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Prevención de Adicciones 

Ocuparte hoy, para no preocuparte mañana por tu hijo y las drogas 

Quisiéramos poder llegar a
todos los lectores, con un mensaje claro y productivo respecto a éstos temas
que hoy nos convocan; recordando que el ocuparnos hoy, va a
permitirnos no preocuparnos mañana.

 

Es un gran desafío luchar
contra ésta verdadera trampa mortal que constituyen las adicciones;
lo es para cada uno de nosotros, en forma personal, o desde el rol que
desempeñemos, tanto como profesionales, trabajadores, padres, amigos, hijos etc.

 

Rescatamos que, ésta tarea, se encuentra fortalecida por la
participación conjunta,
es decir, la participación de todos los actores
sociales, o sea, cada uno de nosotros. Tendemos a decir: “ésta sociedad está
enferma”, “la sociedad lo condena y discrimina” como si la “sociedad” fuera
“algo” con lo que no tenemos ninguna relación, como si fuese ajeno a nosotros
mismos.

 

Que estés allí, leyendo, muestra tu interés por la temática, la
búsqueda de información y la capacitación en estos temas, es el mejor aliado
para lograr una efectiva “PREVENCIÓN”.


Abordaremos, en éste
artículo las adicciones en general sin referirnos a una
sustancia en particular. Este flagelo social, éste enemigo común asecha
permanentemente, tanto desde la exterioridad como desde nuestra
más profunda interioridad.

Decimos que las adicciones atacan desde la exterioridad porque
tanto nuestros hijos cómo nosotros mismos, convivimos con un permanente
bombardeo de información, proveniente de los medios masivos de comunicación.

Este bombardeo constante es generador de falsas necesidades y de falsas
promesas, con una módica inversión nos aseguran las puertas a la felicidad.

Asimismo, los massmedia, son generadores de tentaciones de la más
diversa índole; tentación al consumo de alcohol, a comprar compulsivamente, a
fumar, a comer, a dejar de comer, a ser bellos y a una infinidad de cosas más.

 

En éste bombardeo, todo es
vendible y, claro está, todo es comprable; pero demuestran su poderío máximo,
cuando logran hacernos sentir (generando aquí una falsa necesidad) que es
indispensable, tenerlo, comprarlo, fumarlo o tomarlo, para lograr una vida digna
y ser felices eternamente.

 

Estas falsas necesidades,
creadas desde los medios, muchas veces son causa de grandes depresiones y
excelentes generadores de angustias de lo más variadas.

Decimos también, que el
ataque es desde nuestro interior ya que las tentaciones, son
inherentes al ser humano, forman parte de nuestra humanidad, son parte de
predisposiciones naturales
que llevamos a cuestas y con las que
convivimos diariamente.

Reconocer sinceramente que somos
vulnerables, que sentimos tentaciones diversas y que muchas veces
dudamos y sentimos miedos, no nos hace más débiles, ni menos
adultos, muy por el contrario nos acerca a la sensibilidad, aquella que resulta
indispensable a la hora de ayudar a nuestros seres queridos.

Sin reconocer que todos
somos pasibles de tentaciones y que muchas veces hacemos grandes esfuerzos para
conseguir nuestro propio triunfo, podemos caer en una postura soberbia,
omnipotente, prejuiciosa ó condenatoria; lugar
desde el cual será imposible poder colaborar con nadie.

Al tomar conciencia, de
nuestras propias debilidades, estamos en el primer peldaño para un logro
fundamental: El de no discriminar, no discriminar a aquellos que
en sus luchas no han conseguido los triunfos esperados y comprendiendo que es,
mucho más difícil aun, para un adolescente vencer sus miedos, tener seguridad
en si mismo y luchar con su interior, que naturalmente lo impulsa a la rebeldía.




¿Qué hacer como padres en
la prevención de adicciones?


La tarea de los padres en la Prevención de adicciones es fundamental. El adulto
muchas veces, tiene temores, diversos temores.

Los más frecuentes, se relacionan con perder el amor de sus hijos, o perder
el respeto de los mismos por falta de una imagen de autoridad.


Las acciones provenientes
de estos temores, no resultan ser las más efectivas a la hora de colaborar con
sus hijos.

En el primer caso, es probable que los padres tomen una postura de
amigos, de liberación total del hijo, dejar que sea él, quien tome las
decisiones con respecto a su vida independientemente de la edad que éste tenga.
De ésta manera sólo lo exponen a un gran vacío de contención, a una ausencia de
padres, a la ausencia de límites.

Todo joven necesita un
límite contenedor y una libertad supervisada hasta tanto llegue a la adultez,
donde ésta práctica de libertad le habrá dado las herramientas para lograr su
independencia total.


En el segundo caso, cuando
los padres temen perder autoridad, es probable que sus acciones los lleven a
posturas autoritarias, prejuiciosas, e impulsen acciones correctivas
extremadamente rígidas, ésto no colabora con brindar seguridad al joven, ni
confianza en sí mismo, es probable que éste joven se aísle y se sienta
extremadamente solo.


Como vemos, el temor en los
padres no es buen concejero y siempre es mejor una buena charla sincera con
nuestras preocupaciones y temores, a esos largos sermones puritanos tan
agobiantes para todos, sabemos que es importante hablar con nuestros hijos, pero
tanto o más importante es escucharlos, escuchar sus propuestas, escuchar sus
razonamientos, escuchar sus miedos y vergüenzas e intentar un acuerdo conjunto
de respeto mutuo.

Nos parece importante poder
reflexionar acerca de éstas temáticas, para poder seguir abriendo camino a más
preguntas, acercando cada vez más a padres e hijos y rescatar valores que no
creemos del todo perdidos, solo un tanto olvidados y que hoy debemos volver a
recuperar.

No existe una regla a seguir
que nos asegure el éxito en la educación de nuestros hijos, tampoco tenemos una
receta mágica, ni un cuadernillo de instrucciones, pero si sabemos, que la
escucha afectuosa y atenta, el respeto mutuo, la contención familiar, el
compromiso, la prevención y la información, son algunas de las herramientas con
las que contamos y podemos usar.

Dándole la mano a tu hijo, es como le enseñaste a caminar, le diste seguridad,
apoyo y contención. Ahora acompáñalo en su caminar, pero no camines por él.



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