¿Tienes Sindrome de Adonis?
Adonis, aquél hermoso joven, cuya única preocupación era su aspecto, está entre nosotros. Recientemente salido de la mitología, este nuevo Adonis marca las tendencias de la cultura actual del hombre. Antes perseguido por Afrodita, hoy por ciertas actrices, el hermoso joven de la mitología ha esparcido sus semillas en los cinco continentes. Y su séquito es cada vez más grande.
¿Has pensado alguna vez en lo siguiente? Por décadas, el packaging de los boxers y calzoncillos para hombres era sencillo y directo: nada más que una caja con una ventana plástica para ver el producto, o un envase con la foto de un muchacho de cara aniñada y postura de seudo cowboy.
Pero esos
días han quedado atrás. Desde hace algún tiempo, los hombres están atravesando
por algo que las mujeres sufrieron por siglos: la idealización del cuerpo
masculino.
Como prueba de esto, es suficiente con mirar a la mayoría los envases modernos
de boxers o calzoncillos, mostrando hombres con abdominales como adoquines, y
zonas inguinales pronunciadas y superdotadas. Sin embargo, no se trata sólo de
este bello Adonis en las cajas de calzoncillos.
La idealización del cuerpo masculino está a la vista en todas partes. Revistas,
avisos, películas y gimnasios; todos dan cuenta de ello.
La presión social
De alguna
manera, estos nuevos patrones de belleza son nuevos para los hombres. Tiempo
atrás, los hombres solían escuchar, por parte de sus compañeras, que no les
daban mucha importancia al aspecto físico del hombre.
Ellas aludían que lo importante es lo que un hombre llevaba adentro. Y ellos les
creían, dejando crecer sus panzas sin preocupación alguna. No obstante, aquellos
con los cuerpos mejor formados eran los llegaban a la alcoba de las señoritas
con más frecuencia.
Por lo tanto, es lógico plantear que el físico del hombre, al menos, siempre
estuvo idealizado por las mujeres. Pero, tal vez, con esta explosión, la
idealización ahora venga por parte de los mismos hombres.
No quedan dudas que el entusiasmo por el físico masculino está de moda, desde los comerciales hasta las películas, y pasando por el auge de las revistas de fitness y el crecimiento de las membresías en gimnasios a lo largo de todo el continente.
Pero, ¿esta tendencia de los cuerpos perfectos es igual para hombres y mujeres? Los prejuicios contra las mujeres que cuerpos poco menos que perfectos están siempre vigentes dentro del tejido social. En los peores casos, esta presión puede conducir hacia la bulimia y anorexia, bajar autoestima y reducir las posibilidades de progreso profesional.
No obstante, esta misma presión se está volviendo realidad para la mayoría de los hombres. Ciertamente, en algunas escuelas, se han presentado unos pocos raros casos de anorexia en niños que son objeto de bromas por ser regordetes.
En la
actualidad, está aumentando el número de hombres que se retocan los ojos para
tener un aspecto más joven y vigoroso, por ejemplo, en la sala de juntas, o para
acercarse un poco al modelo estereotipado de Calvin Klein.
Pero la presión social para estar en forma sin dudas se ha posado sobre la moda
para hombres. Ya no son sólo las mujeres las que deben estar en forma para poder
lucir las últimas tendencias de la moda.
Ser parte del rebaño...
A pesar de
la evidencia de lo contrario, los hombres, incluso más que las mujeres, son
esclavos de la moda. Pero el deseo no es tanto estar al frente de la innovación,
sino poder combinar con la gran masa de hombres.
En los años 30 y 40, no había hombre que saliera a la calle sin su sombrero. Y
en la actualidad, usar algo que no sea un traje, para una reunión laboral, es
casi una herejía.
Los precursores
En primer lugar, pareciera ser que las mujeres no fueron quienes ordenaron a los hombres hacer 30 series de abdominales al día, o a utilizar boxers que definan bien su entrepierna. Los hombres gay, aquellos jueces supremos del gusto y el estilo, fueron los primeros mostrar sus músculos al mundo sin desparpajo.
Por otra
parte, la comunidad gay ha aportado muchas glorias culturales a sus compañeros
de sexo heterosexuales. Tal es así, que liberaron al hombre de las restricciones
impuestas por la necesidad de permanecer siempre bajo control.
Ahora, el hombre es capaz de liberar sus emociones y de mostrarse tal cual es
(característica muy valorada hoy en día por el público femenino). Por ende, las
últimas expresiones del arte y la literatura florecieron bajo este ambiente, y
la moda masculina ha avanzado mucho desde entonces, permitiendo que los hombres
elijan otros colores aparte del azul oscuro y el marrón.
La obsesión por la imagen del cuerpo en la comunidad masculina gay está bien documentada. Muchos gays actúan igual que las mujeres al quejarse de la necesidad colectiva de mantener cuerpos perfectos. No obstante, muchos condenan el pelo en el pecho.
En la sociedad de las apariencias
El cuerpo
del hombre, al aproximarse los 40 años, se acerca a una peligrosa línea roja.
Todos recuerdan los días de juventud de Marlon Brando, y muchos no logran
siquiera imaginar qué es lo que pasó con ese cuerpo. Definitivamente, el
gimnasio no era de su agrado.
Pues bien, volviendo a la peligrosa línea roja, si estás cerca de los 40, y aún
no haces actividad física, debes saber que lo que hasta hace poco se mantenía
por la acción de la naturaleza, a partir de ahora necesitará de tu ayuda.
Fíjate
ahora lo que ocurre en la publicidad. No en las fotos, sino en el texto. En la
publicidad dirigida a las mujeres, los publicitarios arrullan y engatusan,
animándolas con cientos de tácticas diferentes: “Redefine tu estilo”, “Sigue a
tu corazón”, o “Libera tu mente”.
Los publicitarios le hablan a las almas mientras que venden un producto para el
cuerpo. La publicidad, en lo que se refiere a la moda y el cuerpo masculino,
tiende a ser fuerte y silenciosa, ya que el hombre todavía se siente avergonzado
de “perder” tiempo en cosas tan superficiales.
No obstante, no todo se limita a la sociedad virtual de los medios. Por ejemplo, en las reuniones sociales, cuando una mujer entra a un salón acompañada de un hombre atractivo, los ojos de todas las otras mujeres giran directo hacia... la mujer, para ver qué está usando y cómo hizo para conquistarlo.
En ese
sentido, el 98% de la atención de un hombre se dirige a la mitad femenina de una
pareja que está ingresando a un salón. El 2% restante es, a regañadientes, para
el hombre que la acompaña. Esto es para poder juzgar y comentar por lo bajo:
“¿Qué está haciendo con él?”, lo que vendría seguido de “¿Y no conmigo?”. Si el
hombre no es atractivo, las personas del mismo género a su alrededor pensarán
que ella merece algo mejor. Y, si lo es, de todas formas nadie podrá imaginar
qué hace con ella.
Cromagnon
¿Un hombre
heterosexual, puede mirar a otro, que le parezca atractivo y en buena forma, y
pensar honestamente: “Qué bien, me gustaría parecerme”? Durante siglos, ha
habido modelos de rol para el físico masculino, pero poco ha cambiado en cuanto
a la reacción de los hombres hacia ellos.
Los celos y las inseguridades, para con los otros hombres en el medio, están más
relacionados a los logros personales (escalar una montaña, escribir una novela,
vivir en Afganistán).
En
definitiva, los hombres actúan como los Neandertales; literalmente. Si se dan
por ciertas las actuales teorías antropológicas sobre lo biológicamente
imprescindible, volviendo a los días de las cavernas, el hombre en mejor estado
(y más fuerte) era el que tenía mayor poder, y el que tenía las mejores
posibilidades de darles a sus hijos la posibilidad de sobrevivir.
Hoy, ocurre lo mismo: el hombre con más poder (económico, carismático, etc.)
será el que tenga mayor posibilidad de asegurar la propagación de la especie.
Pero, ¿qué ha pasado con la fuerza física?
¿Tienes el poder?
Los símbolos del poder del hombre también han cambiado. La fuerza física ya no garantiza su condición de buen proveedor. La condición física ahora es medida en riqueza y poder. ¿Quién hubiera pensado que aquellos tipos raros, expertos en computadoras, de los días de la escuela secundaria, serían hoy los cánones actuales de la masculinidad?
Esta es la
única razón por la que los hombres nunca tendrán la misma ansiedad que las
mujeres respecto a la imagen corporal. Por otra parte, las mujeres
contemporáneas sospechan de aquellos hombres que son tan atractivos, ya que
inmediatamente piensan que cuidan más de su cutis que de sus amantes.
Ésa es la razón por la que los hombres pueden lucir desalineados y descuidados
en las propagandas, incluso cuando el look “no me importa cómo luzco” se haya
logrado gracias al duro trabajo de estilistas, maquilladores, y peluqueros.
Tal vez, la
presión de proveer y triunfar que siente el hombre es similar a la batalla de la
imagen corporal que libran las mujeres. Lo desgraciado para las mujeres, de
todas formas, es que todavía están en las primeras etapas de conseguir la
igualdad con respecto al hombre.
Eso significa que no sólo sufren del estrés de proveer y triunfar, sino que
también deben enfrentar las demandas de belleza de la sociedad.