Intolerancia a la comida: qué hacer    

Las malas reacciones de nuestro organismo ante ciertas comidas pueden deberse a una simple intolerancia o una alergia. Reconozca los síntomas para saber cómo diferenciar entre las dos y actuar en consecuencia

Intolerancia a la comida: qué hacer


 

  


Lo fundamental es entender que cuando hablamos de una intolerancia a una comida o a uno de sus ingredientes, el que reacciona es el sistema digestivo; mientras que si hablamos de una alergia, el que responde es nuestro sistema inmune.

Los casos de alergia se producen cuando nuestro cuerpo ­reconoce un ingrediente de la comida –por lo general una proteína– como dañino y pone en marcha un procedimiento para defenderse: la creación de anticuerpos.

Justamente los síntomas alérgicos se desarrollan cuando estos anticuerpos están actuando frente a lo que ellos identifican como un elemento extraño, en este caso la comida. Entre las alergias a la comida más comunes entre los adultos se encuentran el maní, los frutos de mar, el pescado y los huevos. Para los niños, los productos de riesgo son la leche, cualquier comida que incluya soja, y también los frutos de mar y el maní.

Por otro lado tenemos la mucho menos peligrosa intolerancia a ciertas comidas, que ocurre cuando un elemento presente en lo que ingerimos irrita nuestro sistema digestivo, o cuando una persona no puede digerir o metabolizar una determinada comida. La intolerancia a la lactosa, que se encuentra en la leche y otros productos lácteos, es la más común dentro de este grupo.

No es lo mismo una simple intolerancia que una alergia, que posee síntomas que van desde los más leves a los más agudos. También la cantidad de comida necesaria para provocar una reacción de este tipo varía de persona a persona.

Algunas de las reacciones alérgicas que puede provocar la comida son picazón, urticaria, náuseas, dolor de estómago, diarrea, rush, dolor de pecho, falta de aire, hinchazón de las vías aéreas hasta los pulmones y anafilaxis.

Por otro lado, la intolerancia a una comida puede traer síntomas tales como náuseas, dolor de estómago, gases, calambres o hinchazón, vómitos, taquicardia, diarrea, jaqueca y nervios e irritabilidad.

Las intolerancias a ciertas comidas o elementos dentro de ellas (como la lactosa, que ya mencionamos) son muchos más comunes que las alergias. Mientras que las alergias por comida afectan solamente el 1% de los adultos y el 7% de los niños (que en algunos casos las superan), la mayoría de la gente ha tenido en algún momento alguna mala reacción ante la ingesta de un producto determinado.

Distinguiendo los síntomas

Como ya explicamos, lo que causa la reacción alérgica ante una comida son los componentes químicos (proteínas) que se encuentran en ésta. Las alergias se manifiestan luego de que el cuerpo se halla expuesto a una proteína que el organismo identifica como dañina.

Durante la primera exposición a esta proteína potencialmente riesgosa, el sistema inmune responde creando anticuerpos específicos, especialmente diseñados para combatir enfermedades, llamados inmunoglobina E (IgE). Al producirse una nueva ingesta de esta misma comida, el cuerpo ordena a los anticuerpos (la inmunoglobina E) que actúen junto a otros químicos (como la histamina), tratando de expulsar a la proteína “invasora” del cuerpo.

La histamina es un poderoso químico que puede afectar el sistema respiratorio, el tracto gastrointestinal, la piel o el sistema cardiovascular. A causa de este proceso de respuesta del organismo es que se manifiestan los síntomás de la alergia.

A su vez, las características de los síntomas van a depender de en qué parte del cuerpo fue liberada la histamina. Si se sitúa en la zona de los oídos, nariz y garganta, el resultado será una picazón en la nariz y la boca o problemas para respirar y tragar. Si se dirige a la piel, se producirán urticarias o rush. Si la histamina es liberada en el tracto gastrointestinal, probablemente los síntomas serán dolor de cabeza, calambres o diarrea. 

También hay muchas personas que experimentan una combinatoria de síntomas a medida que la comida es digerida. Otro dato a tener en cuenta es que en ocasiones las alergias a determinadas comidas vienen de familia, lo que sugiere que en muchos casos se trata de algo hereditario.

Entre los factores que coadyuvan a la intolerancia a las comidas se encuentra la falta de ciertos químicos (enzimas) necesarios para digerir apropiadamente las proteínas incluidas en los productos comestibles.

Además de las intolerancias más comunes como la ya mencionada a la lactosa, se encuentran las dirigidas a los ingredientes químicos agregados a las comidas para darles color, potenciar el gusto y protegerlas contra el cultivo de bacterias. 

Entre estos ingredientes están los colorantes y el *glutamato* monosódico (MSG), un elemento que potencia el aroma. También son fuente de intolerancia unas sustancias llamadas sulfatos, que se pueden encontrar ya de por sí en el producto (como en los vinos tintos) o ser agregadas para evitar la aparición de moho.

La Dirección de Comidas y Drogas (FDA) ha prohibido en frutas y vegetales el uso de sulfatos aplicables mediante spray, pero a pesar de eso se pueden encontrar sulfatos en algunas comidas en su forma natural.

Otro grupo de riesgo es de los salicilatos, un grupo de químicos vegetales que se encuentra en muchas frutas, vegetales, nueces, café, jugos, cerveza y vino. Las aspirinas son también un compuesto de la familia de salicilatos. De este modo, las comidas que contengan salicilatos pueden hacer aparecer síntomas alérgicos en las personas que sean sensibles a las aspirinas.

¿Alergia o intolerancia? El juego de las diferencias

Quienes son diagnosticados con una alergia a determinada comida reciben el consejo de evitarla por completo, ya que los síntomas pueden ser disparados por una mínima ración cada vez que esa comida sea ingerida.

A diferencia de las alergias, las intolerancias se emparentan a menudo con la cantidad: personas con intolerancia a cierto comestible muchas veces no manifiestan los síntomas a menos que coman una generosa porción de esa comida o a menos que incluyan al comestible irritante dentro de su dieta diaria.

También hay que diferenciar tanto a las alergias como a las intolerancias a cierta comida de las intoxicaciones, que son causadas por productos en mal estado y afectan a todos aquellos que entren en contacto con ella.

Cuando llega el momento de diagnosticar una intolerancia a cierto producto alimenticio, por lo general se recurre al método prueba/error. Se requerirá llevar un diario de las comidas ingeridas para tener registrado qué se come y cuándo aparecen los síntomas, para luego buscar las vinculaciones.

Otra manera de encontrar el factor conflictivo es ir eliminando progresivamente comidas de la dieta hasta que desaparezcan los síntomas. Una vez conseguido esto, se van reintroduciendo una a una las diferentes comidas, para lograr aislar a las que causan el problema.

Siguiendo algunos pasos simples puede ayudar a evitar los síntomas asociados a la intolerancia a ciertas comidas:

* Saber qué comidas y en qué cantidades son las causantes de los síntomas y limitar la ingesta a porciones que no causen inconvenientes.

* Al comer afuera, preguntar siempre qué ingredientes se utilizan para preparar la comida elegida. Algunos elementos que pueden causar problemas son frecuentemente utilizados y no aparecen en el menú.

* Aprender a leer la descripción de las comidas para interiorizarse de qué ingredientes poseen y así poder reconocer comestibles que pueden traer potenciales problemas. También conviene revisar los condimentos con los que se sazona la comida.

 

   

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