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Problemas de los niños autoexigentes

Los chicos hoy en día son cada vez más autoexigentes. No toleran el fracaso, y todo lo que hacen tiene que estar bien. Pero esto también trae muchos problemas, tanto psicológicos como físicos.

La familia
siempre se muestra orgullosa del rendimiento de sus hijos. Pero estos, al
sentirse cada vez más presionados, se autoexigen y no soportan sacarse menos de
8 en alguna materia o sienten que fracasan si no llegan a ser abanderados, por
ejemplo.

 

Y reaccionan
con llanto o mucha desesperación ante estas situaciones.

Depresión, náuseas, mareos, etc. son también algunos de los síntomas de estos
niños.

 


¿A qué se
debe este comportamiento de los niños?


Los especialistas dicen que esto se debe en la mayoría de los casos al ideal que
fueron forjando sus propios padres. Muchos padres no toleran que su hijo falle,
muchas veces también buscan que sus hijos cumplan algún sueño frustrado.

 

Y los chicos
se lo toman muy en serio, y sienten que ayudan a sus padres trayendo un buen
boletín o saliendo primero en alguna competencia deportiva. Inconscientemente
piensan que para que sus padres los amen deben ser perfectos.

 

Por eso, esta
clase de chicos no soporta ninguna clase de error, y si llegan a fallar pueden
entrar en una gran depresión, pues tienen muy baja tolerancia a la frustración.
Pero esta mirada paterna enfocada hacia el éxito de sus hijos, no llega a ver el
padecimiento de éstos, que a medida que se van autoexigiendo sienten que nunca
llegan a su objetivo porque los buenos resultados nunca serán suficientes.


Estos problemas tienen secuelas que se manifiestan en la adolescencia. Así pasan
de autoexigentes a obsesionados: por los resultados en el estudio, por el
rendimiento deportivo, por la figura física, etc. y así aparecen trastornos como
los alimentarios.


De seguir por el mismo camino, pueden acarrear otros trastornos en la edad
adulta, como sentirse constantemente juzgado ante la mirada de los otros, y
puede ocurrir que ese chico cuando ya sea adulto evite todo tipo de situaciones
por miedo a quedar expuesto.

La exposición
ante la mirada del “otro” siempre es un problema.

 

Y no sólo
ante el fracaso sino también ante el éxito, ya que esto último implica un alto
grado de exposición y es una situación que muchas personas no pueden sostener.
Así, el círculo se cierra, y el deseo de éxito termina llevando al fracaso.

 

Los
padres son los que vuelcan sus objetivos e ideales sobre sus hijos, sin darse
cuenta de que en realidad esos objetivos son los propios, y no los de sus hijos:
quieren que sus hijos sean esto o lo otro pero en realidad no escuchan las
demandas y deseos de esos hijos. A su vez el chico comprende lo que se espera de
él y si no lo cumple siente que será despreciado por sus padres.


¿Cómo solucionarlo?


Lo fundamental –y no siempre sencillo- es que los padres acepten que las
personas también se “hacen” en el fracaso. Aceptar que en la vida no todo es
éxito y no volcar sus frustraciones en sus hijos para que estos cumplan sueños
que ellos no pudieron cumplir en su niñez.

 

Y, sobre
todo, aceptar que cada uno debe desarrollar sus propios ideales y asumir sus
propios éxitos y fracasos, en lugar de vivir los ajenos.

 

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