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¿Padeces de viejismo?

No es un chiste. Es un grave problema social, y tú puedes ser parte de él

Butler acuñó el término “ageism” o “viejismo”, él dice: “El viejismo es un conjunto de estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos en función de su edad”.  

Butler compara el “viejismo” con el racismo, el sexismo y la discriminación religiosa, aumentando cada vez, porque ya se les transmite a los niños; tiene una raíz muy fina, difícil de objetivar, que nosotros mismos creamos y que algún día nos afectará.  

Butler dice que esto se debe a que nosotros no podemos concebirnos como viejos, y que esto nos lleva a no abordar a los adultos mayores con respeto, porque no reconocemos en ellos nuestro futuro. 

Un adulto mayor se enfrenta a una disminución de su energía, tanto biológica como física, con un aumento de las exigencias; con las respuestas psicológicas pasa igual, ya que enfrenta muchos cambios que, a su vez, aumentan la exigencia; sin embargo, la energía psíquica dada por el “yo” ha declinado, ya no es capaz de neutralizar la angustia y la frustración.  

Por eso, el adulto mayor, da prioridad a algunas respuestas con carácter de urgente, en detrimento de otras, porque su capacidad da la respuesta fragmentada.  

En el adulto mayor existe una angustia constante, producto de un aumento de las exigencias del entorno bio-psico-social y una disminución de la energía vital. Al adulto mayor todo le parece amenazador, porque se enfrenta a una época donde aparecen: 

· Pérdidas: comienza por quedarse con el “nido vacío” al irse los hijos; por otro lado, pierde el trabajo al jubilarse; se van muriendo los amigos, la pareja, etc. 

· Ataque: para el adulto mayor, todo es una amenaza, porque ha perdido su capacidad de adaptación, cualquier cosa es una odisea. 

· Restricción: el adulto mayor tiene más pérdidas, lo que ya no puede hacer, lo que ya no puede comer, etc. 

En todo caso, el adulto mayor, no necesita pasar por pérdidas, ataques o restricciones para sufrir angustia, basta la sola perspectiva, para sentirse amenazado; todo es porque los mecanismos de defensa psicológicos, como la negación, la proyección y otros, ya no le funcionan bien.     

A la edad promedio para la jubilación, el problema es que la persona puede seguir trabajando perfectamente; aunque un grupo minoritario planeó el qué hacer durante esa etapa, la mayoría ven a esa cantidad de tiempo libre como una amenaza.  

Además, a la mujer jubilada se le crea la idea de que es más débil que el hombre, lo que la hace más frágil aún. 

Antes, los ancianos eran venerados, porque representaban la memoria colectiva; tenían un lugar en la sociedad, ahora, la tecnología ha quitado ese privilegio, por lo que ya los adultos mayores no cumplen esa función; la adquisición de información es rápida y fácil. 

Por otra parte, los abuelos tenían la función de cuidar a los nietos, de la que los han desplazado otros medios satisfactorios de las actuales generaciones. Así y todo, se pueden llevar muy bien todos los cambios. 

Durante la historia se han dado fenómenos que rompen mitos: durante la Segunda Guerra Mundial, los hombres en edad productiva, se fueron a la guerra, y la industria quedó en manos de los supuestos estratos más débiles de la sociedad, las mujeres y los ancianos; y funcionó perfectamente, e incluso, demostraron ser más eficientes y dedicados que los hombres adultos jóvenes. 

Los países que cuidan bien a sus adultos mayores son aquellos que cuentan con economía excedente y estructura social pertinente para brindar ese cuidado. 

El adulto mayor podrá plantearse los siguientes objetivos, según sus posibilidades, intereses y conveniencias: 

  • Informarse acerca del envejecimiento normal como proceso del curso de vida, sus características. 

  • Saber que aportan elementos que ayudan a todos los profesionales de la salud dedicados a los adultos mayores. 

  • Ayudar a otros adultos mayores que no tengan las mismas posibilidades de conocimiento para informarlos adecuadamente. 

  • Propiciar la formación de redes que ayuden a un buen envejecer. 

  • Continuar aprendiendo y ejercitando la atención, la memoria, la reflexión, el lenguaje, etc. ya que así se facilitan un proceso activo y saludable. 

  • Apuntar a que se desaprendan prejuicios y que la sociedad cambie su actitud marginalizadora del adulto mayor, al que todavía nomina como pasivo, enfermo, incompetente, etc. e ir delineando y desarrollando así un nuevo modelo de envejecer.  

A medida que se vive más, suelen presentarse más pérdidas o desvinculaciones en la vida: hijos independientes, jubilación, muertes cercanas, etc.  

El problema no consiste en los sucesos inevitables en la vida de toda persona, sino en no habernos acordado de enriquecer el mundo interior, “para cuando el exterior resulte esquivo”, y eso de enriquecer el mundo interior siempre se puede hacer, porque la posibilidad de decidir, de hacerse cargo de la propia vida y de disfrutarla, es algo que no tiene fecha de vencimiento.

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