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Una pintora en la feria, un festival de color

Un disfrute estético de la feria, verdadera inspiración para el pintor que todos llevamos dentro

Muchas veces ir a la feria agrícola, es una tarea que se emprende con poco entusiasmo, dado que es una obligación repetida múltiples ocasiones y no tiene nada de novedoso, aparte que los precios siempre nos están acechando con la amenaza de subir y subir.

Pues bien, cuando decido llevar al niño que vive en mí, al niño que sabe llenarse de asombro y contempla cada cosa como si la estuviera viendo por primera vez, la mirada sufre una transformación.

Si observo y  contemplo la variedad de formas que tienen los distintos productos que tenemos que consumir para alimentarnos y obtener energía y salud, me doy cuenta que estamos ante un gran festival del color y la forma, sin olvidar el sabor.

En una ocasión que fui a la feria con mi hijo de siete años, su mirada de pequeño y gran filósofo   me reveló como si yo hubiese sido ciega, cómo era posible tal variedad de frutas y sabores, preguntándome con la mayor seriedad  del mundo sobre quién era el autor de todas estas maravillas, poniéndome entre la espada y la pared para que le diera una respuesta correcta inmediatamente.

Dicen que los hijos nos hacen  ser mejores, tenemos que entregarlo todo, sin dejar nada para nuestro egoísmo, al mismo tiempo,  nos dan lecciones que nos hacen profundizar en este milagro que es la vida y la belleza que contiene y nos contiene.

La pintura y los zapallos

Puede ser que ya no nos cause asombro contemplar una fruta o miles de frutas en la vega o feria, puede ser que ya no sea novedoso contemplar muchos ajíes colgados como pequeños cuchillos rojos apuntando al aire y al suelo o esas trenzas interminables de ajos con aires de vejez, es natural porque la capacidad de ver cosas nuevas se va perdiendo junto con la edad, para algunos.

Un aspecto que atrae mi atención es la forma, no podría dar razones para esto, pero me inclino en contemplar los zapallos, los encuentro generosos en tamaño, color y sabor.

Su carnosa y amarilla calidez, espera paciente para ser acuchillada.  Si el destino es una rica cazuela de vacuno, será la culminación de la entrega en la mesa chilena,   o bien unos picarones que endulzan el frío invierno.

Qué tendrá que ver todo esto con pintura, se preguntará algún lector, tiene que ver, pintar es disfrutar todo lo que el ojo ve, observa y finalmente si se puede, saborea, no se malinterprete, estoy hablando de hortalizas.

Sigo preguntándome porqué me atraen los zapallos. Hay una pintora chilena, Roser Bru, que está obsesionada con las sandías, siempre pinta sandías, no es lo único que pinta, pero se distingue por este motivo.    

El principio de todo es circular, está en la catedral de Notre Dame. Los ciclos femeninos también obedecen a la misma forma. El átomo es redondo. Todo parte de lo esférico.   Tal vez por eso me inclino por mirar zapallos como una obsesa. 

Tonalidades que intenta capturar el pincel o la espátula 

Continuando con nuestro paseo por la feria de frutas y verduras, me referiré a los frutos secos, que contienen en su diminuta carnosidad mucho sol escondido, aparentemente viejos y arrugados  nos entregan con insospechada sabiduría la proteína necesaria para conservar la juventud cerebral.


Luego están las lechugas, donde transita la belleza  y la vitalidad en el verdor de sus hojas. La variedad y tipos de lechugas es notable, unas de hojas largas y gruesas, otras más suaves y redondeadas, la pastelillo, que en realidad son bocados análogos a servirse a un pastel vegetal. Además, hay que aprovechar de contemplar el color verde que aporta energía y salud mental.

Las coliflores que lucen una cabeza blanca y enorme y su primo el brócoli de una tonalidad verde azuloso agrisado, nos ayudan a paliar el colesterol de las venas.

Los tomates y su piel suavecita de un rojo transparente, otras penetrante, que infunde vigor, cordialidad y dinamismo todo el año, porque ahora están también los de invernadero (mirar el color rojo, todos sabemos que infunde deseo de acción, despierta, incita, nunca pondremos este color en los lugares de nuestra casa en que deseamos serenarnos o descansar).

Su sabor de moderado ácido es  refrescante y pleno de jugos que irán a depurar nuestras paredes internas, que finalmente también mejoran la piel.

Pintar uvas o pintar pasas

Las uvas,  nos recuerdan muchas cosas, nos recuerdan la fácil vida de los romanos que tenían quien le llevara estas frutas a la misma boca, mientras les aliviaban del calor con el potente  movimiento de una hoja de palmera, (las fiestas de Dionisios).

Nos recuerdan también,  la maestría con que han sido pintadas por aquellos expertos en bodegones (pinturas de naturaleza muerta). 

Conseguir pintar una sola uva, no es fácil, ¿cómo lograr esa superficie suave, casi aterciopelada con brillos cambiantes  de tonos en su diminuta curvatura? 

Ese morado azuloso, casi negruzco, ese rosado traslúcido, tan alegre como el amarillo pálido que lucen de enero a mayo.

Las uvas  recuerdan las viñas, esos parajes de infancia en que tanta fruta daba cuenta de que nuestra capacidad es limitada y sólo nos permite acceder a un solo racimo.

En cuanto a su contenido, muchos quisieran beber de una vez todo ese jugo que contiene  el descubrimiento que lanzó el negocio etílico hacia las cumbres del éxito, los riboflavinas, la publicidad se ha encargado de convencernos que es muy eficaz para detener la juventud, sin embargo,  hablemos claramente de una propensión exagerada hacia beber vino, sólo conseguirá envejecer ese órgano vital, el hígado y quedaremos convertidos en una uva hecha pasa.  En todo caso, no culpemos a la fruta de nuestros excesos.

Montañas de cebollas

En mis viajes a la feria he disfrutado mirando las cebollas, camiones desbordantes en que ruedan hacia el camino como planetas galácticos, rumas y montañas de ellas, cebollas para el escabeche, cebollas para las empanadas y para todas las comidas de cada día, es la imprescindible, pese a que el olor que queda en la boca no es como para ir después a pololear, lo mismo que el ajo.

No voy a ponerme a nombrar aquí las múltiples cualidades de la cebolla, como por ejemplo que alarga la vida, depura el organismo y agrega defensas contra los infinitesimales enemigos de la salud.

Si podría decir, que para el pintor no es fácil retratarlas, lograr ese color tan propio de ellas, quizás sólo a los maestros más experimentados no les cueste más que un par de mezclas de color y unas cuantas pinceladas  precisas que den el brillo exacto y la ilusión total de eso, que es una simple y común cebolla. 

Pero, a veces nos enseña que  tiene tantas capas, como la realidad en que vivimos.

Si podemos colgarlas en la cocina o en el patio techado, nos comunica al igual que las papas y la harina que hay comida para el invierno, que éste puede arreciar pero no faltará que llevarse a la boca, Que así como a nuestros antepasados, ella sigue acompañándonos diariamente.

El pimiento morrón

Hasta aquí hemos pintado de todo lo que hay en la feria, nos falta sí algunos como el pimiento morrón, que muchos empezarán a consumirlo porque entre sus cualidades está el ser afrodisíaco y también es infaltable para darle cierta animación a las comidas.

Las veces que he hecho el intento de pintar un pimiento morrón no he quedado satisfecha, lograr esa luminosidad que tiene la piel, ese rojo o ese verde tan potente de lisura extrema es un trabajo que implica extensa práctica, ése es el trabajo que demanda llevar a la tela con algún éxito o competencia las maravillas que podemos tocar, oler y consumir casi cotidianamente.

Las frutas eróticas

Era muy niña cuando sufrí de una afección a los riñones y mi dieta consistía en frutas, solamente frutas por varios días, algo muy depurativo pero que se hace insoportable si se alarga mucho tiempo.

Las frutas jugosas y de una variedad increíble, ácidas, dulces, agridulces, mezclas de algunas, por ejemplo el mango es una combinación de plátano con durazno, el kiwi dicen que equivale a comer seis naranjas, potente vitamina C, la piña de extraordinaria frescura para  días tropicalmente cálidos como la tierra en que se producen.

Pintar frutas con acierto es cosa de maestros, pueden utilizar el estilo del realismo o bien  la mancha que sugiere apenas, o una esfera muy marcada en sus contornos que será la expresión pictórica de lo que lleva en sí jugos vivificantes y refrescantes, que además posee según el punto de vista, formas femeninas eróticas, como el durazno, la manzana y masculinas como el plátano.  No se puede dejar de citar a la zanahoria o a los pepinos, escogidos con picardía para regalarlos en las despedidas de solteras.

La mujer frutal

Un destacado ensayista si hablaba de una mujer atractiva, decía: es una joven frutal, gran metáfora si recordamos que la manzana, el membrillo y la granada (este último jugoso en extremo)  son frutas simbólicas de Afrodita, la diosa del éxtasis sexual y la juventud.

Tampoco se puede olvidar de citar a la pera, muy jugosa también, cuya forma recuerda el cuerpo femenino, tiene un olor delicioso y propiedades vitamínicas.

A propósito de esto último, la vitamina más potente es la A, de amor, quien no se ha sentido resurgir de las tinieblas del tedio y del sin sentido una vez que se ha enamorado?

Pintar frutas redondas, alargadas, de distintos tonos sin perder la gracia que tiene cada una, ya lo han hecho muchos pintores en el pasado.

Ahora se buscan otros temas, menos vistos, menos cotidianos, más originales, pero ellas siempre están ahí, invitando como modelos dispuestas pero transitorias, si nos demoramos, el tiempo las marchita igual que a las flores.

El arte es anhelo de capturar belleza y también el  intento de atrapar esta fugacidad en que nos desenvolvemos, transitoriamente. 

Ciruelas moradas e higos dulcísimos y frágiles. 

Una escritora chilena muy conocida en el extranjero y que no goza de mucha simpatía por parte los intelectuales chilenos, en su libro Afrodita dice que la ciruela tiene el olor del sexo femenino.  Algunos estarán de acuerdo otros no, es cosa de cada cual.

De todos modos, las ciruelas con ese morado intenso (hay también amarillas y rosadas) como su sabor y ese brillo que emana de la tersa oscuridad de su piel, es notable.

¡Que ricas mermeladas para el invierno podemos cocinar a bajo costo! siempre y cuando no la dejemos muy ácida.  Además, su efecto laxante es conocido. 

Ahora si son secas, se echan a remojar, se les saca el cuesco y le ponemos un poquito de manjar encima y la mitad de una nuez, estaremos frente a un bocadillo poco usual.

Los higos son tan dulces como frágiles, si están maduros, (azul oscuro es su color en ese estado), al menor apretón, se rompen.  En el libro de la I. Allende dice que en la antigua Grecia esta fruta era uno de los alimentos sagrados asociados a la fertilidad y el amor físico. En China se regalaba a los novios y en Europa se considera afrodisíaca por su forma y color.

El disfrute de las flores

El disfrute de la feria alcanza su culminación o clímax cuando es posible observar la venta de flores.   Allí se acumulan en vibrantes y alegres colores que hacen estallar casi todos los tonos en sus pétalos, sobresale el amarillo, el blanco, el rojo, el rosado intenso, luego le siguen los lilas, los morados, los ocres y naranjas.

Actualmente,  en Concepción abundan los carritos con flores, es seguro que si sacamos fotos a estas pequeñas florerías ambulantes, tendremos una fotografía plena de colorido y alegría.

Ese es el papel o el rol principal de las flores, embellecer el ambiente, agradarnos, alegrar nuestra vida con su presencia y perfumarla.

Existen muchos simbolismos respecto al color y naturaleza de las flores, si recibimos flores rojo intenso, es que alguna pasión nos anda rondando. 
Si son blancas, puede ser que inspiramos pureza,  rosa ternura y amor, el amarillo olvido, aunque prefiero creer que aportan mucha alegría, el morado, modestia o espiritualidad. Las orquídeas y lilas se cree que representan el sexo femenino. 

Podríamos citar un diccionario de significados de flores, pero lo dejaremos para otra ocasión, bastará con citar a nuestro poeta Oscar Castro que les cantó:

Yo me pondré a vivir en cada rosa/en cada lirio que tus ojos miren/ y en cada trino cantaré tu nombre para que no me olvides/Yo pintaré de rosa el horizonte y pintaré de azul los alelíes y doraré de luna tus cabellos/para que no me olvides.

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