La
retribución esperada por los empleados no tiene por que ser económica nada más
sino también moral, es decir reconocer a esa persona por lo que vale en la
empresa.
Pero muchas
veces existen profesionales en las empresas que no ocupan puestos importantes
pese a su probada capacidad. A veces suele pasar que a ellos mismos no les
interesa ese crecimiento, pero muchas otras es la misma empresa la que no los
deja crecer.
Las personas a las que no les interesa escalar posiciones o tener un cargo
superior al que tienen, son personas que a las que suele no gustarles tener
mucha responsabilidad.
Pero la gran
mayoría de los profesionales que no ascienden suelen ser trabados por la propia
empresa. Por ejemplo. existen empresas donde las mujeres no ocupan cargos
jerárquicos.
Para ocupar un cargo jerárquico se debe poseer un manejo de grupos humanos, una
visión global de la compañía y la capacidad necesaria para vender las propias
ideas.
Pero la falta de esto se debe muchas veces a una falencia de la propia empresa y
no de los trabajadores. La administración generó un sistema de competencia y no
de colaboración entre los empleados. Esto es un error ya que para ser
competitivo es necesario ser cooperativo dentro de la propia empresa.
Otras veces se da que quienes no consiguen una promoción es porque se resisten a
hacer aquello que no les gusta, como despedir a compañeros o ser obsecuentes con
sus jefes.
Muchas
personas renuncian a un puesto ejecutivo pero no pierden su prestigio dentro de
la empresa. A estas personas les resulta grato ser reconocidas y tener
ascendencia sobre sus compañeros pero no quieren enfrentar la exposición que
exige un cargo directivo.
Por último
los especialistas afirman que si una persona no llega a puestos claves entre los
35 y 40 años, difícilmente lo haga después.
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