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El discreto encanto de los licores caseros.

Los licores y aguardientes preparados por uno mismo son un regalo para el paladar.


 

Y
una satisfacción por el solo hecho de elaborarlos personalmente, y de
participar en la magia de añadir ingredientes y esperar con verdadera
curiosidad hasta comprobar los resultados.

Degustarlos después de un prolongado tiempo de maduración, es un placer y una
intriga, porque con la misma receta, el producto final nunca es del todo igual
en cada caso.

Por otra parte, siempre resulta agradable poder obsequiar a nuestros invitados o
amigos con una copita de licor o de aguardiente de nuestra propia
"cosecha", o incluso regalar una botella elaborada por nosotros
mismos.
Este detalle siempre gusta y es testimonio de un toque personal especialmente
indicado para romper con la monotonía de los productos de fabricación
industrial.

Pues es bien sabido que lo cotidiano acaba siempre por perder encanto.

Los
licores
son auténticos broches de oro de un menú selecto o como complemento de
una aromática taza de café. Complementan e invitan a la sobremesa.

Tanto los médicos, como los especialistas en alimentación, recomiendan en
ciertos casos tomar una copita, con determinada regularidad, ya que  el
alcohol en dosis apropiadas y adecuadas, lejos de ser perjudicial puede ser
beneficioso para la salud.

Lo
que en ningún caso debe hacerse, como con otros tantos placeres del paladar, es
abusar. Muchos licores tienen propiedades digestivas tras una sabrosa comida.
Esto se advierte sobre todo en los licores de hierbas o especias, se
caracterizan por su capacidad para activar los jugos gástricos.

Las recetas pueden ir mejorando progresivamente con la adición de nuevos
ingredientes o preparándolas con ligeras variante, cosa que usted puede hacer
si es una de esas personas a  quienes le gusta experimentar y realizar sus
propias creaciones sobre una buena base.

Cada receta puede admitir siempre una pequeña variante para reforzar o suavizar
su sabor o su aroma.
Lo único que hay que respetar siempre es su composición básica.

Luego,
una vez que se haya usted familiarizado con las características de las diversas
hierbas y especias, podrá añadir éstas según su gusto.

También
pueden obtenerse interesantes y sabrosas variantes, sustituyendo unos frutos por
otros.
Por ejemplo, añadir limones a las naranjas, sustituir ciruelas blancas por
ciruelas rojas, frutillas por cerezas, etc.

Del
mismo modo pueden variarse los licores de flores, convirtiendo por ejemplo el
licor de violetas en licor de lavanda.