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Cuando el amor parece terminarse…

Es una frase muy común, que seguramente todos hemos escuchado en rupturas y separaciones de novelas, comedias románticas o, ¿por qué no?, en la historia de un amigo: “creo que no te quiero más”. Pero el problema comienza cuando nos pasa a nosotros. ¿Qué hacer?

Muchas
veces los lugares comunes tienen un gran fundamento en la realidad. Puede
parecernos que no, que esto es algo bastante tonto, pero la vida nos demuestra
que es así.

 

Muchas de
esas frases que aparecen habitualmente en los lugares menos pensados y sobre las
que se hacen millones de chistes (“No sos vos, soy yo”, “Prefiero que solo
seamos amigos”, “Tengo miedo de arruinar una hermosa amistad”, y cientos de
otras que seguramente se nos están apareciendo en la cabeza en este mismo
instante) no son simplemente un lugar común, sino que tienen sustento en
situaciones que realmente aparecen en la vida de pareja.

 

Muchos de
nosotros seguramente ya hemos pasado por una de ellas, ya hemos escuchado a la
persona con la que estamos decírnosla y sabemos que en el momento en que se
dicen no son para nada tan graciosas como cuando es un comediante en la
televisión o en un espectáculo en un teatro.

 

Aquí vamos a
concentrarnos en una de esas frases, una de las más populares y que más pueden
dolernos cuando es dicha, especialmente cuando sucede en una relación que ya
lleva un largo tiempo en nuestras vidas y que repentinamente parece acabarse con
la tan temida “Creo que ya no te quiero más”.

 

Ahora bien,
¿significa esto realmente que ya el amor se ha ido, que ya no hay ninguna
oportunidad para que las cosas retomen el cauce que, al menos para nosotros, era
el normal y del que nunca habríamos pensado que se podía “escapar”?

 

¿Es el
equivalente, por decirlo de alguna manera, a la bandera a cuadros para una
relación? ¿Es posible que una vez que se la ha dicho ya no haya forma de volver
atrás? ¿Está todo perdido?

 

Bueno,
justamente de ese tema nos ocuparemos a lo largo de esta nota. Veremos un poco
cómo es que se llega a esta situación, cómo es posible que reaccionemos, qué
motivos puede haber detrás de la frase y cuáles son las mejores maneras de
tratar con la persona que nos dice esto.

 

También veremos
si hay posibilidades de evitar el desastre (si es que deseamos hacerlo) y cuáles
son algunas de las mejores y más eficientes maneras de lograr que no todo se
termine por un simple lugar común.

 


Rupturas luego
de una larga relación…

 

Antes de
comenzar vamos a aclarar que la mayor parte de lo que diremos a partir de este
momento esta pensado sobre la idea de que esta situación de la que vamos a
hablar se presenta en una pareja que ya ha tenido una relación importante
funcionando durante un largo tiempo.

 

Es una pareja
estable que ha estado junta durante un periodo importante de sus vidas. Esto no
quiere decir que no se pueda (o deba) aplicar también a parejas que tienen una
relación de menor rodaje o que se conocen hace poco tiempo.

 

Depende mucho
de las personas que componen la pareja, del tipo de relación que tienen, de
cuanto se conocen y se comunican. Pero la mayor parte de los consejos y las
ideas que acá se pueden encontrar realmente están pensadas y analizadas desde el
punto de visa de la pareja de largo plazo.

 

Para empezar,
tenemos que preguntarnos qué es lo que está sucediendo en una pareja para que se
produzca una situación de este tipo.

 

O, mejor aún,
lo primero que deberíamos pensar es, para no entrar en pánico, qué es lo que
sucede en una pareja cuando alguien se encuentra en un estado de ánimo tal que
puede plantearse seriamente la posibilidad de expresar sus sentimientos a través
de la tan temida frase de la que estamos hablando.

 

¿Es
este el final de la pareja?

 

Saquémonos esa
idea de la cabeza. De ninguna forma es un final imposible de evitar para una
relación. No todo está perdido en el mismo momento en que una parte de la pareja
empieza a sentir que ya el amor que sentía no es tan fuerte como solía serlo.

 

Todavía hay
cosas que se pueden hacer.

 

¿Cuál es la
reacción más lógica cuando esta postura de nuestra pareja aparece? ¿Cómo es que
tenemos (o podemos) reaccionar?

 

En realidad,
como sucede con la mayor parte de las cosas que se relacionan con los seres
humanos y la forma en que estos se relacionan con los demás, no es una cuestión
de obligación de tomar una actitud determinada, sino que lo haremos de la forma
en que podamos.

 

Cada persona es
distinta (así como lo es cada pareja) y las mismas reacciones no pueden
aplicarse a dos personas distintas. No hay una forma correcta de reaccionar,
sino que esta depende de las miles de variables que conforman tanto la
personalidad como las características de las dos partes que conforman la pareja.

 

Teniendo en
cuenta esto, la verdad es que no hay sólo una forma en que podemos actuar.

 

Entrar en
pánico, llorar, irse de la casa, explotar, empezar una discusión, tener una
tranquila charla, pedir que nuestro compañero la corte con la pavada o que
decida en el momento si todavía hay amor o no, son algunas de las cosas que se
nos ocurren que podrían pasársenos por la cabeza en el momento.

 

Probablemente
sentiremos que sólo una es la correcta, pero luego con un poco de pensamiento
lógico también analizaremos las otras. Hay que tener cuidado con cuál se elige y
cómo se lleva a cabo. Siempre la tranquilidad es una buena consejera.

 

Pero esto no es
lo que nos interesa en este momento.

 

La
autoestima también cuenta

 

Lo que
realmente nos interesa es ver cuáles son los motivos principales por los queesto
puede estar pasando. Puede ser que realmente haya una falta de amor entre las
partes de la pareja.

 

Si este es
el caso, seguramente nos daremos cuenta. Es casi imposible no verlo, no
sentirlo. Cuando no hay amor es muy difícil no percibirlo. Se nota en cientos de
pequeños detalles.

 

Por
supuesto, si este es el caso, si realmente nos damos cuenta de que no existe
amor en la relación, entonces la verdad es que estamos hablando de un caso
bastante particular (si la pareja es estable y ha estado junta durante un largo
tiempo, es porque algo de amor tiene que haber existido y es muy difícil que
haya desaparecido totalmente) en el que probablemente no tengamos demasiado que
hacer al respecto.
 

No tiene
sentido luchar por salvar una relación sin la cual probablemente ambas partes
estarían mejor. No hay nada que salvar, así que la famosa frase de la que
estamos hablando puede resultar ser simplemente una liberación.

 

Pero, como
dijimos, son muy pocos los casos en que esto realmente pasa. En la mayor parte
de las ocasiones hay cosas que se pueden hacer para que no todo esté perdido.

 

Si esto es lo
que sucede en nuestra pareja, si existe un amor por el que valga la pena hacer
el esfuerzo, entonces lo mejor es que tratemos de entender qué es lo que
realmente esta pasando en la relación y no llegar a conclusiones equivocadas que
pueden arruinar tontamente algo que en circunstancias normales puede llegar a
ser uno de los grandes motivos de felicidad de nuestra vida.

 

Y un factor que
es clave para entender y actuar de acuerdo a la situación, y de lo que
hablaremos a continuación, es el amor propio, la autoestima.

 

Muchas veces el
desenamoramiento (una palabra que podría describir esto perfectamente, aun
siendo una pequeña licencia lingüística) suele tener como base un motivo muy
distinto y mucho más personal de lo que a simple vista puede parecer.

 

La realidad nos
demuestra que cuando una pareja empieza a sentir estos síntomas, muchas veces no
se debe a aburrimiento o molestias por algo que hace o dice el otro (como
podríamos pensar en un primer momento y sin haber hecho un análisis demasiado
profundo), sino que el problema esta en la falta de autoestima.

 

¿Por qué
decimos esto? ¿Qué mecanismos actúan?

 

Lo que sucede
es que cuando estamos sintiéndonos deprimidos o un poco mal por algún motivo
tendemos a esperar que la otra parte de la pareja dé mucho más de sí, exigimos y
pedimos más de ella, esperamos que puedan hacernos las cosas mejores simplemente
con su presencia, queremos ser el centro de su mundo y ser lo más importante.

 

Es la forma en
que combatimos al menos en parte esta sensación de que no estamos logrando hacer
todo lo que podríamos hacer y de que no somos lo suficientemente buenos.

 

Y, por
supuesto, también nos sucede en estos casos que nada de lo que la otra persona
haga o diga va a ser suficiente, siempre deseamos un poco más y nos parece que
no estamos obteniendo todo lo que nos merecemos.

 

Tomando en
cuenta esto, también seguramente terminaremos sintiendo que nuestra pareja ya no
está haciendo las cosas tan bien como antes, que antes nos ofrecía una mayor
cantidad de apoyo, amor, comprensión o lo que sea; que su respuesta a nuestras
necesidades no son tan poderosas como solían serlo.

 

Y esto se debe
a que comparamos el momento en que nos sentíamos bien con este momento en que
nos sentimos mal. Por supuesto, todo palidece cuando estamos en un mal momento y
lo que hacemos con la persona que amamos no puede escapar a esta regla.

 

Comenzamos a
hacer listas de lo que nos hacia felices antes y no podemos encontrar ahora. Nos
parece que se nos está dando mucho menos. Queremos que nuestra pareja nos haga
felices, que nos saque del mal momento en que estamos y le echamos la culpa
cuando no puede hacerlo.

 

Como una gran
parte de esto se debe a nuestros problemas internos (y no a problemas que se
refieren estrictamente a la relación de pareja) y no a un reflejo verdadero de
lo que esté pasando en el mundo verdadero, este tipo de actitud y estos “juegos
mentales” que jugamos con nosotros mismos sólo pueden hacer que todo sea peor.

 

Cuando estamos
con nuestra autoestima tan baja, cuando no podemos querernos a nosotros mismos
(recurriendo en este momento a otra vieja frase hecha) nadie más puede hacerlo.

 

O, mejor dicho,
y para demostrar que no todo es exactamente como se lo dice, cuando no podemos
amarnos a nosotros mismos no podemos darnos cuenta de que hay otras personas que
si pueden amarnos.

 

Nos parece que
es algo imposible. Y esto genera toda una serie de conflictos que llevan a este
desamor del que hemos estado hablando.

 

La verdad es
que la única persona que puede hacer que nos sintamos mejor es la misma persona
que sufre el problema: nosotros mismos.

 

Es el momento
en que necesitamos tomarnos un tiempo para nosotros mismos, para poder sentirnos
más cómodos y menos deprimidos. Lentamente podemos llegar a enfocarnos
nuevamente en el amor y el apoyo que podemos darnos a nosotros mismos, en todo
lo bueno que tenemos, tanto en nosotros mismos como a nuestro alrededor.

 

Podemos llegar
a encontrar nuevamente nuestro centro, nuestro equilibrio, el punto medio donde
somos totalmente nosotros, conectarnos y sentirnos mejor.

 

A nuestro ritmo
hacemos lo que queremos, todo aquello que deseamos y a través de eso podemos
llegar a sentirnos realmente contentos nuevamente con nosotros mismos.

 

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