimos con las normas que marcan los estándares sociales para el cuerpo
perfecto. Dejemos de lado lo que se considera “perfecto” y concentrémonos en
ser nosotros mismos.

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