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Una infancia en Austria

Se entiende que no puedo empezar mi relato con mi nacimiento porque si bien estaba presente, no tengo registrado los detalles de este día…

Dedicatoria 


Buenos Aires, 16 de Marzo de 1996


Estas líneas están dedicadas a mi fiel y valerosa esposa Edith, a mis hijos
Pitzy y Riky, Irene y Arturo y Lotti y Ricardo y a mis hermosas nietitas
Natalie, Barby, Caro, Deby,Luly, Ari y Jenny por orden de aparición. Podrán o no
leerlas, pero me daría una gran satisfacción  que conozcan más en profundidad mi
vida, de la cual algo les he contado a través de los años.


Uno de mis primeros recuerdos se refiere a nuestro departamento más bien modesto
en el segundo distrito (2º Bezirk, am Tabor 22/2. /2. De Viena (Wien). Era un
conventillo impresionante, compuesto de 6 bloques, cada uno con 4 pisos donde se
hacinaban más o menos 160 familias.

Para conocer bien la calidad de vivienda les
cuento que entrando por la puerta había un pasillito que por el lado izquierdo
conducía a la cocina y por el frente al “living” y de este accedimos al 
dormitorio donde dormíamos mis padres, mi hermano Rudolf  y yo .

Para acentuar
aún mas las  “in-comodidades” no teníamos agua en la cocina ni baño en el
departamento. Sí teníamos una canilla (la Basena) en el pasillo afuera del
departamento, al lado de la cual naturalmente detrás de una puerta (la llave
siempre estaba lista en el departamento) un inodoro con descarga a cadena.

Quiere decir que  toda el agua que necesitábamos para higienizarnos y cocinar
teníamos que traerla (mayormente mi mamá)  del pasillo, que además de ser
extremadamente incómodo, daba lugar a permanentes roces con el vecino de la
derecha, que no perdía la oportunidad de molestar, especialmente a mi pobre
mamá.


Para nuestras necesidades higiénicas contábamos con una “waschtisch”, mesa con
una palangana y un jarrón de agua. Además coronaba esta instalación sanitaria 
un tacho para el agua servida y una escupidera para los demás quehaceres.


Nosotros llamábamos  a nuestra madre “Mamma” y a nuestro padre “Pappa” con
acento en la primera “a”. No sé de donde provino esta forma aparentemente
italiana ya que en  nuestros antepasados no figuraba ninguna italiano.


En todo este cuadro sobresalía nuestra “mamma”, que  luchaba denodadamente
contra la miseria para brindarnos lo mejor que pudo.

Ella era una hermosa señora
más bien petiza, pelo entrecano prematuramente, que sin embargo le quedaba muy
bien e hizo resaltar sus lindas facciones. Mi pappa  era un hombre bajito y
flaquito y lamento tener que decirlo, no le proporcionó muchas felicidades a mi
mamma .


Más a la luz de la distancia de los años, hoy pienso que fue un soñador, que no
encontró la forma de proporcionar a su familia los medios de una vida sin
sobresaltos.

Antes de seguir adelante con el  relato y al recordar tantas cosas,
hoy recién debo dedicar un  análisis mas profundo de lo que le habrá ocurrido a
mi Pappa, vuestro abuelo y bisabuelo. Confieso que hasta hoy lo hice culpable 
porque no le brindó una vida feliz a nuestra querida mamma. En esta invasión de
recuerdos  y  a la altura de mis años voy a tratar de analizar su vida y calmar
mis rencores.


Mi papá fue adoptado apenas nació. Su madre debe haber fallecido en su parto y
su padre antes. Su apellido  original era Porjes. Me acuerdo que en nuestro
comedor colgaba un cuadrito con los días del “Jahrzeit”, aniversario de la
muerte de sus padres.


El padre adoptivo se llamaba Neuberger, era maestro en una ciudad de la entonces
Checoslovaquia, siendo su nombre alemán Tyrnau, eslovaco Trnava y húngaro Nagy
Sambat. De su niñez y adolescencia no sé nada.

Los primeros movimientos de su
vida  los conocí cuando nos contó de su actuación  como violinista. Supongo que
en  estos tiempos fue costumbre que el matrimonio de mis padres no fue
consecuencia de un profundo enamoramiento  mutuo, sino que se habrá armado el
schidaj (armado una pareja).


Sigo pensando que al entrar en los entonces bienvenida familia Toch, sus
parientes buscaron de encontrarle una nueva (Parnuse) (negocio) lejos de la vida
de artista.

Aunque también recuerdo fue admirado en las reuniones familiares por
sus  dotes de violinista de una familia a la que  le  gustaba  la música. Así 
que veo a mi papá en un negocio de bolsas que seguramente le puso mi abuelo Toch
( Adolf). 

También podría creer que no se habrá sentido demasiado  cómodo en una
tarea que  le era supongo totalmente nueva  e inusual. Pronto se cerró  éste 
negocio, entonces una nueva profesión, empezó a ensayar a fabricar productos
químicos, se rodeó de mucha literatura a fìn y podría entender que era algo que
le  gustaba. 


No tengo antecedentes de que hubiera tenido conocimientos sobre este tema,  pero
lo notable era, que efectivamente llegó a producir perfumes, sales de baño,   
cremas, que empezó a vender y logró colocar estos productos. En la modestísima
medida de posibilidad de vender estos productos sin ninguna propaganda, los
resultados también eran magros.  Hay que notar también la capacidad de mi viejo
de lograr buen artículo y además venderlos.


Estoy seguro de que era un buen vendedor.  Si  la suerte lo hubiese ayudado a
relacionarse con empresas de artículos masivos, estoy seguro que hubiera  sido
un capo de venta.


El laboratorio  se encontraba naturalmente en nuestro departamento, colaborando
toda la familia en la  producción.  Siguió buscando ampliar la venta  y encontró
un nuevo producto: una franela impregnada con un líquido de su invención  para
la limpieza en seco de todo tipo de metales, bronce, cobre, plata, oro, etc. Que
logró hacer brillar como si fueran nuevos.

También inventó la marca  “ITROPAN”
(Impregniertes Trockenputz tuch Arthur Neuberger, paño impregnado para limpieza
en seco A.N. Asimismo creó su marca que formaba un redondel con  una llama
flamante. Esta marca la registró y tras muchos ensayos tanto de calidad como
presentación, se largó a la venta.


Esta  “industria”  ya fue más complicada. Pusimos en nuestra cocina   un tacho
grande, en el cual se mezclaban los implementos para hacer el compuesto con el
cual se impregnaban las franelas. Como no era importante ésta franela la
comprábamos en la cercana tienda del señor Robinson  por metro. 


Primer error, pero inevitable: costo alto. El componente más importante del
líquido era amoníaco que “perfumaba”  nuestra existencia.  El género impregnado
del menjunje tuvimos que pasar a mano por dos rodillos de goma para escurrirle
el líquido y después lo colgábamos para  secarlo en nuestra pieza. 

Una vez seco
lo cortábamos con una tijera zic-zac en paños rectangulares, y los metíamos  en 
bolsitas de celofán.  La impresión se hizo con sello de goma en el cual pusimos
las letritas de goma en reemplazo de una imprenta.

Describo esto ahora con la
convicción que era admirable como nuestro padre se introdujo en esta “química “ 
creando muy buenos productos. La venta la efectuó él sin apoyo logístico de
propaganda adecuada, para lo cual nos faltaban los medios necesarios.


Así que esta vía tardía para pedirle a mi pobre papá disculpas por mis
sentimientos rebeldes que me acompañaron hasta escribir estas líneas, las que me
aclararon muchos aspectos.


Estoy –ahora- seguro, que meter a mi papá, que venía de un ambiente modesto, más
tarde artístico, en el negocio de la arpillera, lo desubicó.  La consecuencia de
este desequilibrio fue su adicción al alcohol por la lamentable elección de una
actividad muy creadora pero improductiva.


También quiero destacar a mi “mischeberaj” que gracias a los esfuerzos de
nuestra querida mamá él hizo un tratamiento contra el alcohol, con total éxito,
que también demuestra que él sabía de su problema y lo combatió.


Después que nuestra madre nos dejó fue un padre compañero e inclusive supo
respetar nuestro egoísmo –lo reconozco- del rechazo de cualquier señora que se
aproximaba a nuestro entorno.


Voy a adelantarme a los acontecimientos para destacar que la invasión nazi trajo
consigo una mejora en nuestras finanzas.  Él empezó a enseñar la fabricación de
productos químicos  a gente que pensó en emigrar, lo que produjo entradas que
mejoraron notablemente nuestra economía. Huelga decir que administrábamos
conjuntamente nuestra caja  en perfecta armonía.


Así que papá te brindo estas líneas porque se me abrió tarde –mi horizonte y te
comprendo profundamente-.  Y si existe un más allá quisiera pedirte que recibas
mis pensamientos con todo el amor y comprensión paternal.


Vuelvo a mi narración: Una de las cosas que me quedaron imborrables eran las
visitas del   “oficial  de  justicia”  que vino bastante a menudo a embargar
nuestras pobres pertenencias.  Así que desapareció el piano, algunos cuadros y
otros objetos de relativo valor. Él pegaba detrás de cada  objeto de su elección
una estampilla oficial, que lo condenaba a desaparece


Después de estas
bastantes y frecuentes  visitas nuestra pobre madre quedaba deshecha. Pero no
todo  fue tristeza.  Mamá tenía una hermosa voz y nos enseñó canciones que hasta
hoy recuerdo y tarareo. 
Inolvidablemente me queda en mi memoria el “Mutterlied”
(canción de la madre) de un compositor  famoso de operetas Edmund Eisler que
mamá  nos cantó muchas veces para dormirnos. 

Este  músico Eisler dirigía la
orquesta en un famoso teatro de Viena en la Praterstrasse, cuando mi papá
actuaba de violinista. La música era una permanente compañera de nuestro hogar
por lo que me explico que hasta hoy conservo en mi memoria  tantas melodías. 

Mi
papá tocaba como era lógico el violín magistralmente y participaba también en
las horas hogareñas de música.  Nos tocaba hermosas melodías  de todo género,
como también gitanas y húngaras. Esta última música la adquirió en  su pueblo
natal donde en esa época se hablaba húngaro (Tyrnau)


Mis abuelos procedían de un pueblo en Austria, Nikolsburg, que nunca llegué a
conocer. De chico pasé muchos días en la casa de mis abuelos y especialmente los
días de las altas fiestas.  Los viernes y sábados a la noche.  El viernes para
cenar conjuntamente y festejas el Erev Shabat y el sábado para encender la vela 
de Avdalá –fin de semana-.


No llegué a conocer a mi abuela.  La casa donde nació mi mamá era lo que se
podía llamar  un Patrizierhaus.  Situada en la Zirkusgasse 25 tenía al frente la
señorial vivienda y en  el fondo, que daba a la calle trasera, el depósito  de
bolsas, los escritorios y un enorme lugar en el que se guardaban varios carros 
de carga, incluyendo los caballos de tiro y carrozas para pasear. 

Tengo varios
recuerdos de las salidas que efectuamos por la Hauptalle y otros tan hermosos
paseos.  La vivienda  era enorme y me acuerdo  de su despensa que rebosaba de
alimentos.  No era para menos, porque ahí se reunía al principio toda la
familia: 7 hijos y con el tiempo los  consortes correspondientes. 

Mi mamá era
la mayor, a ella,  le siguieron  en edad los tíos Luitschi (ludwig) y Jaques
(Jacob), la tía Liesel  (Elizabeth), tío Xandl (Alexander), tío Richard y tía
Emmy (Emma.


Lamentablemente con el fallecimiento de mi abuela que no pude conocer, ésta
linda familia que estaban alrededor  del abuelo se hizo poco a poco… añicos.

Empezar las peleas por la herencia que tomaron cada vez más vehemencia. El lindo
ambiente de paz y concordia dio lugar a permanentes roces que crecieron más y
más.  Ante la “falta” de preocupaciones se agregó  esta situación que a mamá no
le hizo nada bien.


Los hijos mayores Jaques y Luitschi se habían independizado ya.  Al primero le
fue muy bien, vivía elegantemente con su esposa y su hijo Herbert  en noveno
distrito en un barrio residencial. A  Luitschi no le fue tan bien.  Se casó con
nuestra hermosa tía Alice y tuvieron dos hijos: Otto y Heinzi. 

Este matrimonio
no funcionó y se separaron.  Cuantos domingos nos llevó nuestra buena madre al
internado donde estos dos chicos crecieron evidentemente sin el necesario calor
de hogar.


El que les siguió en edad fue Xandl, que convivía en la casa paterna.  Su marca
de identificación era que cuando  tenía que visitar a un cliente siempre tuvo la
mala suerte de no encontrarlo.  Era medio vagoneta.  Se casó  con tía Stella
separada de su esposo.

El más joven Richard vivía un tiempo en  la Zirkusgasse
colaborando en la empresa familiar,  hasta que los líos permanentes le hicieron
independizarse tanto comercialmente como habitacionalmente.


A mamma, casada con Arthur, le siguió en edad la Tante (tía) Liesel.,  que se
casó con Eugen Roter, (Onkel Yenu) (tío), que procedía de Temesvar, Lansilvania,
una provincia de Rumania, esta zona era también mezcla de pueblos e idiomas,
donde se hablaba húngaro, rumano, yiddish.  Este querible onkel Yeniu (tío) era
el elegido (seguramente) de la tía Liesel porque era u n hombre  apuesto con
aire de gran señor. Tenía mucha pinta.


La benjamina de la familia era tante  Emmy   (tía)  Ella se  dedicaba al canto
que estudiaba con todo entusiasmo.  Ya en  aquel entonces la vida de artista
tenía las mismas  características que hoy en día.  Pero mi tía era la típica
“hija de su casa” y no le ayudaba a su carrera su recato.  Ella vivía también
con el abuelo y su hogar era un lugar donde se dedicaba más que nada a las
lindas melodías.


Me resulta un poco difícil describir nuestra infancia y adolescencia con tantos
destinos y grupos familiares pero acudo a vuestra paciencia para seguir el
relato. 


Zirkusgasse era- como ya conté-  el lugar donde convergía la familia con su
chico. Salvo el tío Jacques y Luitschi, más tarde tampoco el tío Richard. 

En un
principio siguieron viviendo en Zirkusgasse el abuelo, el tío  Xandl y tía
Emmy.  Más tarde se agregó la esposa de Xandl, Stella, al conjunto reducido.
Pero la esposa de Xandl no tuvo –por su condición de separada-  una recepción
cariñosa, así que el nuevo matrimonio se alejó del hogar.


Mientras tanto se iba deteriorando la marcha del negocio y el abuelo a cargo de
la tía Emmy se mudaron al mismo edificio en la Schreigasse donde vivía la
familia Rotter.  Ambas familias alquilaron sus departamentos el tío Jaques,
propietario de este otro conventillo.  Tanto la familia Rotter como nosotros no
vivíamos en la abundancia.  Pero las dos hermanitas Ella y Liesel estaban muy
unidas, así que crecimos con nuestros primos Trude y Bruno.


Mi mamá era una hija muy respetuosa y apegada a los suyos.  A pesar de la
discordia que reinaba entre algunos de sus, hermanos, ella mantuvo el contacto
con todos.


Especialmente se ocupaba del abuelo y la tía Emmy.  Desde que los dos se habían
mudado al departamento, mamá visitaba frecuentemente a ellos y cada viernes a la
noche  -Erev Shabat-


Vinieron a nuestra casa. Mamá encendió las velas sabáticas y servía la cena
tradicional de shabat  que era Karpfen in  Sülze (pescado carpa en gelatina) 
Ella llevaba un hogar estrictamente kasher, respetaba y nos hacía cumplir con
todas las fiestas. 

Demás está decir que Pessaj  (pascuas)  hacíamos la limpieza
general sacando todo el jametz que pudiera haber en casa.  En una cómoda tenía
toda la vajilla de pesaj que durante los ocho días de fiesta coronaba nuestra
mesa.  En nuestra casa entraba solo carne kasher –aparentemente para estar
segura- mamá la preparaba minuciosamente para su limpieza.


La familia desde que alcanza mi memoria fue al Schifsschul templo de la
Schiffsgasse, que era muy ortodoxa. Toda la familia convergía ahí en las fiestas
judías.  Los viernes a  la noche íbamos al templo de la Pazmanitengasse, cerca
de casa donde nos regocijábamos con el jassan de hermosa voz y del coro que los
acompañaba.

Los lugares de esparcimiento en
nuestra niñez eran  varios: la Hostättergasse de nuestra vivienda que por ser de
una sola cuadra no tenía tráfico y nos permitía, con el piberío de la vecindad,
jugar con toda el alma a los juegos de nuestra invención. 

Räuber und Schanti
(ladrón y gendarme) carreras, indios, y cow-boys, etc. etc.  Los hermosos
parques del Augarten, de la Hauptalle, las divertidas………… del Prater,
hasta paseos al Wienerwald eran nuestros entretenimientos.  Los mismos lugares
eran nuestros objetivos en invierno, para efectuar ahí batallas de bolas de
nieve y también a patinar.


En ésta fría época mi mamá nos preparaba sandwiches y un termo de té e iba con
nosotros al Konstantihügel  (Colinita de Constantino) en la Hauptalles, y
mientras nosotros patinábamos sobre el laguito cubierto de hielo, mi mamá nos
cuidaba y tiritaba del frío  reinante.  Pero nos enseñaba a patinar.


En verano íbamos a bañarnos al lago de la “Alte Donau” (Viejo Danubio)  más allá
del mismo río Danubio.  Ahí también llevábamos toda comida de casa y la
pasábamos bárbaro.  El Danubio tenía dentro de Viena un canal (Donaukanal), cuya
agua también era de una corriente fuerte. 

Ahí había instalado el “Strombad”
(baño de agua corriente) donde uno se podía zambullir y gozar del veloz
movimiento que nos arrastraba.  Estaba dentro de un edificio así que no había
peligro, además estaba controlado por bañeros que cuidaban al público.


Nuestra mamá a pesar de su zores (preocupaciones),  siempre tenía como objetivo
principal nuestro bienestar. Nos rodeaba con todo su amor, nos dedicaba todo su
esfuerzo a  nuestra educación, lo que hizo con su mejor conocimiento y
voluntad. 

Las enseñanzas que nos impartía, la alegría de vivir que nos
transmitió a pesar de su difícil situación, el respeto que brindó, todo esto
hizo que la tenga siempre presente, más en los días difíciles que nos tocó
vivir.  En mis oraciones que hago a mi manera particular, pienso en ella como si
estuviera presente. 

Mi hermano Rudi y yo éramos el centro de su actuar y conté
como supo arreglarse para que aprendiéramos diversos  deporte, tuviéramos
conceptos actualizados de los muchos tabúes que existían en ese entonces.  Es
increíble como venero su memoria, a pesar de que la tuve sólo 13 años a mi lado.


Otra de las salidas de la familia, casi siempre con los tíos Rotter, nuestros
primos Trude y Bruno era “Das zweite Kaffehaus den la Hauptalée (el café Nº  2),
así se llamaba.

Estas ya fueron salidas de lujo, porque tomábamos café con leche
o refrescos  (sodawasser) sifón, pero lo importante para nosotros era el parque
en el fondo del café donde jugábamos con otros chicos  hasta cansarnos.  Poco a
poco íbamos aprendiendo a jugar a  la pelota. Fútbol por supuesto era más
importante pero más que nada Völkeball, que aquí se llama “el Embajador”.


El fútbol era ya en aquel entonces popular. Se jugaba en los torneos nacionales
con los equipos de Admira Austri, inclusive el club Hacoaj  había ganado el
campeonato nacional.  En estos años se había terminado de construir el primer
estadio de Austria, que se llamaba justamente STADION. 

Se jugaba también una
copa internacional que se llamaba  Mitropa-cup  (copa centroeuropea) siendo sus
equipos: checoslovacos, austríacos, húngaros, italianos y no me acuerdo si
participaba algún otro país.  Muchas veces íbamos a ver estos partidos sumamente
luchados.


Cuando el club Hacoaj jugaba íbamos a verlos y ahí empezamos a conocer como el
público no nos quería. Denostaban contra nuestros jugadores agrediéndolos
verbalmente por su condición de judíos, fue un preludio de lo que estaba por
venir. 


También me atraía ver jugar al tenis.  Este deporte era algo inalcanzable para
mí sin embargo iba a ver jugar a los tenistas en las canchas que estaban
situadas en los parques y especialmente en las riberas del Donaukanal.


Después de concurrir a la Spielschule (jardín de infantes – Kindergarten)  en
una escuela judía, ingresé al 1º grado de  la volkschule (Colegio del pueblo
primario),  en la Pazmanitngasse, situada a la vuelta de la casa donde
vivíamos.  Tuve la gran suerte que mi maestro era el “Lehrer” (maestro)  Hans
Strohschneider. 

El se merece que me detenga un poco para describirlo.  No se
olviden que nos tenemos que ubicar en el año 1925 con un estilo de enseñanza muy
diferente al de hoy en día.  Estábamos a 8 años de la terminación de la 1ºguerra
mundial en un país reducido a sus mínimas condiciones tanto territoriales como
económicas. 

La pedagogía estaba sumida en la penumbra,  hasta hubo maestros que
usaban el lineal – reglas para pegarles a sus alumnos por motivos, que hoy en
día  se tratan de otro modo-, y ahí estaba nuestro Lehrer, un precursor de la
modernización de las enseñanzas. 

Por supuesto no había castigos corporales,
toda su enseñanza  se desarrollaba con mucho cariño.  A ustedes les parecerá
normal, pero él –para dar algunos ejemplos-  introdujo algunas novedades en
nuestra clase.  Cada sábado era dedicado a que le contáramos todo lo que nos
había ocurrido en la semana y no le podíamos encontrar explicación. 

El mismo
sábado jugábamos a diferentes juegos en el aula con premios que consistían en
lápices, cuadernos, etc., En invierno  bajábamos  al patio del colegio y él
formaba dos equipos, él participaba naturalmente también para hacer la guerra de
los  “Schneballen” (bolas de nieve)  y más de una vez recibía un Volltreffer 
(tiro al blanco) sin inmutarse. 

Esto  y tantas cosas más me acercaron mucho a
él, tal es así que lo visité periódicamente en el colegio después de salir del
4º grado hasta el bachiller y también el corto tiempo después.  Una sola vez me
mostró su –enojo-. 

Cuando salíamos de clase yo acompañaba a mi mejor amigo
Peter Weininger y otros pibes, como el gordito Otto Gutman.  Un día pasábamos
todos  al lado de una moto estacionada  y yo apreté la bocina de esta moto.  Se
asustaron todos y empezamos a correr para escapar  a una eventual aparición del
dueño.  El gordito Otto tropezó y planchó a todo lo largo. 

Lamentablemente se
cortó en la rodilla por lo que, asustados como estábamos, lo llevamos a su
casa.  Le tuvieron que cocer la herida, lo que me ocasionó una terrible
sensación de culpa.  Al día siguiente mi buen maestro comentó críticamente mi
proceder  y unos cuantos días no me dirigió la palabra. 

El también nos enseño a
higienizarnos adecuadamente, haciendo hincapié  en la limpieza, con cepillo y
jabón, de las manos antes de sentarse a comer. 

Nos marcaba que de bajo  de las
uñas se acumulaba durante las horas suciedad que podía ser transmisora de
enfermedades, hasta hoy, si no me lavo las manos, tengo la sensación de
molestia.


Terminado el primario, hice el examen de ingreso en la Realschule en la
Vereingasse y entré en ella.  El tiempo de estudio eran 8 años. 

Alcanzar el
bachillerato era para familias como la nuestra un dictado inevitable de status,
a pesar de nuestra floja situación económica que hubiera señalado otros caminos
como ser  encontrar un trabajo,  colaborar en nuestras finanzas aprendiendo un
oficio o ramo.  Otra cosa era ir a un colegio industrial para en el mismo tiempo
que duraba la Realschule, salir con un título de técnico en alguna
especialidad.  No hubo tal idea.


En  Austria  había dos tipos de secundarios: uno era la Realschule y el otro el
Gimnasium.


El primero conducía al alumnado como ingeniero, arquitecto, físico, químico,
etc.,  mientras el Gimnasium preparaba sus alumnos para profesionales 
…………………