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Papá, mamá… quiero hacerme una cirugía

Las cirugías estéticas en adolescentes tienden a aumentar cada año, por lo que no sería extraño que un día se encontrará con este planteo. Aquí, un informe para que pueda evaluar mejor su respuesta

En
los Estados Unidos, el país que cuenta con la mayor industria de

cirugía plástica
del mundo, el índice de adolescentes menores de 18 años que se ha
realizado una cirugía, representa tan solo el 3% del total de procedimientos
quirúrgicos hechos cada año. Sin embargo, quince años atrás, este índice era
prácticamente nulo.

 Entre las cirugías que más comúnmente se realizan los adolescentes, se
encuentran las de de nariz y las de reducción de busto.

En el primero de los
casos, la cirugía se puede realizar solo cuando la nariz ha alcanzado un 90% de
su crecimiento, lo que puede ocurrir desde los 13 o 14 años en las muchachas, y
desde los 15 o 16 en los muchachos.

Pechos, en muchachas y muchachos

 Tanto los chicos como las chicas pueden desear
reducir sus pechos. En los
varones, el desarrollo excesivo de los pechos, en uno o ambos lados, es una
condición llamada ginecomastia, y afecta a entre el 30 y el 40 por ciento de los
hombres, muchos de los cuales son todavía adolescentes.

 En
algunos casos, la ginecomastia puede ser muy leve, y desaparece con el correr de
los años. Pero en otros casos, el problema persiste y puede convertirse en un
conflicto psicosocial muy significativo.

El exceso de tejido en los pechos, se
puede quitar desde que el chico comienza su adolescencia, es decir desde los 13
o 14 años.

 En
el caso de las chicas, la reducción de busto puede también ayudar a que dejen de
sufrir dolores de espalda, problemas de postura, y erupciones de piel que son
causadas a menudo por los pechos excesivamente grandes.

Cuando debe ser quitado
un volumen muy grande de tejido del pecho, el procedimiento se considera
reconstructivo, antes que estético, y puede ser cubierto por algunos seguros
médicos.

 Tanto los adolescentes que estén pensando en realizarse una cirugía estética,
como sus padres, deben tener en cuenta tres consideraciones muy importantes:

1 – En
primer lugar, debe ser el mismo adolescente quien exprese el deseo de realizarse
la operación. Si son los padres quienes le sugieren la necesidad de una cirugía
estética, los chicos podrían crearse una inseguridad allí donde esta no existía
previamente.

De cualquier forma, si usted sospecha que su hijo está
experimentando sensaciones negativas debido a alguna característica de su
cuerpo, puede intentar realizarle algunas preguntas bien amplias, que no
contengan sugerencias, como por ejemplo “¿Tendrías muchas ganas de cambiar algo
de tu cuerpo?”

2 –
Los padres también deben estar muy alertas para darse cuenta si sus hijos tienen
expectativas poco realistas sobre cómo podría ayudarlos la cirugía estética.

Por
lo tanto, pídale a su hijo adolescente que exprese claramente que característica
de su cuerpo lo incomodan, qué efecto han tenido y por cuánto tiempo, y cómo él
cree que esto cambiaría o mejoraría luego de la cirugía. Si ve que existen
muchas fantasías en su respuesta, será más importante abordar el conflicto desde
otro ámbito.

3 –
Con todo, los padres deben tener presente que, durante los años de adolescencia,
se le presta una gran importancia a la estética, y existe un fuerte deseo de ser
tal como uno quiere.

Por lo tanto, en algunos casos extremos, ciertas zonas de
sus cuerpos podrían afectarlos sustancialmente, aunque, en otros casos, sólo se
trata de un “capricho” relacionado con la edad, por lo que no se le debe dar
mayor importancia.

Si, como padres, tiene dudas sobre la real necesidad de un adolescente de
efectuarse una cirugía estética, se puede consultar con dos tipos de
profesionales: un psicólogo y un cirujano plástico, para que ambos le den sus
puntos de vista.

Durante las consultas, es muy recomendable que el adolescente
pueda hablar con ambos profesionales sin la presencia de sus padres, para
sentirse más libre de expresar sus conflictos y cuestiones potencialmente
embarazosas.

Mediante estas entrevistas, ambos profesionales podrán evaluar la madurez
emocional, y, especialmente, el cirujano plástico podrá examinar su madurez
física (lo cual es esencial para las operaciones) y su real necesidad de la
operación, basado en sus experiencias anteriores.

 Principalmente, será fundamental que el médico sea un reconocido profesional, y
que no busque hacer la operación a toda costa, solo por lucro profesional:
intervenir una parte del cuerpo que todavía no se ha desarrollado completamente,
podría interferir con el sano crecimiento, o disminuir las ventajas de la
cirugía en años posteriores.